´La batalla policial contra las mafias de la prostitución-II´, V-06

La batalla policial contra las mafias de la prostitución-II

2.- El caso del hotel de alterne 340.

E. Martín de Pozuelo, lavanguardia, 8-V-06.

El caso 340 es uno de los pocos resueltos en España que ha acabado bastante bien en los tribunales y que reúne todos los elementos que rodean los aspectos más sórdidos de la prostitución. Es decir, el asunto se ha saldado con la liberación, a todos los efectos, de varias jóvenes esclavizadas, la condena de sus explotadores y la clausura del prostíbulo. Pero tal como publicó La Vanguardia ayer, las investigaciones sobre la prostitución son muy difíciles de desarrollar, hasta el extremo de que no es oro todo lo que reluce a pesar de que la policía judicial de la Guardia Civil logró desenmascarar la red internacional de vendedores de mujeres.

Así, tras el proceso 340 todo ha quedado resuelto salvo lo siguiente:

Rocky, un jefe secuestrador moldavo y vendedor de mujeres, detenido por los guardias tras paciente investigación, huyó de España tras pagar en el acto los 300.000 euros (50 millones de pesetas) que le pusieron de fianza; varios de los secuestradores y violadores moldavos, rumanos y húngaros que andan por Moldavia, Eslovenia e Italia no han sido localizados y, aunque las cuatro chicas liberadas han rehecho sus vidas, tres de ellas tienen gravísimas secuelas psicológicas que probablemente no superarán nunca. Para completar el panorama, las testigos aseguran que siguen amenazando a sus familias. Sin embargo, no se rinden ni se arrepienten de haber denunciado a sus explotadores. Al contrario, volverían a hacerlo.

Por razones obvias de seguridad, en este relato de hechos comprobados policial y judicialmente, sólo aparecen los nombres supuestos que las víctimas usaban en el club y se omiten datos personales que podrían poner en peligro a las chicas o a sus familias.

Debe tenerse en cuenta que durante las sesiones del juicio oral, celebrado a final de noviembre pasado en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Tarragona, las testigos tuvieron que declarar enmascaradas y por videoconferencia.

El asunto arranca la mañana del 10 de julio del 2000 cuando Simone, una joven rumana, escapó con unas pesetas y un bolso como equipaje del club hotel 340,ubicado en el kilómetro 1.125 de la carretera N-340, en el término de l´Hospitalet de l´Infant. Simone había estado ocho meses en el local, regentado por las hermanas Antonia (Sandra) y Paz (Verónica)Somoza Iglesias con la colaboración de Carlos Martins, explotador del local, y de José Blázquez, camarero, pero quien vigiló durante su viaje a España a chicas compradas a Rocky.

Simone huyó en cuanto tuvo oportunidad.

Temerosa - en el hospital se le diagnosticó una crisis de pánico-, alquiló una habitación en un hotel de l´Ampolla. Por la mañana, unos gritos de socorro alertaron al personal, que halló a la chica en el baño, atada y con manchas de sangre que denotaban una agresión. Hospitalizada, los médicos comprobaron que las lesiones eran superficiales, aunque no su temor. Luego la joven contó su historia y desapareció de nuevo.

Se fue, pero dejó una declaración firmada que tenía dos partes: una falsa y otra auténtica. La mentira: nadie le había atacado en el hotel. Ella misma se había arañado para llamar la atención de la policía, convencida - como así fue- de que de esta forma evitaría el acoso de los proxenetas. La auténtica, y detonante de la investigación judicial, era que era víctima de una red de traficantes de mujeres que la había engañado y vendido para que ejerciera la prostitución en el club de alterne a pleno rendimiento en la N-340. Simone contó que en el club le exigían saldar la deuda de 500.000 pesetas que había contraído con los hombres que la trajeron de Rumanía a España con la promesa de que encontraría trabajo. En su denuncia mencionó a Carlos, Verónica, Sandra y José, los que controlaban el club. También citó a tres tipos; Rocky, Laos y Escenat, que había conocido en su penoso camino al 340.

Simone salió de Rumanía el 13 agosto de 1999 con un visado para Eslovenia con la intención de trabajar allí de camarera. Le acompañaban dos amigas, Hizo noche en Hungría en un hotel donde un chico de 24 años apodado Rata,"pero que quiere decir pato en rumano", y que iba con otras tres chicas les dijo que si querían ganar dinero debían ir a España. "Se gana mucho dinero y no hay que hacer de puta". Simone aceptó.

Fue Rata quien les habló del tal Rocky, que tenía contactos en España. Ese mismo día apareció Rocky, al que describió delgado, de unos 40 años, de 1,65 metros de estatura, con la cara de una mujer tatuada en verde en el lado izquierdo del pecho. Un personaje que al ser detenido en España meses después llevaba encima el equivalente a unos 18.000 euros y lucía varios anillos de oro y brillantes y una pulsera de oro con una pantera con incrustaciones de piedras preciosas. Rocky confirmó que en España había trabajo de camarera. Le explicó que ella debía pagarse los gastos de viaje. "Si no te llega - dijo-, ya lo pagarás en varias veces". Al día siguiente las tres chicas viajaron en coche a Eslovenia acompañadas de tres gitanos rumanos amigos de Rocky, que a su vez las seguía en otro coche. Durmieron en casa de un tal Chocolate, donde había más personas que pretendían pasar a Italia, y Rocky partió hacia su residencia en Brescia, Italia. Al día siguiente Chocolate las llevó a Italia. Rocky las esperaba y las llevó a su casa, de donde partieron hacia Barcelona el 27 de agosto de 1999.

