Primeras víctimas

Primeras víctimas
Baltasar Porcel, La Vanguardia, 16-III-06.

Estaremos, al fin, en vías de demoler el monstruo televisivo y radiofónico público que hemos creado, que se ha continuado hinchando sin cesar mientras nos devoraba? Aunque hay que aceptar un hecho incuestionable: el problema económico y moral de los 3.133 trabajadores que serán despedidos. Pero el ente y el Gobierno aseguran que barajan fórmulas para evitar estropicios mayores. Lo contrario representaría una estafa, una burla, un drama, cuando estos trabajadores son los únicos que no tienen la culpa de las razones y sinrazones que han abocado al añejo y masivo desaguisado que constituye RTVE.

Pero esta circunstancia, mejor sustancia, no puede excusar la continuación del despilfarro del dinero de todos los ciudadanos en aras del desorden, el abstencionismo, la pérdida de audiencia, porque no sólo todo esto es así y lo saben los mismos trabajadores, muchos de los cuales pueden pasarse meses y años sin dar golpe y cobrando, sino que la legislación comunitaria no permite un sistema de financiación al margen de una planificación y un rigor presupuestarios, como ocurre ahora. Situación algunas de cuyas cifras básicas son éstas: una deuda cumulada de 7.551 millones de euros, un billón largo de las antiguas pesetas; una compleja plantilla que ronda las 8.000 personas; que el año pasado la sola TVE obtuvo unos ingresos publicitarios de 704,5 millones de euros, además de una subvención estatal de 575 millones para lo inmediato... Y el periodista González Orbaneja, miembro del comité que debe dictaminar el plan de reforma del ente, ha declarado: "Quizá no haya ningún sitio en España con más corrupción que en esta casa".

Se refiere a sinuosas contrataciones, a viejos chanchullos, a oscuros compadrazgos. Pero también están un arteriosclerótico ordenancismo sindicalista, un tejemaneje político según el partido en el poder y sus conveniencias o vesanias y que cuestan dinerales; un ambiente general a menudo desmotivado; una dirección cuya naturaleza al cabo de tanta vicisitud ya radica en el fatalismo; etcétera. En definitiva, RTVE es entre las grandes cadenas la que gasta más dinero, tiene más empleados, y peores resultados consigue en audiencia, rendimiento laboral y creatividad. Dos meros ejemplos: la vergüenza de sus programaciones folklóricas e internacionales. Sin olvidar que el famoso servicio público de independencia, equidad, calidad y pluralidad resulta peor parado que el pito del sereno. Y esto no implica que no existan en el ente una experiencia, una dinámica, una red, unos profesionales, un historial, de nivel hasta envidiable. Pero que se convierten en las primeras víctimas del ruinoso caos.