Estados Unidos, un modelo influyente

Estados Unidos, un modelo influyente.

LV, 12-VIII.

Tras la declaración de independencia (1776), las colonias americanas establecieron una confederación que les permitió ganar la guerra secesionista frente a Gran Bretaña (tratado de París, 1783) y, tras algunos intentos fallidos, establecer una Constitución en la convención de Filadelfia (1787), aún vigente en al actualidad y que estableció por primera vez una división federal entre dos niveles de gobierno. La idea central era la de construir una “unión más perfecta” que garantizara la libertad individual y de los estados a la vez que el imperio de la ley.

En el plano institucional, se creó un Congreso bicameral (Cámara de Representantes y Senado), en el que la Cámara Alta establecía un principio de igualdad representativa entre los estados de la Unión (dos senadores por estado), mientras que la Cámara Baja representaba a la población a partir de distritos basados en el número de habitantes. El trasfondo de los acuerdos federales refleja una pugna entre las posiciones de los federalistas y de los antifederalistas (partidarios de una unión de carácter confederal, más débil, entre los estados). Mientras la defensa clásica de las posiciones de los primeros se encuentra en los artículos escritos por Madison, Hamilton y Jay, recogidos en El federalista, los segundos argumentaban a partir de los riesgos para la libertad individual y colectiva de establecer un poderoso poder central (federal). Madison insistía en la conveniencia de una república extensa y plural como garantía de la libertad y del control contra la tiranía de las mayorías o minorías. Se alcanzó el compromiso de que el Congreso sometería una carta de derechos a la ratificación de los estados (diez primeras enmiendas constitucionales que regulan, entre otras, los derechos y libertades de expresión, religión, prensa, a portar armas, a estar protegido frente a los registros de la autoridad). La concepción favorable a una visión de la Unión forjada desde unos estados soberanos ha sido posteriormente defendida por la teoría compacta del federalismo, frente a la concepción de la democracia nacional, defensora de la federación como producto del pueblo americano. En los tiempos más recientes, la teoría compacta a favor de los estados ha sido defendida por el Partido Republicano en el llamado nuevo federalismo (plasmado en las políticas desempeñadas por mandatarios como Reagan, Bush) frente a la mayor inclinación de los demócratas en favor de los poderes de la federación.

La república se fue extendiendo principalmente a partir de la compra de la Louissiana a Francia (1803) y de la expansión hacia el Oeste, que hizo aumentar de 13 a los 50 actuales el número de estados durante los últimos 200 años. La cuestión de la esclavitud, sin embargo, dividió al país hasta provocar una guerra civil (1861-1865), que, entre otras consecuencias, tuvo una repercusión directa en la evolución del federalismo. Tanto la reconstrucción de la posguerra –con la 13.ª enmienda, que abrogó la esclavitud; la 14.ª, sobre derechos civiles, y la 15.ª, sobre las garantías para la población negra–, como los procesos de industrialización, las dos guerras mundiales, la teoría del New Deal impulsada por el presidente Roosevelt, así como la función interpretativa del Tribunal Supremo, reforzaron el papel del poder federal (y, dentro de él, el papel de la presidencia).

Además del Congreso, la Constitución estableció la elección de un presidente mediante un método indirecto por estados a partir de un colegio electoral (integrado por 535 miembros) que refleja la importancia del federalismo en la democracia norteamericana. Además, todos los estados, excepto Maine y Nebraska, dan todos sus votos presidenciales al ganador (votos equivalentes a la suma del número de senadores y de representantes de ese estado). Ello ha permitido que hasta cuatro presidentes (el último, Bush hijo en el 2000) hayan sido elegidos a pesar de haber sido superados en los resultados del voto popular en el conjunto del país por otro candidato (ello quedó visualizado, casi hasta el paroxismo, en el polémico recuento electoral del decisivo estado de Florida en el año 2000, así como a través de la subsiguiente votación del Tribunal Supremo a favor, por cinco votos a cuatro, de que el recuento a mano violaba la igual protección de derechos de la 14.ª enmienda).

La Cámara de Representantes consta de 435 miembros elegidos para dos años. Los senadores son elegidos por periodo de seis años, renovándose por tercios cada dos años. La 17.ª enmienda estableció su elección por sufragio directo en lugar de por las legislaturas estatales (1913). La Constitución y las leyes federales son prevalentes. El procedimiento de reforma constitucional requiere dos tercios de votos en las dos cámaras del Congreso y tres cuartas partes de apoyo por parte de los estados. Los nueve jueces del Tribunal Supremo son nombrados por el presidente y ratificados por el Senado, pudiendo ser destituidos sólo por impeachment. La división de poderes establece la jurisdicción del Congreso sobre materias fundamentales, como impuestos, moneda, defensa, bienestar, comercio, etcétera, añadiéndose lo que se ha denominado la cláusula elástica, que permite al Congreso establecer las leyes necesarias para llevar a cabo los poderes citados y que ha sido esgrimida por el Gobierno federal en el momento, por ejemplo, de regular el comercio interestatal, las políticas de bienestar, o en el momento de llevar a cabo la protección de los derechos civiles en todo el territorio de la federación (14.ª enmienda).

Los poderes residuales pertenecen a los estados (10.ª enmienda). Aunque estos últimos han sido reducidos a menudo mediante la acción de la federación y de la interpretación judicial, en los últimos años el Tribunal Supremo ha tendido a constreñir la expansión del poder central. Los poderes fiscales de la federación aumentaron sobre todo a partir de la 16.ª enmienda, en 1913, alcanzando su punto culminante en los años de la gran sociedad, impulsada por la Administración Johnson en la década de los años sesenta. Las transferencias federales condicionadas (grants-in-aid) disminuyeron a partir de las presidencias de Reagan, en la década de los ochenta, retornándose poderes a los estados a partir de 1994, aumentándose también su autonomía en el uso de los grants.

Estados Unidos mantiene relaciones de distinto tipo de carácter federal con distintos territorios de carácter insular: Puerto Rico (denominado impropiamente estado libre asociado), la Samoa americana, las islas de Guam, Baker, Howland, Jarvis, Midway, Navassa, Wake, Palau, Marshall, Marianas del Norte y Vírgenes; los atolones Johnston y Palmyra, y el arrecife Kingman.

La influencia del federalismo americano ha sido decisiva en la extensión del federalismo durante los siglos XIX y XX. Tras el fin de la guerra fría, Estados Unidos se ha convertido en la única superpotencia política y militar del planeta que, con la llegada del Partido Republicano al poder federal y los sucesos acontecidos el 11 de septiembre del año 2001, ha llevado a realizar una política hegemónica unilateral, especialmente en el área crítica de Oriente Medio, cuyas consecuencias están todavía lejos de entreverse en su totalidad y extensión.