Cuba: la conciencia crítica de la revolución

Cuba: la conciencia crítica de la revolución
Avances, tropiezos y retrocesos de la Iglesia católica con el régimen de Fidel Castro

Fidel Castro quiere mucho a la teología de la liberación... pero para los brasileños; aquí en Cuba no nos deja hacer nada". Esta confidencia que nos hizo en La Habana un jesuita navarro es una muestra de las permanentes dificultades que ha tenido que ir sorteando la Iglesia católica para subsistir durante los 46 años de régimen revolucionario.
Cuando Juan Pablo II visitó Cuba en enero de 1998, su mensaje conciliador pareció suavizar las históricas discrepancias que minaban las relaciones de la Iglesia con el Gobierno. Sin embargo, la petición papal para una apertura de Cuba al mundo y del mundo a Cuba no tuvo mayor eco, ni dentro ni fuera de la isla: Estados Unidos intensificó el embargo económico y Cuba acentuó la represión y siguió con un régimen de partido único. El viaje de Juan Pablo II a la isla permitió ampliar un poco el campo de acción, pero de nuevo se fue cerrando. La Iglesia sólo logró que el 25 de diciembre fuera festivo (hasta 1997 se trabajó el día de Navidad) y que se toleraran algunas procesiones.
Siete años después de aquella visita, la jerarquía cubana denuncia un proceso de revisión que frustra los deseos de pluralismo, tolerancia y apertura. "No tenemos acceso a la prensa y a la educación", dijo el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana. Como excepción, tras la muerte del Papa la televisión (sólo existe la oficial) le concedió siete minutos.
La Iglesia cubana comenzará el nuevo papado "con pobreza en todos los sentidos, pobreza de evangelizadores, de medios para evangelizar y de recursos económicos", señaló el cardenal Ortega. En una carta pastoral, expresó su preocupación por el retorno al lenguaje y a los métodos de los primeros años de la revolución en ideología y cierre de cualquier apertura.
A diferencia de otros países de América Latina, Cuba nunca fue un país muy católico. Por el contrario, la santería y otros cultos de origen africano han tenido y siguen teniendo un seguimiento mayoritario. Durante la década de los noventa se produjo un aumento de la religiosidad, reflejada en un crecimiento del 46,8% de los católicos, según un informe del Centro de Estudios Psicológicos y Sociológicos. De acuerdo con este documento, el total de católicos practicantes apenas es de 110.000 (el 1% de los 11 millones de cubanos), cifra que contrasta con los millones de personas que asistieron a las misas que ofició el Papa, como apoyo indirecto a una voz independiente. Las iglesias protestantes tienen un crecimiento mayor (179%) y sus seguidores ya suman 191.490.
Algunos católicos han ganado protagonismo, como Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación y promotor del llamado proyecto Varela, una iniciativa que exige cambios democráticos. Payá dice que el régimen impuso a los católicos una relación basada en concesiones y no en el respeto a sus derechos. "La Iglesia me enseñó a ser un hombre libre, por lo que siempre reclamo el derecho del cristiano a expresar su fe y sus ideas pacífica y libremente", afirma Payá.
Aunque evangélicos y practicantes de cultos africanos se han acercado al Gobierno (dos pastores protestantes son diputados), la Iglesia católica mantiene una sana distancia; ante la ausencia de oposición legal, el cardenal Ortega se ha convertido en una especie de conciencia crítica de la sociedad.
Tras el triunfo de la revolución en 1959, la Iglesia no tardó en entrar en confrontación con Fidel Castro por imponer un régimen totalitario. El Gobierno acusó al clero de apoyar la reacción. Los bienes y recursos eclesiásticos fueron expropiados. Con la proclamación del carácter marxista de la revolución (abril de 1961), el choque se acentuó; la jerarquía católica condenó el comunismo y el régimen incrementó la ateización. Tras un enfrentamiento callejero durante una procesión, a resultas del cual murió un joven, en 1961, Castro expulsó a 132 sacerdotes, la mayoría españoles. Otros 460 se marcharon por iniciativa propia. El clero se redujo de 800 a 200 curas. Aunque no se llegaron a cerrar los templos, la Iglesia vivió poco menos que en las catacumbas hasta 1968, cuando se inició, no sin tropiezos y retrocesos, un largo periodo de acercamiento. La jerarquía reformuló sus postulados y buscó adaptarse a la nueva realidad.
"En estos años la Iglesia tuvo momentos de bonanza y épocas de turbulencia", dijo el cardenal Ortega.
Cuba: 11 milions. cats: 1%; prots: 1'7%; santeria et al: 50%; no rel: 47'3%.

19-IV-05, Joaquim Ibarz, lavanguardia, 19-IV-05.