ŽLa patria vuelveŽ, Francesc de Carreras

Desde hace años, alrededor del 11 de septiembre, Catalunya suele vivir inmersa en un clima falsamente patriótico. Los políticos, con sus exaltadas declaraciones, contribuyen a crearlo, y algunos medios de comunicación, especialmente los que dependen de la Generalitat, lo amplifican hasta el paroxismo. El ciudadano medio, en su inmensa mayoría, no participa del ambiente y, sobre todo si hay puente, aprovecha para tomar el sol en alguna playa, pensando que quizás podía ser el último baño de la temporada. A los pocos días, todo quedaba olvidado.

Hasta este año, nada semejante sucedía el 12 de octubre: ese día era más el Pilar que la Hispanidad. La celebración oficial tenía tintes casi burocráticos: la recepción de rigor, algo de música militar y poco más. Algunos nostálgicos, poquísimos, agitaban banderas o iban al Valle de los Caídos. La inmensa mayoría de los españoles, igual que los catalanes el 11 de septiembre, permanecían ajenos a las discretas conmemoraciones y se iban al campo o a la montaña, a buscar setas o, si coincidía con un puente, escapar por unos pocos días a Praga o a las Canarias.

Para la gente normal, lo único que importaba era que estos dos días cayeran en puente. Pero todo lo malo se contagia. La exaltación nacionalista catalana ahora ya tiene paralelo en España: en estos días el nacionalismo español se ha disparado otra vez y también cierta prensa y ciertos políticos nos quieren sumergir en un clima de exaltación nacionalista, en este caso, naturalmente, de nacionalismo español. El grotesco vídeo de Rajoy en pose de jefe del Estado ha sido la gota de mal gusto que ha colmado el vaso, ya muy lleno.

Vamos mal. Y la pendiente empezó hace ya algún tiempo. Quizás con el pacto de Lizarra, acaso con el plan Ibarretxe, puede ser con el Estatut, tal vez con el viaje de Carod a Perpiñán. Quién sabe. Ha sido la respuesta españolista a los llamados nacionalismos periféricos. El fenómeno acción-reacción, los extremos se tocan, España se rompe: tremendo problema visceral del todo ajeno a la razón. Pero problema, no lo duden. Artificial, pero problema.

Parecía que la España constitucional había superado para siempre los viejos demonios. Se había cerrado un ciclo y empezaba otro. Estado de derecho, democracia y Europa eran, a la vez, puntos de partida y llegada. Pero los errores se pagan. Desde hace un tiempo volvemos a mirar hacia atrás: la Iglesia, la nación, los Austrias, los Borbones, la Guerra Civil, la memoria histórica, la letra del himno nacional. En fin, la Patria en su peor sentido, en su sentido peyorativo. Aquello que cuenta Juan Benet en sus memorias: "¿Verdad que cuando ves a un francés te da mucha rabia?", le preguntó el sargento de su compañía. "Pues esto es la Patria".

Ojo: la Patria vuelve. Todos a tierra.

lavanguardia, 13-X-07.