heroínas

heroínas

En estos días de tanto debate animado sobre sucesiones y derechos constitucionales de la mujer quiero resaltar a mis dos particulares heroínas. Una es la diputada liberal holandesa Ayaan Hirsi Ali, que fue entrevistada por la contra hace pocos días. Esta mujer ejemplar nacida en Somalia representa hoy la lucha más valiente de la Europa libre frente al totalitarismo criminal islamista. Baste recordar que fue la guionista de la película de denuncia Sumisión,que costó la vida a su director, Theo van Gogh, asesinado en Amsterdam por un fundamentalista. Ayaan Hirsi Ali, que está amenazada de muerte y vive rodeada de guardaespaldas, ha recordado en estas páginas que "a las musulmanas se las mata por haber deshonrado a la familia; todo esto sucede en Europa y los argumentos son la libertad religiosa y el respeto a una cultura distinta". Hay que escuchar estas palabras con atención. No hace muchos años, ciertos sectores del falso progresismo catalán no se atrevían a denunciar la ablación de las niñas porque se amparaban en el relativismo cultural. Algún antropólogo que hoy vive de predicar la rebelión juvenil en la calle (desde su cómoda plaza de profesor de la universidad pública) demostró hace años su delgado pensamiento al defender públicamente la validez de prácticas como la mutilación genital.

Mi otra heroína es Rosa Negre, sargento de los Mossos que dirige la unidad antiablación de este cuerpo policial. Se trata de una profesional admirable que ya ha intervenido en treinta y seis casos para evitar la salvaje mutilación de algunas de nuestras ciudadanas a mano de sus familiares. También en la contra,la sargento Negre ha remarcado que "rechazamos ese supuesto respeto a la multiculturalidad que preconiza el relativismo cultural para que ignoremos la agresión que sufren estas niñas" y ha añadido algo obvio que cierta estupidez ideológica no quiere reconocer: "La ablación no es cultura".

Frente a estos ejemplos de heroínas de nuestra época persiste el discurso tramposo que legitima la opresión bajo la apariencia pseudoprogresista. Es el caso de Amina Wadud, afroamericana convertida al islam, que ha visitado Barcelona estos días con motivo del Congreso Internacional de Feminismo Islámico. Esta teóloga, que enseña en la Universidad de Virginia, mantiene que Bush y los fundamentalistas islámicos "son la misma amenaza". ¿Cómo es que esta señora, que iguala un presidente elegido en las urnas con los fanáticos criminales, no imparte clases en Arabia Saudí, Irán o Pakistán? Seguro que allí gozaría de una libertad muy especial. El programa de Wadud es inquietante: "No queremos ser occidentales modernos, sino musulmanes modernos".

lavanguardia, 2-XI-05