´Por una Historia escolar común europea´, Ángel Rivero

La presidencia de turno alemana en el Consejo de la UE, que finalizó hace pocas semanas, ha estado protagonizada por los esfuerzos para superar la parálisis institucional del fallido texto de la Constitución Europea. Por su parte, en lo relativo a las políticas sectoriales, la agenda ha estado dominada por cuestiones energéticas. Esta combinación de prioridades apenas ha permitido discutir sobre aspectos aparentemente menos relevantes surgidos durante este primer semestre de 2007 aunque de extremo interés para el futuro del proceso de integración y su relación con la ciudadanía. Así, la canciller alemana Angela Merkel y su ministra federal de educación Annette Schavan (ambas de la CDU) sugirieron explorar la idea de impulsar la redacción de un manual de historia  que pudiera ser utilizado por todos los estudiantes de secundaria de la UE. Las razones con las que avalaba la utilidad de tal propuesta eran, básicamente, que el conocimiento de la historia es un instrumento excepcional para la disolución de los estereotipos que enturbian las relaciones europeas y, en segundo lugar, que el conocimiento de la historia común es un valioso vehículo de integración.

Esta propuesta puede además vincularse a las iniciativas lanzadas desde 2005 por el Consejo de Europa –organización hermana de la UE- sobre las bondades de una educación para la ciudadanía democrática que supere las visiones particularistas en el conjunto de los países europeos. Sin embargo, en el específico caso de España, la controversia política sobre la recepción de esta materia ha desviado el aspecto potencialmente europeísta de la misma hacia terrenos especialmente resbaladizos en el terreno moral. Precisamente, la europeización de determinadas materias escolares de contenido humanístico puede ayudar a superar tanto los viejos estereotipos localistas entre los estados –en relación con la percepción sobre la propia historia o las relaciones mantenidas en el pasado por cada país con sus vecinos- como las derivas en los procesos internos de determinación de los currículos de las asignaturas que pueden ser políticamente delicadas.

En el caso concreto de la propuesta alemana sobre el manual común de Historia, ha habido una recepción ambivalente que incluye una difusa aceptación de la idea hasta la denuncia de los afanes imperialistas alemanes o de las supuestas obsesiones de los euroburócratas para lavar el cerebro de los niños europeos. Entre medias, sobre todo abundó el escepticismo acerca de las posibilidades de llegar a algún tipo de acuerdo entre los europeos acerca de la historia. En este memorando se reflexiona sobre las bondades -y problemas- de una propuesta de este tipo, apuntando algunas sugerencias para apoyarla desde España.

escenarios

Como muchos señalan, si ha resultado agónico, en el seno de muchos países europeos, escribir la propia historia nacional, cómo podrá consensuarse la de 27 países con visiones tan distintas y enfrentadas. Sin embargo, un dato relevante en la incipiente discusión en curso, es que la propuesta alemana aún no ha hecho referencia a qué tipo de historia hará referencia el libro ni cuál será el período histórico que se pondrá en común. Así una historia de la cultura europea no parece a priori problemática puesto que la cultura es en si misma universal, ni tampoco lo sería una historia económica. Por tanto, la historia que resulta polémica es la historia política, justamente aquella más vinculada a las distintas identidades nacionales.

De lo que se trata, entonces, es de superar la vieja idea decimonónica de Ernest Renan de primar en la enseñanza de la historia el adoctrinamiento –“la narración selectiva de los hechos, dolorosos o felices, que nos unen, y el olvido selectivo de todo aquello que nos divide”- sobre la descripción pulcra y con distancia de los hechos del pasado. En una Europa que desea estrechar los lazos transnacionales, y con unos jóvenes europeos que están preparados para educarse conociendo sin más los hechos, no tiene sentido la historia como narración de identidad nacional; especialmente si esa narración es irreconciliable con la impartida en el país vecino. A la vez, la posible idea de construir una narración de identidad transnacional europea en estos términos es también ideológica en su dimensión teórica y aberrante en términos prácticos. Por tanto, la única historia válida para el conocimiento mutuo es la historia como historiografía, esto es, como ciencia.

La propuesta de Merkel-Schavan no parte de cero puesto que busca extender la experiencia piloto franco-alemana, apenas iniciada, del manual de historia de secundaria Histoire/Geschichte: Europe und die Welt seit 1945 (Ernst Klett, Stuttgart)/Manuel d’histoire franco-allemande Tle L-ES-S. Histoire/Geschichte: L’Europe et le monde depuis 1945 (Nathan, París). Este manual es el primero de los tres previstos dentro de este proyecto y se ha utilizado por primera vez en el curso 2006/2007. No tenemos, por tanto, una valoración de la experiencia por parte de los alumnos pero sí conocemos algunos de los problemas que se encontraron quienes llevaron a cabo la redacción del mismo.

