"Política y partidos", Baltasar Porcel

Nadie niega la necesidad ni la bondad de los partidos políticos, pero estas correas de transmisión de la democracia no siempre han sido las mismas, y copio del profesor Fernando Jiménez en “Revista de Libros” de diciembre: “El último de estos importantes procesos de transformación ha venido produciéndose desde el final de la Segunda Guerra Mundial y ha dado lugar a un reforzamiento sin precedentes de la relación de los partidos con el Estado, al tiempo que ha ido debilitándose su relación con la sociedad”. Analiza, luego, un estudio de Blanco Valdés, “Las conexiones políticas”, a la luz de otros títulos del ámbito inglés, como “Critical citizens: Global support for democratic governance”, “The self-restraining State”, “Democracy, accountability and representation”, etcétera. Cito estas referencias porque, como señala Jiménez, “las posibilidades que los ciudadanos tienen para controlar a los políticos está generando una interesante literatura bajo la etiqueta común del término inglés de ‘accountability’”.

La financiación pública de partidos, su reforzado papel constitucional a la par que parlamentario, el mismo Estado convertido en omnipresente en la sociedad, mientras en ella se han diluido las demarcaciones entre derecha e izquierda, los medios de comunicación desarrollan una vitalidad virtual sin precedentes y la seguridad social ha conocido una vasta extensión, todo ello ha creado un nuevo marco de coexistencia nacional e internacional, muy interclasista y notablemente inédita, que se diferencia radical de los graves embrollos registrados después de la guerra del 14 y que abocaron a la del 39. Pero el esquema de partidos y su discurso apenas han cambiado, cuando la realidad es muy otra y entonces han bajado las militancias programáticas y sindicales, pues la gente necesita más un administrador que un salvador, una filosofía sincrética e interpretativa que una ideología tautológica y doctrinaria.

lavanguardia, 31-I-2004