"¿Hay que explicar Cataluña?", Norbert Bilbeny

NORBERT BILBENY, catedrático de Ética de la Universitat de Barcelona

President Maragall, usted es un catalanista como el que más, y, como pocos, quiere a los pueblos de España. No vamos a tener otros líderes de esta clase. Ahora, por favor, no consienta en “explicar” qué es Catalunya al resto de los españoles. No caiga en esta pequeñez. Catalu-nya y España no nos lo merecemos.

En España nos conocemos todos. España siente a Catalunya, en el mejor sentido, como propia. Los catalanes, incluso los independentistas, no tienen nada contra España, aunque sean críticos con el centralismo y las maneras imperialistas abominables. ¿Qué catalán no quiere continuar bien con sus parientes y amigos en España, aunque aborrezca a Aznar, o incluso sin sentirse “español”? ¿Qué español quiere perjudicar a Catalunya, por más que no entienda al catalanismo? Por favor, no impulse esta anunciada campaña de “dar a conocer” Catalunya al resto de la Península. Nadie lo necesita. Acometerlo sería dar un gran paso atrás. Empequeñecería a Catalunya. Ridiculizaría a nuestros vecinos, parientes y amigos en España.

Hace tanto tiempo que nos conocemos. No hay otro futuro que el de seguir caminando juntos. Usted tiene autoridad para decirlo y hacerlo respetar. No debemos dejar escapar esta oportunidad. El independentismo es legítimo, pero anacrónico y conflictivo. El centralismo imperialista tiene el poder y la ley de su parte, pero está ya fuera de la historia y es aún más conflictivo. No hay que “explicar” nada: nos conocemos todos. El poder español es imperialista y el poder catalán es lógico que reaccione en contra. Pero es hora de que no nos dejemos llevar más por esta espiral. Que nadie dé lecciones a nadie. Es ofensivo que unos nos sojuzguen y otros nos desvivamos por querer demostrar que “tenemos razón”. Es todo tan evidente...

Así no vamos a ninguna parte. No hay ninguna razón superior a otra. En política son los hechos y la voluntad lo que cuenta. Los españoles somos una familia en la que cada uno, como en toda familia moderna y normal, tiene derecho a una habitación propia.

Hasta los jueces, cuando un matrimonio quiere separarse, se abstienen de preguntar por qué razones lo hacen. Eso pasó ya a la historia. Dos o más personas adultas quieren estar juntas o separadas, y eso es lo que cuenta. Está ya fuera de lugar preguntarles por qué. Hay cosas, en la política, que no se pueden ni se deben justificar: un individuo o una colectividad quieren ser así o asá: ¿a cuento de qué pedirles que lo “justifiquen”? Es injustificable que los catalanes o los vascos tengamos que justificarnos por nada, de la misma manera que otros no tienen por qué hacerlo. Olvidémonos de una vez de pedir o ofrecer (lo que es peor) justificaciones a nadie. En política democrática, es la libre decisión lo que cuenta, si bien no quiere decir que no se pueda o se deba dar razón de lo que se hace. Pero eso está en segundo lugar. No es lo principal, si ya se respeta la regla democrática. Catalunya hace más de dos siglos que se justifica y más de uno que se ha propuesto darse a conocer y esperar a que se la “comprenda”. Ya es tiempo más que suficiente. Ni un día más. Es humillante para ella y ofensivo para los otros pueblos hermanos.

Acabemos con la “pedagogía” política y hagamos de una vez política. Es inútil y muy poco democrático que tengamos que “explicarnos” si formamos parte de un mismo proyecto democrático. Se acabó la época de “justificar” nada. Un gobierno no puede llamarse a sí mismo de izquierdas, ni catalanista, ni pedir ni justificar nada hacia afuera. Esa es política de aficionados. Sáquenos adelante, president, y le respetarán. La mejor pedagogía es la autoridad política dentro del diálogo.
President Maragall, usted es un catalanista como el que más, y, como pocos, quiere a los pueblos de España. No vamos a tener otros líderes de esta clase. Ahora, por favor, no consienta en “explicar” qué es Catalunya al resto de los españoles. No caiga en esta pequeñez. Catalu-nya y España no nos lo merecemos.

En España nos conocemos todos. España siente a Catalunya, en el mejor sentido, como propia. Los catalanes, incluso los independentistas, no tienen nada contra España, aunque sean críticos con el centralismo y las maneras imperialistas abominables. ¿Qué catalán no quiere continuar bien con sus parientes y amigos en España, aunque aborrezca a Aznar, o incluso sin sentirse “español”? ¿Qué español quiere perjudicar a Catalunya, por más que no entienda al catalanismo? Por favor, no impulse esta anunciada campaña de “dar a conocer” Catalunya al resto de la Península. Nadie lo necesita. Acometerlo sería dar un gran paso atrás. Empequeñecería a Catalunya. Ridiculizaría a nuestros vecinos, parientes y amigos en España.

Hace tanto tiempo que nos conocemos. No hay otro futuro que el de seguir caminando juntos. Usted tiene autoridad para decirlo y hacerlo respetar. No debemos dejar escapar esta oportunidad. El independentismo es legítimo, pero anacrónico y conflictivo. El centralismo imperialista tiene el poder y la ley de su parte, pero está ya fuera de la historia y es aún más conflictivo. No hay que “explicar” nada: nos conocemos todos. El poder español es imperialista y el poder catalán es lógico que reaccione en contra. Pero es hora de que no nos dejemos llevar más por esta espiral. Que nadie dé lecciones a nadie. Es ofensivo que unos nos sojuzguen y otros nos desvivamos por querer demostrar que “tenemos razón”. Es todo tan evidente...

Así no vamos a ninguna parte. No hay ninguna razón superior a otra. En política son los hechos y la voluntad lo que cuenta. Los españoles somos una familia en la que cada uno, como en toda familia moderna y normal, tiene derecho a una habitación propia.

Hasta los jueces, cuando un matrimonio quiere separarse, se abstienen de preguntar por qué razones lo hacen. Eso pasó ya a la historia. Dos o más personas adultas quieren estar juntas o separadas, y eso es lo que cuenta. Está ya fuera de lugar preguntarles por qué. Hay cosas, en la política, que no se pueden ni se deben justificar: un individuo o una colectividad quieren ser así o asá: ¿a cuento de qué pedirles que lo “justifiquen”? Es injustificable que los catalanes o los vascos tengamos que justificarnos por nada, de la misma manera que otros no tienen por qué hacerlo. Olvidémonos de una vez de pedir o ofrecer (lo que es peor) justificaciones a nadie. En política democrática, es la libre decisión lo que cuenta, si bien no quiere decir que no se pueda o se deba dar razón de lo que se hace. Pero eso está en segundo lugar. No es lo principal, si ya se respeta la regla democrática. Catalunya hace más de dos siglos que se justifica y más de uno que se ha propuesto darse a conocer y esperar a que se la “comprenda”. Ya es tiempo más que suficiente. Ni un día más. Es humillante para ella y ofensivo para los otros pueblos hermanos.

Acabemos con la “pedagogía” política y hagamos de una vez política. Es inútil y muy poco democrático que tengamos que “explicarnos” si formamos parte de un mismo proyecto democrático. Se acabó la época de “justificar” nada. Un gobierno no puede llamarse a sí mismo de izquierdas, ni catalanista, ni pedir ni justificar nada hacia afuera. Esa es política de aficionados. Sáquenos adelante, president, y le respetarán. La mejor pedagogía es la autoridad política dentro del diálogo.


lavanguardia, 23-II-2004