el sistema educativo finlandés

el sistema educativo finlandés

En principio, y según el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) y otros informes especializados, visitar un instituto finlandés es visitar una parcela del paraíso de la enseñanza. Una visita de tres horas a las aulas y estupendas instalaciones del Kulosaari, así como las exhaustivas explicaciones de la directora, Kyllikki Vilkuna, y de algunos profesores, nos indican que así es en efecto. Y nos permiten comprender y poner en sus justos términos la excelente fama del sistema educativo de Finlandia.

Como en todos los demás institutos del país, los 400 alumnos del primer ciclo (obligatorio) y los 220 del segundo ciclo de secundaria del Kulosaari tienen un total de 22 asignaturas que cubrir a lo largo de los seis duros años que, normalmente, pasarán aquí. Cada curso se divide en seis periodos que concluyen con una semana de exámenes. Las clases empiezan a las 8 de la mañana y terminan a las 5 de la tarde, pero éstos son sólo los límites: cada alumno se organiza el horario como quiere - absolutamente por su cuenta en el ciclo superior- con tal de completar al final los créditos que se les exige por cada asignatura. El promedio de clases a la semana es de 30. El curso empezó en Helsinki el 16 de agosto (la luz solar marca las vacaciones) y acabará a primeros de junio.

La vida del estudiante finlandés no es fácil porque el grado de exigencia es muy alto, como lo requieren el examen final de reválida y las ulteriores y dificilísimas pruebas de acceso a cada facultad. Eso sí, en los institutos públicos todo es gratis. Y eso que todos los profesores son universitarios, como ocurre también con primaria y hasta preescolar. La docencia es aquí una profesión "bien considerada y remunerada", afirma la directora Vilkuna. Un reconocimiento y una cualificación que constituyen, a su juicio, una de las claves del éxito del sistema. Otra explicación está en el carácter "democrático" de la enseñanza, que no separa a los escolares y estudiantes en función de su nivel, como en Alemania. "Aquí pensamos que el alumno débil se beneficia del fuerte, que a su vez aprende a ejercer su mayor capacidad de liderazgo". Una tercera razón que la rectora cita sin miramientos es que en Finlandia "no hay tanto extranjeros" como en otros países europeos. La escuela que dirige es no obstante una excepción, pues a ella acuden chavales de un total de 50 nacionalidades. No en vano en Kulosaari puede estudiarse en finlandés, en inglés o en bilingüe (por ejemplo, con clases en finés y material en inglés, o viceversa), motivo que ha atraído al centro a medio centenar de escolares de primaria del distrito que quieren y pueden aprovechar la posibilidad de recibir todas las lecciones en inglés. Esta peculiaridad se añade a la enseñanza, como asignaturas, de francés, alemán y, cuando hay profesor disponible, castellano. El instituto coopera con escuelas de varios países europeos, más China y Japón; celebra exámenes oficiales reconocidos internacionalmente y participa en una conferencia anual que se celebra en La Haya bajo el modelo de una reunión de las Naciones Unidas. Una joya dentro de la joya.

Cuando se pregunta a los responsables y docentes del Kulosaari cuáles son las asignaturas a las que se da más importancia en su centro, todos responden lo mismo: Matemáticas y Lengua. ¿Por qué? "Las Matemáticas son la base de las demás ciencias y, según los profesionales, enseñan a pensar con lógica. Por otra parte, el Gobierno está muy interesado en promover la investigación y la ciencia (e invierte en ello como ninguno otro, cabría añadir)", señala la directora, que a título particular destaca también Historia y Ciudadanía (organización social y política). El Kulosaari prevé reforzar además la asignatura Manualidades y Textil, que es obligatoria.

Los problemas de disciplina se tratan por aquí desde la perspectiva de la motivación. Los estudiantes del ciclo superior "están aquí porque quieren y, si no, se van a formación profesional". Cuando un alumno suspende repetidamente, "buscamos el porqué y tratamos de resolverlo o paliarlo con incentivos". Ysi un chico se porta mal, primero se le avisa; si persevera, se le expulsa de clase y se le envía al despacho de la directora; en caso de contumacia o retrasos reiterados, se le ordena "detención", que consiste en estar sentado hora y media en un aula, antes o después de su horario. Si el asunto es grave - como cuando un alumno llegó borracho y la lió-, se abre un procedimiento que puede llegar a una sanción con un parte al Gobierno regional y, tras las oportunas audiencias al alumno y sus padres, expulsión de hasta tres meses, durante los cuales el infractor sigue recibiendo un mínimo de clases. Los casos de indisciplina "son infrecuentes".

(lavanguardia, 10-IX-06)