“Una moneda mundial acabarķa con la pobreza“, Robert Mundell

Robert Mundell: Tengo 75 años: cuanto más viejo, más gozo trabajando. Ser canadiense da distancia crítica. Rato se equivoca: el dólar no bajará más. Ser premio Nobel es un fastidio: cada vez que hablo salgo en "The Wall Street Journal". Participo en el I congreso de FP y Empresa en Barcelona.

Mi padre pagaba hipotecas del 14 por ciento y con el euro que usted concibió yo pago el 5: gracias profesor.

Yo también estoy muy orgulloso de haber defendido la moneda europea, hace 30 años, cuando la ortodoxia la consideraba una fantasía. ¡Quién hubiera dicho hace 30 años que ustedes los españoles llegarían a los 35.000 dólares de renta per cápita!

Librarnos de la soberanía monetaria del Banco de España ha sido un buen negocio.

Ahora, que está probado que la moneda única genera riqueza y estabilidad, nuestra responsabilidad es ser generosos con los demás.

¿En qué sentido?

La Unión Europea demuestra cada día que cuando olvidamos las fronteras y creamos un gran mercado libre y transparente, con una moneda única, la prosperidad se crea y se reparte entre los ciudadanos. ¿Por qué no aplicar esta certeza a todo el planeta?

Su idea es grande, pero las fronteras estatales aún tienen demasiados beneficiarios.

Esos grandes mercados con instituciones comunes asegurarían, además, una paz duradera, como también demuestra la pacífica UE tras siglos de guerras europeas. Nuestro camino tiene que ser lograr esa moneda mundial en un mercado sin fronteras y afianzar así una paz planetaria. De ese modo se crearía una prosperidad para toda la humanidad como jamás hemos soñado.

Bonito, profesor, pero ¿no es utópico?

Eso me decían del euro. ¡Y no lo soy tanto! Somos un grupo de economistas - y entre nosotros alguien tan realista como Paul Volcker- quienes trabajamos para lograr esa moneda mundial en las reuniones anuales que organizo en Italia.

Les deseo tanta suerte como con el euro.

Me temo que ni usted ni, desde luego, yo lo veremos, pero estoy seguro de que ese es el camino que seguir. Por eso también le digo - volviendo al crudo presente- que hoy el gran error de la ortodoxia económica es minusvalorar el daño que hacen a las economías los desequilibrios de cambio entre divisas.

Por ejemplo.

El euro está sobreapreciado y está perjudicando a todos los europeos. Lo pagarán.

Pues Rato acaba de pronosticar que el dólar aún tiene recorrido.

Me sorprendió leerlo anteayer. Primero, porque esas declaraciones son impropias de su cargo: no es quién para sostener una opinión así, pero es que además Rato se equivoca.

Rectifíquele, pues, profesor.

Existen signos evidentes de que el euro está sobrevalorado y esta sobrevaloración está provocando ya tensiones deflacionarias en el mercado inmobiliario y financiero. Y parece claro que no va a poder mantener esta fortaleza.

¡Ojalá!

Fíjese en Japón: entre 1985 y el 1995 dejó que se apreciara el yen hasta que fue más fuerte que el dólar y lo aguantó 10 años. ¡Qué estupidez! En 1985, la ortodoxia decía que Japón sería la potencia económica dominante...

Lo recuerdo

... Pues en marzo pasado leí en la prensa de Tokio que por fin los pisos habían dejado de bajar allí... ¡Después de 20 años de descensos! La sobreapreciación del yen colapsó su economía. Y ésa es la lección para el euro: fijen una banda de fluctuación y un cambio máximo de, por ejemplo, 1,40 dólares - extremo por determinar-, intervengan y eviten que se aprecie más frente al dólar. El BCE tiene medio trillón de dólares para intervenir: ¡hagan algo!

¿Y la inflación?

El euro sube por falta de liquidez: no hay tensiones inflacionistas. Piense que Alemania y Francia han languidecido estos años por culpa del euro demasiado fuerte. Fíjese en la economía norteamericana: cuando se debilita, hacen caer el dólar ¡Y su economía se recupera enseguida! Los europeos - que son todavía la parte débil en esa ecuación cambiaria- no deberían pagar los problemas de América.

¿La crisis de las hipotecas está superada?

¡Por favor! Esa crisis ha sido sobredimensionada. Todo el mundo explica cualquier cosa o, lo que es peor, excusa cualquier error aludiendo a las hipotecas. Es como cuando el secretario general de la ONU dice que el cambio climático causa la crisis de Darfur: ¡un abuso conceptual! No todo lo que sucede en este planeta es culpa del cambio climático... ¡Ni tampoco de la crisis de las hipotecas!

¿Pero esa crisis está superada?

El BCE actuó rápido y contundente inyectando liquidez: ¡Bien! y en EE. UU. también se ha reaccionado con eficacia. La economía norteamericana va a seguir tirando beneficiada por la ventaja cambiaria del dolar débil...

¿Alguna prueba de que no vamos mal?

Si no quiere creer a este pobre economista, crea a la OPEPC: está haciendo que el petróleo se encarezca. Y lo hace porque cree que la economía estadounidense y mundial puede pagarlo. Hágales caso: vamos a seguir creciendo.

¿Qué haría usted si fuera inversor?

Compraría terrenos en el sur y el centro de China. Existe un riesgo político, pero una certeza de beneficio que lo compensa.

¿Algún otro sitio para invertir?

Compre cementeras en Vietnam y - quien sabe me entenderá- otros valores en línea.

¿Un consejo para quien no sabe tanto?

Aproveche el dólar débil: compre casas en EE. UU. Comparados con los precios de España son una ganga.

Los buenos economistas - y los buenos políticos- saben sumar, como Mundell cuando concibió el euro, para luego multiplicar la riqueza. Su propuesta de una sola moneda para todo el planeta es un bonito sueño que convierten en imposible los malos políticos, que sólo saben restar, o los peores, que además logran dividirnos. Que haya tanta gente trabajando en restar y dividir personas, mercados y economías para empobrecernos a todos no impide que Mundell nos devuelva la fe en el futuro. Al fin y al cabo, también parecía un sueño librarse de la peseta cuando el Banco de España (su gobernador acababa de ser encarcelado) la devaluó dos veces - un 11 por ciento- en tres meses.

Ll. Amiguet, lacontra/lavanguardia, 19-X-07.