"Si puedes tener dos, no tengas una nación", S. Dion

Stéphane Dion, ministro de Relaciones entre Gobiernos de Canadá.
entrevista de Lluís Amiguet.

Tengo 48 años. Nací en Quebec: pienso en francés, pero me alegro de hablar inglés. En este mundo global lo lógico es tener varias identidades: yo tengo dos, porque soy quebequés y canadiense. Llevo casado toda la vida: tengo una hija. El federalismo es más que una organización territorial: es la pluralidad y la diversidad en la unidad.

-Usted es quebequés y piensa en francés...

–Toda la vida. Incluso cuando hablo inglés tengo un tremendo acento francés.

–¿Nunca pensó que la independencia de Quebec era la solución de sus problemas?

–Pues claro. Estaba convencido de ello. Yo cuando era joven, era independentista.

–¿Y ahora es ministro federal de Canadá?

–He discutido y reflexionado mucho para llegar hasta aquí. Cuando yo pedía la independencia, mi padre, partidario de Canadá, me convencía pacientemente con un argumento tras otro de que era mejor sumar que restar y que lo ideal era ser las dos cosas a la vez: quebequés y canadiense.

–¿No son contradictorias a veces?

–Al contrario, hoy los ciudadanos necesitamos más de una identidad: si puedes tener dos ¿por qué conformarse con una nación?. Y a esas dos, quebequés y canadiense, hay que sumar identidades, lenguas, culturas: en Canadá se hablan varios idiomas. Y eso sigo pensando hoy: unidad en la diversidad.

–¿Autodeterminación?

–Sí, pero eso no quiere decir que cada comunidad tenga un Estado, porque eso es imposible en la práctica. Hoy en nuestro planeta hay más de 4.000 grupos humanos con “identidad nacional”. Es imposible crear 4.000 estados, pero es muy factible que cada comunidad se encuentre a gusto en estados federales abiertos, plurales, diversos, en los que participen en su gobierno. Y los ciudadanos tendrán varias identidades nacionales superpuestas, porque un Estado moderno no será sólo de una nacionalidad.

–Suena bien, pero la realidad...

–Es el secreto del moderno Canadá.

–Donde los secesionistas han perdido ya dos referendos, en 1980 y 1995...

–Sí, pero los quebequeses no quieren más y por eso retrocede el partido secesionista en las urnas. Hemos convencido al separatismo con argumentos, diálogo y ejemplo.

–¿Qué ejemplo?

–Hemos demostrado que ser quebequés no depende de negarse a ser canadiense. No eres más quebequés por ser menos canadiense. Y, sobre todo, los quebequeses se han comprometido en el gobierno de Canadá: gobernamos. El primer ministro Chrétien es quebequés. Fue él quien dijo en el 82 que basta ya de discusiones identitarias, que lo prioritario era salir de la crisis y lograr prosperidad para todos. Y la economía respondió.

–Canadá es próspero, sin duda.

–Somos uno de los estados que más calidad de vida ofrecen a sus ciudadanos. Ese contrato social nos mantiene unidos y por eso cesa la presión separatista. Y luego recuerde que el ministro de Finanzas era quebequés y ahora mismo cuatro de los nueve jueces del Tribunal Supremo son francófonos.

–¿Quebec es fiscalmente independiente?

–Totalmente. Cada territorio de Canadá ha decidido su régimen fiscal y Quebec optó por ser fiscalmente independiente y a mí como quebequés me parece lo mejor..

–¿Nunca se ha enfrentado usted a un independentista quebequés?

–Jamás he condenado a un separatista, aunque he intentado rebatir su opinión. Ni Chrétien ni yo hemos personalizado nunca un argumento. Por supuesto, hemos tratado de racionalizar la discusión, de razonar juntos sobre soluciones para dar más calidad de vida a los ciudadanos. Con los secesionistas tenemos acuerdos que respetamos y dialogamos siempre.

–¿En qué acierta y en qué yerra el proceso de descentralización español?

–No quiero interferir en su política.

–Desde luego, pero ¿dónde nos ve?

–Creo que el federalismo puede proporcionar soberanía y un estado eficaz a cada comunidad nacional de este planeta que compartimos. Los grandes países federalistas ya establecidos como Austria, Australia, Alemania o Suiza deben ayudar a nuevas federaciones como México, Rusia o Sudáfrica porque el federalismo es imposible sin democracia y Rusia sale del totalitarismo; Sudáfrica, del apartheid, y México, del partido único.

–¿Y España?

–España y el Reino Unidos no son federales, pero adoptan tendencias federalizantes. España hace 25 años era un país absolutamente centralizado: ha avanzado mucho. Pero el federalismo no es sólo organización territorial, sino la forma más avanzada de democracia, tolerancia y pluridiversidad.

–¿En qué sentido?

–Trudeau, francófono, dijo a los francófo-nos que bastaba ya de ser sólo quebequés y a los anglófonos de ser ex colonia británica:

todos éramos canadienses en una patria multicultural, diversa y abierta también a las minorías nativas e inmigrantes.

–¿Y ha funcionado?

–Somos uno de los países más prósperos, tolerantes y abiertos del planeta. Tenemos cien veces menos violencia armada y tres veces menos violencia interracial que EE.UU.

–¿Por qué?

–Somos diferentes. Nos negamos a apoyar la invasión de Iraq igual que rechazamos la de Vietnam en su día o el bloqueo de Cuba.

–Justo al revés que Washington.

–Sí. También apoyamos el tratado antiminas personales y el de Kioto. No somos enemigos de nadie y somos amigos de todos. Y creo que la fórmula funciona. ¿Sabe lo que hizo nuestro primer ministro el 11-S? ¡Se fue a visitar una mezquita!

–Le veo muy ufano.

–Tenemos la solidaridad y la protección social europeas con el dinamismo y la iniciativa de EE.UU. Podemos estar en el podio de los países del mundo con más bienestar.

lavanguardia/lacontra, 02-XII-2003