Puesto que muchas de las voces críticas que se han alzado contra la formulación de Merkel piensan que lo que se propone es sustituir las narraciones nacionales por una narración supranacional bajo la hegemonía alemana, vale la pena atender al desarrollo de este primer experimento para desmentirlas. La propuesta del libro nació políticamente en Berlín, en enero de 2003, durante la celebración del 40 aniversario del Tratado del Eliseo que fundará la alianza entre Alemania y Francia, pero enseguida se nombró un consejo científico bajo la coordinación del ministerio francés de Educación y, por parte alemana, un coordinador de los Länder alemanes -puesto que las competencias de educación están descentralizadas en Alemania, lo que resulta particularmente interesante desde la óptica española-. En todo caso, el libro fue realizado por un equipo de diez historiadores, cinco por parte de cada país, y se divide en cinco partes: Memoria de la Segunda Guerra Mundial y del período 1945-1949; Europa entre los Estados Unidos y la URSS desde 1949 a 1989; Europa y el mundo desde 1989 a nuestros días; Las transformaciones técnicas, económicas, sociales y culturales desde 1945; Alemanes y franceses desde 1945. Aunque cada uno de los autores firma su capítulo correspondiente y por tanto hay un pluralismo de visiones en el texto, las discrepancias más grandes se concentraron en las distintas visiones de unos y otros sobre los Estados Unidos y la valoración del comunismo en Europa. En relación a lo primero, los alemanes, bajo al óptica francesa, eran demasiado atlantistas y vinculaban demasiado a este país con la defensa de la democracia y con la reconstrucción de la RFA. Los alemanes, por su parte, reprochaban a los franceses su “gaullisme” por su contumacia en la denuncia de la superpotencia y del imperalismo cultural. En cuanto al comunismo, los alemanes no comprendían la visión positiva que tenían sus colegas franceses del PCF sobre la vida social y política de Francia. Los franceses por su parte tenían una visión más matizada acerca de la experiencia del comunismo en la Europa del Este y, en particular, en la RDA. La escritura del libro se convirtió en sí misma en un instrumento de conocimiento mutuo. En suma, en este libro no se ocultan los lugares oscuros y, sobre todo en la parte alemana, se atiende más a la historia como algo que está abierto a la discusión y no a una narración que ha de repentizarse. Así, este libro enfatiza la idea de Europa como un proyecto de paz y de democracia y no presenta una visión cerrada de la historia sino abierta a la diferencia de interpretaciones y de valoraciones.

Por tanto, volviendo a la propuesta de Merkel-Schavan, si ésta se entiende rectamente, se trata de ampliar esta incipiente iniciativa a aquellos países que deseen sumarse a la misma. Nada por tanto más alejado de este proyecto que un manual destinado al adoctrinamiento en una artificial narración de identidad colectiva bajo la dominación alemana. Todo lo contrario,  puesto que los fines de un mejor conocimiento de los europeos entre sí y el mejor conocimiento de Europa son fines educativos difícilmente discutibles, el proyecto enfrenta sobre todo dificultades técnicas: cómo implicar a tantos países con visiones tan diferentes de la historia (desde pequeños estados recién nacidos hasta algunas de las naciones más antiguas del mundo);  qué períodos y qué temas habrían de cubrirse; qué estilo de historia política adoptar. Además, enfrentaría también el reto de acomodarse a los planes de estudio de los distintos países miembros de la UE, sobre la base de la voluntariedad de su adopción como texto.

En suma, el libro no podría ser una narración de identidad europea que hiciera de sustitutivo de las periclitadas historias nacionales de tipo romántico. Tendría que ser simplemente un libro de historia de Europa y del mundo de tipo pluralista, con visiones distintas, con autores diversos en su formación, perspectiva historiográfica y origen nacional. Habría de ser un libro que renunciara a una historia total y, sobre todo, habría de ser un libro en el que la participación en su elaboración fuera voluntaria y en el que su adopción como texto por Estados, gobiernos regionales y centros educativos fuera también libre.

opciones para España

España ha de definir su posición en relación a la propuesta de Merkel y tiene dos alternativas. La primera es dejar pasar el tiempo y ver si se acaba sustanciando en algo tangible como ocurrió con el manual franco alemán. Esta posición parece estratégicamente equivocada porque profundiza más en el siguiente peligro: el manual franco alemán ya de por sí constituye una historia de Europa. Si España quiere que el conocimiento mutuo de los europeos y de los jóvenes españoles se desarrolle, lo que constituye un objetivo educativo indiscutible, entonces es mala política no darse a conocer y no participar cuanto antes. Sería muy malo esperar a que esté escrita la historia para entrar en ella.

