paradojas culturales

paradojas culturales

Óscar Pujol
, Casa Àsia, LV, 1-II-2004.

En Occidente aún se piensa que si India conserva elevados índices de subdesarrollo se debe a que se trata básicamente de una civilización quietista, dominada por los ideales de la contemplación espiritual, y que difícilmente podrá competir con otras civilizaciones más pragmáticas. Sin embargo, la imagen de una India pobre y harapienta, corroída por la enfermedad del misticismo, es en realidad bastante reciente en la cultura europea: hasta la época colonial India era conocida no sólo por su espiritualidad, sino también por su abundante riqueza. Un dato histórico: el campesino indio de la época precolonial disponía de mayor cantidad de comida que su contemporáneo europeo. Un dato cultural: la adquisición de riqueza es uno de los cuatro objetivos legítimos de la existencia humana. La civilización india ensalza al santón, pero también al multimillonario. Como dice un viejo refrán: "Moralmente compórtate como si la muerte te tirase de los cabellos, pero al ganar dinero imagina que eres inmortal". Hay en India una ética ancestral del trabajo y los mercaderes no fueron nunca en realidad expulsados del templo. Eso explica el dinamismo de ciertos sectores de la sociedad india: en la década de los 70 una familia de Gujarat envió a uno de sus miembros a Holanda para aprender a pulir diamantes. En menos de 20 años los joyeros gujaratis controlaban una buena parte del comercio mundial de esta piedra preciosa.

Algunos aspectos del subdesarrollo indio se explican mejor, al menos culturalmente, por la persistencia de prejuicios de casta que giran en torno a ideales de pureza : un hindú de casta alta considerará degradante el trabajo físico, aunque alquilar a un paria le cueste caro. No es casual que una de las zonas más deprimidas sea precisamente el corazón de la India clásica: los estados de la cuenca gangética. La zona más poblada, que debería ser el verdadero motor del país, es en realidad uno de los lugares donde perviven con más fuerza estos prejuicios. Mientras el centro languidece, la periferia prospera. Así se explica el éxito económico de grupos más inmunes al orgullo rural de casta: los sijs, los empresarios parsis o los jainistas. También es cierto que, más allá de su obsesión por la pureza, las castas son redes de solidaridad grupal que contribuyen a la efectividad de las empresas como bien saben los emigrantes indios.

Hay dudas acerca de si el actual modelo de crecimiento indio es sostenible. Una economía que crea una nueva clase media pero al tiempo mantiene una masa ingente de individuos que vive con un dólar diario pasará grandes pruebas antes de consolidarse.

Y un último apunte: el cambio que está experimentando India no es casual. La revolución verde produjo un salto en las zonas rurales en los 70 que fue el precedente de la creación de la clase media urbana en los 80 y 90. La revolución verde mostró que era posible salir de la miseria, el hambre y la postración económica. Dio lugar a los denominados “capitalistas del arado”, una nueva clase social que propietarios que rompió el sistema de partidos tradicionales , para obligarles a encarar un futuro más abierto.