Aquí las esperaba Carlos, que las llevó hasta el club 340. Carlos y Rocky les enseñaron sus habitaciones, donde durmieron. Por la mañana, Rocky les anunció que tenían que ejercer la prostitución para pagar los gastos ocasionados y que ascendían a 650.000 pesetas (3.906 euros) cada una. Aquel día las chicas rusas del local avisaron a las recién llegadas de que Rocky se quedaba con el dinero. Poco después,Simone descubrió que amenazaban a las otras jóvenes con matar a su familia en Rumanía. Se asustó y se convirtió en una más del 340.

Los guardias y la juez titular del juzgado de instrucción número 3 de Reus, María del Carmen Moreno, creyeron la historia y se inició la investigación. Las vigilancias, seguimientos y escuchas telefónicas permitieron comprobar que la rumana había dicho la verdad, pero que se había quedado corta. Los agentes comprobaron que las chicas no tenían libertad de movimientos - salvo una, cómplice y amante de proxeneta- y descubrieron que Rocky, llamado en realidad Sokol, era un vendedor profesional de mujeres en contacto fluido con Sandra y Verónica, temidas regentes del club.

Las pesquisas evidenciaron que las explotadoras estaban muy preocupadas, porque varias de sus chicas tenían pasaportes y visados suministrados por Rocky en los que figuraba una misma identidad. Sandra y Verónica temían que la policía descubriese el pastel sólo con pedir la documentación. También sufrían porque tenían menos mujeres que otro club cercano que les hacía la competencia.

Las conversaciones interceptadas fueron una mina. Las dueñas se delataron exigiendo más chicas a Rocky, con el que discutían de precios como si hablaran de objetos. En otras ocasiones las jefas del local mencionaban el temor a una fuga colectiva, hasta llegar a decir: "Todas querían marcharse a su tierra".

Fue entre septiembre y octubre del 2000 cuando se produjo el acontecimiento que los agentes esperaban: Rocky anunció que ya tenía dos nuevas mujeres preparadas que vendía por 6.000 euros cada una. Los guardias siguieron paso a paso la venta y comprobaron como José, el camarero, viajó a Brescia a buscarlas y oyeron cómo las describía: "Una está bien si se arregla, la otra no vale nada aunque se pinte...". Los agentes le vieron llegar en autobús con las dos mujeres hasta la estación de Sants y cómo las llevó hasta el club entrada la noche. Al día siguiente dos guardias de incógnito entraron en el hotel y vieron a las recién llegadas. Allí estaban con ropa transparente, cara de miedo y sin hablar ni una palabra de español. Salieron decididos a detener a todo el mundo, pero surgió una novedad que aplazó la operación. Aquella noche, Rocky llamó y anunció su llegada a España. Esperaron 24 horas y los detuvieron a todos.

Como suele suceder, las chicas, atemorizadas, negaron estar sometidas, pero cuatro de ellas explicaron una historia coincidente con la de Simone. Las recién compradas confirmaron haber sido engañadas, secuestradas, maltratadas, violadas, vendidas y obligadas a prostituirse. En el club había habitaciones con rejas y puerta de seguridad para evitar que las nuevas escaparan. Procedían de un país del Este y se dirigían a Italia, donde ya tenían trabajo. Como siempre, la falta de un visado legal les hizo caer en manos de Rocky, que les hizo pasar la frontera italiana a pie y las secuestró. Les retiró los pasaportes y les dijo que la mafia las cortaría en pedazos o les arrancaría los brazos y las piernas. Un cómplice las violó. Así lo declararon en el juzgado y nunca retiraron el testimonio, que fue básico para condenar a los del club.

Seis años de amenazas y protección

"Ha sido muy largo y ellas son muy valientes. Aún soportan mucha presión y tenemos noticia de que todavía sus familias reciben amenazas. Desde que comenzamos hasta la sentencia definitiva - la actual condena está recurrida-, llevamos seis años en los que hemos tenido que proteger a las chicas en todo momento". Así se explica uno de los cinco integrantes del grupo policial de la Guardia Civil que investigó el caso 340.

El agente afirma que, gracias a la voluntad de la juez que ofició a Interpol, lograron que la policía, que se supone totalmente corrupta, de un determinado país europeo de la ex Unión Soviética protegiera durante un año seguido, día a día, la casa familiar de las testigos. "La amenaza era muy seria", afirma el guardia, que añade: "Otra ayuda inestimable vino de la Cruz Roja de Tarragona y de asistentes sociales de esta ciudad. Sin su colaboración, mucho más allá de lo que exige su trabajo, las chicas estarían perdidas, y eso que aún falta mucho para que se recuperen del todo. Tal vez no lo logren".

A falta de la solución del recurso, la sección 2. ª de la Audiencia Provincial de Tarragona ha condenado a las hermanas Paz y Antonia Somoza a doce años de cárcel y a una sustanciosa multa; a Carlos Martins a otros doce años y la multa, y a José Manuel Blázquez a dos años de prisión y otra multa de menor cuantía que las anteriores.

Además, la sentencia acuerda "la clausura definita del club de alterne 340" y el embargo de los vehículos de los acusados. Ahora, para cerrar el círculo sólo falta cazar a Rocky y sus cómplices, que siguen practicando el mismo negocio en algún lugar de Europa.