´Justicia internacional, una aspiración´, Xavier Montanyŕ

En 1998 la ONU crea el Tribunal Penal Internacional (TPI). Nace un nuevo engranaje del complejo entramado legal mundial, quizá el principio de un nuevo orden, o el primer paso firme para prevenir y castigar masacres y atentados contra los derechos humanos cometidos con total impunidad. Es la primera vez en la historia que se funda un Tribunal Internacional permanente para investigar y juzgar casos de genocidio y crímenes contra la humanidad. Iniciativas anteriores como el juicio de Nuremberg (1945-46), el tribunal para investigar los crimenes de guerra en la antigua Yugoslavia, o el Tribunal de Arusha (Tanzania), que investiga el genocidio ruandés de 1994, si bien pueden ser consideradas precedentes del TPI actual, eran o son, únicamente, tribunales ad hoc, específicos y sin continuidad, que, además, han sido objeto de controversia. Aún es reciente, por ejemplo, la polémica causada por la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia que absuelve de genocidio a Serbia durante la guerra de Bosnia. O las quejas por la actuación del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, que únicamente investiga el genocidio de hutus contra tutsis del 1994, con más de 800.000 víctimas, ignorando matanzas anteriores y posteriores llevadas a cabo por tutsis. En este sentido, en el año 2005 se presentó en Madrid, en la Audiencia Nacional, una querella criminal para investigar los asesinatos de nueve españoles. Son, pues, muchas las lagunas e imperfecciones de los intentos llevados a cabo hasta ahora. Algo que se espera subsanar con el Tribunal Penal Internacional.

Ciento veinte países firmaron el documento fundacional del TPI, el llamado Estatuto de Roma, en 1998. No obstante, Estados Unidos, China, Rusia e Iraq se abstuvieron.

En el año 2002, sesenta países ya habían ratificado su apoyo, el necesario para que dicho tribunal comenzara su actividad, con el abogado argentino Luis Moreno Ocampo, en el cargo de fiscal general. Actualmente son ya 104 los países que se acogen a él. Moreno Ocampo ya había destacado como fiscal en el histórico juicio que condenó a la cárcel a Jorge Rafael Videla y otros mandos militares golpistas argentinos por el asesinato o ´desaparición´ de más de 7.000 personas tras el golpe de estado de 1976.

En el año 2002, el TPI inició sus trabajos, aunque EE. UU., Rusia, China e Israel, entre otros, siguen sin aceptar someterse a su jurisdicción. Actualmente, el tribunal investiga el conflicto de Darfur, y el reclutamiento de niños soldado como crimen de guerra en el Congo y Uganda, problemas todos ellos plenamente vigentes, conflictos en activo ya que los crímenes se siguen cometiendo. De ahí la posibilidad, también, además de impartir justicia, de que la ley internacional pueda frenar los crímenes en marcha. Las Naciones Unidas, cuya actuación en recientes conflictos internacionales ha sido, a veces, objeto de acusaciones de pasividad o debilidad, creando el Tribunal Penal Internacional sienta las primeras bases para que la ley y el respeto a los derechos humanos presidan el escenario internacional. Es un paso insólito en la historia de la humanidad, una primera plataforma común mundial para que la paz se imponga sobre la guerra. ¿Llegará, realmente, un día en que todo el mundo viva bajo un Estado de derecho común? A la espera de la respuesta, actualmente la justicia internacional se debate entre las limitaciones y polémicas sentencias de los tribunales existentes para Yugoslavia y Ruanda, y la esperanza puesta, al inicio de su andadura, en el Tribunal Penal Internacional.

culturas/lavanguardia, 20-VI-07.