(eutanasia) un derecho

(eutanasia) un derecho

Descubro los aforismos del italoargentino Antonio Porchia la misma semana que resurge la polémica sobre la eutanasia a raíz de la muerte del tetrapléjico Jorge León. El poeta Porchia lo dice mejor que nosotros, mejor que nadie: "Cuando caen tu cuerpo y tu alma, la humanidad levanta tu cuerpo, solamente tu cuerpo". Ésa es la gran trampa. Por eso algunos tildan de artificial este debate.

La ministra de Sanidad, Elena Salgado, cierra la discusión: "No corresponde ahora". Los tiempos de la política son inescrutables, pero lo que ayer fue polémico hoy es ya normal. Para cierta España, legislar las bodas homosexuales parecía el fin del mundo, pero, hace muy poco, Galicia fue el escenario del gran casamiento gay de un destacado político local del PP, con gran pompa y boato. Pasaron las manifestaciones apocalípticas de los segmentos más conservadores de la sociedad y surgió la sorpresa. Los homosexuales del PP también se casan gracias a una legislación reformista impulsada por un Gobierno adversario. Para los homosexuales, la España oficial ha tenido un momento liberal. Celebrémoslo. ¿Habrá un momento liberal para los que ya no tienen suficiente con los cuidados paliativos y quieren usar su libertad para dejar esta vida porque ya no merece tal nombre?

"No corresponde ahora", nos dice la ministra de Sanidad. Más tarde o más temprano corresponderá. El eurodiputado liberal británico Chris Davies fija el problema: "El suicidio asistido no es una cuestión de salud, es un derecho". Tener un derecho no implica ejercitarlo, como sabemos. Por ejemplo, usted, querido lector, tiene derecho al divorcio, pero ello no le obliga a separarse de su pareja. Cuando se discutió en España la ley de Divorcio, los sectores más retrógrados mantenían que la nueva normativa acabaría con los matrimonios, con la familia y con la civilización. Hoy, todo aquello da risa y va unido a las imágenes de las películas de destape en las que el españolito recién salido del franquismo -cargado de traumas- descubría la complejidad gracias a alguna estupenda señora (acaso extranjera) que le hacía aterrizar en el siglo XX.

A pesar de todas las conquistas del individuo por tener un control responsable sobre su vida, las fuerzas conservadoras libran en este campo su batalla más dura. Tanto que devienen reaccionarias y son capaces, en su estrategia de freno, de ponerse al lado de los mismos que no permiten la burla de dioses y profetas. Entonces, surge la tentación fanática y la voluntad férrea de mantener la superstición como control y norma general. Suerte que Porchia descubre la trampa y la salida: "Ahora, cuando no tienes nada, sólo dolor no tienes". Tome nota, ministra.

lavanguardia, 17-V-06