´Más allá de la victimización´, VII-06

Más allá de la victimización

Laura María Agustín
, doctora en Sociología, ha estudiado los vínculos entre la migración y el sexo comercial durante los últimos doce años
lavanguardia, 25-VII-06.

Estamos en el año 2006 y se niega a las mujeres la decisión de salir de sus países por la misma razón que los hombres: progresar mediante el trabajo. La patética imagen de mujeres inocentes coaccionadas o hasta arrancadas de sus casas hoy día sigue a todas las que viajan a lugares donde pueden preferir un trabajo sexual a sus demás opciones. Mientras sí existen experiencias trágicas, generalizarlas a toda mujer y joven que vende sexo no reconoce estrategias que pueden tener sentido durante una etapa de la vida de un migrante.

Para millones de personas del mundo, el lugar donde nacieron y crecieron no parece viable o deseable para desarrollar sus proyectos. Las vidas de personas que pueden haber iniciado su migración sin total voluntad no están destinadas a ser siempre tristes; incluso los más pobres o engañados encuentran lugares para desarrollarse: se escapan de malos sitios, cambian de trabajo, aprenden a utilizar amigos, clientes, patrones y delincuentes.

Investigaciones realizadas entre mujeres que limpian casas y que venden sexo revelan pocas diferencias en sus proyectos migratorios, pero sí entre lo que pueden ganar; si trabajan en el sexo, en clubs o pisos o como autónomas, pueden llegar a ganar 5.000 euros al mes, lo cual significa liquidar rápido cualquier préstamo obtenido para viajar. También se valora la flexibilidad de muchos trabajos sexuales en comparación con vivir encerrado en una casa ajena.

El discurso tradicional sobre la prostitución no contempla las múltiples realidades de la actual industria del sexo, que incluye clubs, bares, discotecas, líneas telefónicas, internet, sex shops, casas de masaje y sauna, servicios de acompañantes, hoteles, pisos, cines, revistas, vídeos, servicios de sadomasoquismo y el espacio público: una proliferación inmensa de maneras de pagar no la prostitución sino un montón de distintos trabajos sexuales. En cuanto a la gente que trabaja, hay que distinguir entre personas que trabajan a tiempo parcial, completo u ocasionalmente, entre distintas sexualidades e identidades de sexo y entre las que tienen poco control sobre su vida y las que tienen mucho. Hay personas que prefieren trabajar en la calle y personas que no lo harían nunca; existen las que favorecen vivir dentro de clubs, cambiando de sitio a menudo, mientras para otras sería insoportable.

Tampoco se trata de individuos desvinculados de un contexto social. Los participantes en la industria sexual incluyen a cocineros, guardianes, abogados, médicos, camareros, modistas, peluqueros, propietarios, gerentes, agencias de viaje, servicios de alquiler de coches y taxis y empresas aéreas y de telecomunicaciones. Estas personas y sus familias vi...