AENA o la roca

AENA o la roca

El Estado ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Aunque el president Maragall proclame optimista que la presencia del Estado en Catalunya es "prácticamente residual", casos como el papelón de AENA nos advierten de todo lo contrario. AENA es el Estado en su versión más dura, inmutable y lejana. La entidad pública empresarial que gestiona los aeropuertos, adscrita al Ministerio de Fomento, forma parte de eso que llaman la roca y que viene a ser la esencia del poder que reside en Madrid, más allá de los cambios de partido en la Moncloa. La poca predisposición de la ministra Magdalena Álvarez a la hora de depurar responsabilidades en AENA por lo sucedido en El Prat es una señal clara de la fuerza y blindaje de estas instancias y corporaciones. ¿Quién le pone el cascabel a AENA? Toda la soberbia que la ministra exhibe ante los diputados catalanes que le piden explicaciones se torna vasallaje y debilidad frente a un organismo acostumbrado a hacer y deshacer a sus anchas, despreciando a unos ciudadanos que no respeta ni como clientes cautivos.

Algún día habría que analizar la prehistoria de AENA y tener en cuenta los privilegios y premios que, tras la Guerra Civil, obtuvieron determinados estamentos con y sin uniforme. Lo que hoy sufrimos son las inercias de un viejo estilo forjado en el monopolismo de cuartel y la impunidad de los amigos del régimen. Por mucho que repinten los edificios de modernidad, seguimos soportando caspa. Cuando se habla de traspasar un aeropuerto como el de Barcelona a la Generalitat o cuando se habla de privatizar este tipo de infraestructuras en toda España, los viejos guardianes de la llama saltan en defensa de sus intereses y de sus sillones. Y los ministros de turno nunca quieren sucumbir en un pulso titánico contra la roca.La máxima del superviviente de oficio es no enfrentarse con los de siempre.

La roca ha desarrollado muchos y variados mecanismos de autodefensa para no perder ni un gramo de poder. En la roca no hay ideología, salvo seguir mandando como toda la vida, que es ideología eficaz y comprensible. Subestimar la dureza de la roca es un error típico de los catalanes, acostumbrados a una sociedad civil que prefiere influir a sorbos antes que cortar el bacalao con todas sus consecuencias. El gran éxito de la roca es pasar inadvertida y que otros se hundan. La responsabilidad de AENA queda medio oculta por los trabajadores y la dirección de Iberia, por la cadena de decisiones ministeriales y por las críticas de la oposición. Los tipos instalados en la roca nos observan y dicen: "Pobres desgraciados, son como hormiguitas".


lavanguardia, 12-VIII-06