´Cambios en la industria militar rusa´, Richard Weitz

Durante la presidencia de Vladimir Putin, Rusia ha iniciado un programa amplio para reestructurar su industria de defensa, que se ha contraído significativamente después de la era soviética.

Este proceso ha tenido algunos avances, pero persisten los problemas estructurales fundamentales que comportan que Rusia exporte cantidades importantes de armas avanzadas a regiones proclives al conflicto, lo que ocasiona que el Kremlin afronte desacuerdos con Europa, Estados Unidos y otros países.

En los últimos seis años, la Administración de Putin ha promovido la nacionalización y la consolidación de compañías de defensa del sector privado para convertirlas en grandes holdings, de composición vertical y controladas por el Gobierno. En noviembre del 2000, Putin aprobó la creación de una agencia única exportadora de armas supervisada por el Gobierno, Rosoboronexport, a fin de acabar con la competencia autodestructiva que se había desarrollado entre las empresas exportadoras de armas más importantes del país. Hace unos meses, la agencia obtuvo el derecho exclusivo de vender armas rusas a países extranjeros.

En este momento, el Gobierno promueve la creación de una institución similar en el sector de la aviación: la nueva United Aircraft Building Corporation, que agrupa a fabricantes importantes de aeronaves de ala fija, estatales y privados. Quienes propusieron la fusión consideran que mejorará la eficiencia de la industria aeronáutica rusa y, al disminuir los costes, permitirá que los aviones rusos adquieran un mayor atractivo para compradores extranjeros.

Con Putin, el gasto militar también se ha recuperado. Este año, el Gobierno ruso concederá al Ministerio de la Defensa casi cinco billones de rublos (189 mil millones de dólares) dentro del programa gubernamental de armas de 2007 a 2015. El porcentaje del presupuesto de defensa destinado a comprar equipamiento militar aumentará de un 44% en el 2006, a un 50% para el 2011.

El propósito fundamental de este aumento del gasto reside en el suministro real de los nuevos sistemas de armas de la etapa de investigación y desarrollo para las fuerzas armadas de Rusia. Entre el 2007 y el 2015, el ejército y la armada rusos reemplazarán casi la mitad (45%) de su equipo militar.

En el pasado, las malas prácticas de las empresas y del gobierno frustraron planes similares para abastecer de grandes cantidades de armas convencionales avanzadas a las fuerzas armadas de Rusia. El sector industrial militar del país padece de unos pedidos locales limitados y un exceso de capacidad. Las compras del ejército y la armada rusos han ido aumentando, pero apenas pueden mantener aún a alrededor de la cuarta parte de la capacidad de producción militar de Rusia. El Gobierno ruso gasta actualmente más en armas convencionales fabricadas en Rusia que los compradores extranjeros. Con todo, la ineficiencia persistente del sistema de adquisiciones para defensa ruso tiene como consecuencia que los compradores extranjeros reciban más sistemas nuevos que el ejército de Rusia.

Como resultado, las empresas líderes de defensa de Rusia siguen dependiendo en gran medida de las ventas extranjeras. Aunque la exportación de armas ha disminuido considerablemente desde la era soviética, ahora sus ingresos por transacción son mayores, porque las empresas rusas han cedido gran parte del segmento inferior del mercado a proveedores menos costosos como China, India y otros aliados del antiguo bloque soviético.

Además, si la URSS transfería mucho armamento en condiciones comerciales poco estrictas o sin costes (por ejemplo, mediante préstamos a largo plazo que no esperaba recuperar), ahora Rusia hace descuentos solamente a sus aliados más cercanos. El 27 de marzo del 2007, el Ministerio de Defensa anunció que las exportaciones anuales de armas de Rusia aumentaron en un 50%, de cuatro mil millones a más de seis mil millones de dólares.

En un esfuerzo para aumentar al máximo los ingresos externos y fortalecer el propio potencial militar de Rusia, el ex ministro de Defensa, Serguei Ivanov, que ahora supervisa el complejo industrial militar ruso y es uno de los dos candidatos principales para suceder a Putin en el cargo de presidente, subrayó la necesidad de que "la industria nacional de defensa encuentre un equilibrio entre el compromiso de armar a los militares rusos y la oportunidad de exportar armas a países que no estén sujetos a sanciones de las Naciones Unidas".

Muchos funcionarios rusos piensan que, además de contribuir a mantener la salud del complejo industrial militar del país, la venta de armas promoverá sus intereses diplomáticos al reforzar los lazos con los países receptores.

Sin embargo, estas transacciones han complicado las relaciones de Moscú con gobiernos extranjeros, en particular con Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses lamentan que las restricciones que Rusia impone a sus propias ventas de armas son mucho más débiles que las de los países occidentales, especialmente en lo referente a los gobiernos autoritarios acusados de cometer violaciones de los derechos humanos o los estados que buscan armas de destrucción masiva.

Washington ha protestado contra las ventas militares rusas a Bielorrusia, China, Irán, Siria, Uzbekistán y Venezuela. A principios de enero del 2007, el Gobierno estadounidense impuso sanciones económicas a tres compañías rusas, incluyendo a Rosoboronexport, por vender misiles y otras tecnologías militares prohibidas a Irán y Siria.

Los funcionarios rusos insisten en que sus exportaciones militares están en conformidad con todas las leyes internacionales aplicables e incluyen principalmente armamento defensivo que no desestabiliza los equilibrios regionales de poder. Agregan que Estados Unidos y sus aliados también transfieren volúmenes importantes de armas a áreas en conflicto, incluyendo el sur de Asia y Medio Oriente. Las autoridades rusas también sostienen que las objeciones de Estados Unidos y de otros países extranjeros responden frecuentemente a los deseos de eliminar la competencia rusa no deseada o de reducir la influencia del Kremlin en regiones importantes como Europa Oriental, Asia y Medio Oriente. En el 2005, el director de Rosoboronexport, Serguei Chemezov, afirmó: "No nos hagamos ilusiones: si dejamos de exportar armas, otros lo harán".

Rusia parece estar dispuesta a negociar algunas cuestiones de seguridad, incluyendo asuntos delicados como Irán y Kosovo. Sin embargo, lograr limitar las ventas de armas rusas resultará mucho más difícil. Dadas las condiciones del complejo industrial militar de Rusia, es probable que las consideraciones de orgullo nacional, influencia geopolítica y beneficios empresariales mantengan vivo el interés ruso por vender armas a casi cualquier cliente, por desagradable que eso resulte a los gobiernos occidentales.


RICHARD WEITZ, miembro asociado y director de gestión de programas en el Hudson Institute
lavanguardia, 20-VII-07.