´no politizarás la enseñanza´, Xavier Bru de Sala

no politizarás la enseñanza

Xavier Bru de Sala
, La Vanguardia, 19-XI-05.

Culpables de que España, y aún peor Catalunya, estén en la cola educativa lo somos todos: las familias, el sistema escolar, sus gestores y profesionales, los medios de comunicación, los líderes políticos. Nadie se escapa. Ahora bien, en el espectáculo de las últimas semanas (la enseñanza de la religión y la historia común como objetos de enfrentamiento sin cuartel) la cuestión es ideologizar, politizar y calentar el debate, de forma que nos ahorremos, todos, abordar estos gravísimos problemas en sus parámetros reales. La penosa verdad es que la calidad de la enseñanza primaria y secundaria no ha hecho más que descender en los últimos veinte años, mandara la izquierda, la derecha o Pujol. Que las sucesivas leyes de reforma educativa no han enderezado el rumbo. El pronóstico, terrible, es que los efectos de la próxima ley serán tan contraproducentes como los de las anteriores.

A nuestros líderes políticos les da igual. El descenso de la calidad de la enseñanza se nota al cabo de los años, cuando o bien han finalizado su ciclo o bien están en otra cosa. Cuando se radiografía el sistema, se echan cuentas del increíble fracaso escolar, los que están al frente aducen, con razón, que se trata de efectos de gobiernos anteriores. Luego aseguran que lo arreglarán, pero cuando consta que no, ya están otros en su lugar, endilgando el muerto a sus antecesores. Como siempre es así, y siempre lo será - para mal, pero también para bien si se le diera vuelta-, es comprensible la despreocupación de quienes no van a pagar un precio por dejar la enseñanza fuera de sus prioridades políticas ni a cosechar laureles por lo contrario. En vez de eso, creen que politizarla les favorece, que van a sacar tajada al convertirla en el centro de un debate ideológico sobre la sociedad, las creencias y los valores que transmitir. Por ese camino nunca vamos a mejorar el umbral básico, que es de lo que se trata, y las sucesivas generaciones, cada vez peor formadas en las materias fundamentales, menos capaces de aprender, darán como resultado un país menos competitivo, con un capital humano de nivel medio o bajo, destinado a servir a los del norte de Europa y a sufrir unas elites que dedicarán sus máximas energías a luchar entre ellas, a ver quiénes rebanan mejor los sesos y los ingresos de la masa de semianalfabetos funcionales (y lo de semi es caritativo). Esa tendencia ya está en fase avanzada de implantación y quien no lo quiera ver que siga en los parámetros del debate-trampa que le han tendido los líderes políticos como una cortina de humo que oculta su fracaso, el rotundo fracaso de PSOE, del PP y de CiU.

Ya se lo he reportado otras veces, y no es opinión sino información: las dos capacidades fundamentales que señalan el nivel formativo son la lecto-escritura y el cálculo. La naturaleza nos ha dotado para hablar y para contar - con auxilio instrumental, sea de los dedos o de las calculadoras-, pero saltar de esas habilidades primarias a la comprensión y asimilación lectora, a la resolución de problemas numéricos de cierta complejidad, ambas habilidades abstractas, requiere un enorme esfuerzo en edades primerizas, que transforma y enriquece lugares y funciones claves de nuestro cerebro. Ahí está el núcleo de la enseñanza, la línea roja que separa al ciudadano de la masa. Cuanto más fracaso escolar - el mesurado está en un treinta por ciento, pero el verdadero puede rondar el doble-, menos ciudadanos, peor sociedad. Siendo importante todo lo demás, no vale ni para matizar esas dos capacidades básicas, que todo joven debería poseer a la salida del sistema básico de enseñanza. Quien alcanza la adolescencia sin saber comprender textos y resolver problemas de dificultad media arrastrará una grave deficiencia de por vida, será un ser primitivo, poco civilizado, por muchos valores y religión que le hayan intentado inculcar.

¿Cuáles son, en fin, los vectores que determinan la calidad de la enseñanza básica y generalizada? Las respuestas son inciertas y nada fáciles. Desde luego y para empezar, ni las creencias ni las ideas de los enseñanates, sino su propia formación y vocación. No hay que ocultar ni disimular que elevados porcentajes de inmigración con ingresos escasos influyen de forma muy negativa en el nivel mínimo. La atención familiar hacia la educación de los niños debería dar también un giro radical. Si los padres quieren lo mejor para sus hijos, deben presionarles para que se esfuercen, premiarles si lo hacen y al revés.

Apuntado todo ello, podemos intentar aislar el terceto de vectores fundamentales: la enseñanza como prioridad pública; la dotación presupuestaria, y el pacto político-social. Lo contrario del presente. Prioridad de prioridades, el porcentaje del PIB dedicado a enseñar. Luego, concertación de objetivos y parámetros entre partidos, implicación de la sociedad y de los medios de comunicación. Y casi déjense de leyes, porque con idéntica legislación La Rioja presenta la mitad de fracaso escolar que Catalunya.