La otra opción es participar de una manera activa. Las condiciones curriculares son óptimas puesto que en la Educación Secundaria Obligatoria (12-16 años) existe ya la materia Ciencias Sociales, Geografía e Historia que encaja, en sus contenidos y en sus objetivos educativos, con las materias propias del proyecto franco alemán y, por tanto, sería susceptible de un desarrollo europeo fácilmente asequible. Por tanto, el desarrollo de un manual europeo para esta asignatura mejoraría la oferta de libros disponible porque proporcionaría un conocimiento común más profundo (serían autores de otros países los que escribirían muchos de los capítulos); de esta manera se mejoraría en dirección a una mayor integración europea y, a la vez, se superarían muchos de los inconvenientes casticistas de las historias al uso (locales, regionales o nacionales). En suma, el libro daría una visión más abierta, más matizada y más pluralista.

recomendaciones

Al igual que en la experiencia franco alemana que se quiere ampliar, debe ser el Ministerio de Educación quien tome la iniciativa en relación a la presidencia alemana y los ministros de educación europeos interesados. Esto debe hacerse, para evitar problemas insalvables, en conjunción con los consejeros de educación de las Comunidades Autónomas. El caso de España, en relación a las competencias educativas, está a medio camino entre Francia y Alemania por lo que gestionarlo de forma no conflictiva puede ser relativamente fácil.

Una vez definido el proyecto alemán, el Ministerio de Educación debe implicar por tanto a las Comunidades Autónomas que de forma voluntaria quieran participar en la experiencia y buscar con ellas a los responsables competentes que puedan hacerse cargo de la parte española del proyecto.

El libro que se desarrolle habrá de ser adoptado voluntariamente por las Comunidades Autónomas y los centros educativos en uso de su libertad, igual que ocurre con otros proyectos europeos de educación.

Sería también bueno contactar con el mundo editorial español para que participaran y dieran su opinión sobre el desarrollo del proyecto. Debe señalarse que el libro franco alemán, aunque es resultado de una iniciativa pública, ha sido producido por dos editoriales comerciales.

Por tanto, la propuesta no es ni más ni menos que la escritura de una colección de libros para el estudio de la historia, la geografía y la sociedad europea en relación al mundo. Puede parecer algo modesto, pero, como se ha señalado, su mera enunciación ya ha levantado algunos resquemores. Sin embargo, la producción de un libro puede sentar un importante precedente y siendo en apariencia un paso pequeño, puede ser un gran paso en la educación de los jóvenes europeos en el mismo sentido que otros programas como el muy exitoso Erasmus.

Por último, el proyecto de un libro de historia europeo, si llegara a concretarse, podría servir de experiencia sobre la que desarrollar un proyecto educativo más amplio que generara un mejor conocimiento de los europeos entre sí y una educación más pluralista y mejor. Así, por ejemplo, las asignaturas que bajo diversos nombres como Educación Cívica, Educación para la Ciudadanía, Democracia y Derechos Humanos o Educación Política, entre otros muchos, sirven para proporcionar un conocimiento mínimo del funcionamiento del gobierno y de las instituciones políticas; de la democracia y del ejercicio de la ciudadanía; y de las sociedades contemporáneas en su complejidad y pluralismo, podrían fácilmente ser objeto de un manual parecido en el que los estudiantes europeos no sólo conocieran las instituciones políticas de sus propios países sino también las de Europa e, incluso, las de los otros países de la Unión Europea y sus distintas sociedades. El fin educativo del conocimiento mutuo, la mejor integración de la sociedad europea, la prevención de la xenofobia y la violencia particularista y el respeto por la diversidad de creencias se serviría así de forma más efectiva.

DE: ÁNGEL RIVERO RODRÍGUEZ, Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Panel de Expertos Unión Europea de Opex.
PARA: OPEX
ASUNTO: POR QUÉ ES BUENA IDEA UN LIBRO ESCOLAR COMÚN DE HISTORIA PARA EUROPA Y CÓMO APOYAR SU CRISTALIZACIÓN DESDE ESPAÑA

falternativas, 25-VII-07.