¿toda Barcelona?

¿toda Barcelona?

Por lo visto, las tropelías del juez Luis Pascual Estevill y del abogado señor Joan Piqué Vidal eran conocidas por todo el mundo. Todo el mundo lo sabía, todo el mundo estaba al corriente. El mismo Piqué incluso ha afirmado durante el juicio que “lo sabía toda Barcelona”. Es decir, que todos, absolutamente todos, somos de alguna forma cómplices. Somos culpables de nuestra propia cobardía.

Los conspicuos analistas, los prestigiosos comentaristas, los más afamados columnistas han empezado a confeccionar la lista de responsables. Están en primer lugar los políticos, CiU por proponer al juez corrupto para vocal del Consejo del Poder Judicial; los socialistas por aprobarlo, los populares por no decir ni pío... Pujol por haber designado al propio Piqué su abogado en los tiempos de Banca Catalana –como después lo haría el señor Prenafeta–, el mismo que elevaría a don Javier de la Rosa a la condición de empresario ejemplar. Después están los miembros de la magistratura, los empresarios, los profesionales... Sin embargo, curiosamente nadie, absolutamente nadie menciona a los periodistas. Por favor, ¿alguien tendría la amabilidad de explicarme dónde demonios estaban los periodistas catalanes? ¿Quizás decidieron al unísono irse de vacaciones en la misma época, tomarse unos años sabáticos, o acaso tenían cosas mucho más importantes que hacer? Resulta una paradoja inexplicable que mientras existe un raro consenso en que todo el mundo sabía lo que pasaba, los periodistas catalanes ni se enteraran. Acaso estaban haciéndose la manicura o, sencillamente, miramos hacia otro lado?

Por favor, ¿quiere alguien explicarme dónde estaban los periodistas que nos detallan pormenorizadamente el whisky que beben y los puros que se fuman, los maestros de periodistas, los premios Ciutat de Barcelona, los equipos de investigación, las firmas de relumbrón, los que enseñan periodismo en las facultades, el Col·legi de Periodistes, el Consell de l'Audiovisual, los defensores del lector... ¿No se enteraron de nada, cuando lo sabía toda Barcelona?, y si se enteraron, si lo sabían, ¿por qué no lo investigaron y, sobre todo, por qué no lo publicaron?, acaso se lo impidieron? ¿Nadie tiene nada que decir al respecto?

Todo parece indicar que hicimos el cumplido papel de ver, oír y callar. Esto era el oasis catalán, aunque en ocasiones desprendieron un olor pestilente y nauseabundo propio de una charca pantanosa y cenagosa. Pero ya se sabe que los escándalos tan sólo suceden en Madrid. Aquí nosotros a lo nuestro, a pagar la hipoteca. Y después dicen que la libertad de expresión no está amenazada en Catalunya. Menos mal.