´La grave crisis de Bin Laden en Iraq´, Fawaz A. Gerges

En lo que constituye otro indicio más de los problemas a que se enfrenta Qaeda, Osama bin Laden ha admitido de forma pública que sus militantes en Iraq "han cometido errores". En una grabación emitida por Al Yazira a finales del mes pasado, Bin Laden parece muy preocupado por la supervivencia de la Al Qaeda iraquí, un grupo en gran medida independiente de la organización madre pero con la que comparte una ideología similar. El máximo dirigente de Al Qaeda hace un llamamiento a las tribus árabes suníes y a otros grupos armados suníes iraquíes para que dejen de luchar contra la organización y se unan contra el verdadero enemigo, la coalición encabezada por Estados Unidos.

La Al Qaeda iraquí se enfrenta a la creciente indignación de la población suní, harta de los atentados indiscriminados contra civiles y de sus leyes religiosas de corte talibán. A lo largo del último año, las tribus y los combatientes suníes se han alzado contra la rama local de Al Qaeda y, en colaboración con las tropas estadounidenses, han matado o expulsado de sus zonas (en especial, en la provincia de Anbar) a muchísimos militantes. Ante ese acoso interno y externo, la Al Qaeda iraquí lucha por sobrevivir y superar unos reveses militares catastróficos.

Con la aparición en ayuda de sus seguidores en Iraq, Bin Laden se juega su autoridad y credibilidad personales. En un raro momento de autocrítica, se aconseja "a sí mismo, a los musulmanes en general y a los hermanos de Al Qaeda en todas partes, que eviten el extremismo" y coloquen los intereses de laumma(la comunidad musulmana universal) por encima de los intereses tribales, partidistas y nacionales.

Como era de esperar, Bin Laden se abstiene de especificar quién puede erigirse en portavoz de la umma y cómo los intereses de esa comunidad musulmana imaginada pueden anular los de los diferentes estados nacionales y grupos especiales.

En ningún momento Bin Laden, ambicioso y muy hábil con los medios de comunicación, había ido tan lejos en lo referente a airear en público los trapos sucios. En el pasado, tanto él como su lugarteniente Ayman al Zauahiri, habían aconsejado en privado a los jefes de la rama de Al Qaeda en Iraq que no alimentaran la guerra confesional entre los musulmanes suníes y los chiíes y que no impusieran visiones extremas a los iraquíes. Sin embargo, esas peticiones no fueron atendidas nunca.

En su último "mensaje al pueblo de Iraq", las aprensiones de Bin Laden reflejan la gravedad de la crisis de Al Qaeda en Iraq, así como un esfuerzo tardío por conquistar a los árabes suníes opuestos a la organización militante.

Al tiempo que subraya la unidad sobre la actual división y confusión, Bin Laden insta a las tribus suníes a mantener su "tradición de resistencia" a la ocupación extranjera, como la del colonialismo británico en el siglo pasado.

Bin Laden invoca incluso al profeta Mahoma al transmitir su mensaje de unidad y perdón. "El Profeta, que la paz esté con él, dijo en cierta ocasión: nadie es perfecto. Todos cometemos errores, y los errores siempre conducen al conflicto y la disputa. Tras reconocer que hemos cometido errores... podemos intentar ahora rectificarlos", dice. Además, reprende abiertamente a sus seguidores en Iraq por su "fanatismo" y usa la palabra árabe ta´asub,que significa extremismo excluyente en la adhesión a una tribu o un grupo reducido.

De modo paradójico, no es probable que este jefe autoproclamado de todos los muyahidines que libran guerras contra sus gobiernos prooccidentales y Estados Unidos vea obedecido su llamamiento a la cooperación por parte de sus seguidores en Iraq, o a las tribus y los combatientes suníes. Tras haber expulsado con gran esfuerzo a muchos miembros de Al Qaeda de su territorio, las comunidades suníes no les permitirán regresar. Y, por más que acojan favorablemente la disculpa pública de Bin Laden, los jefes suníes iraquíes ya han desechado su mensaje por considerarlo demasiado poco y demasiado tardío.

El caso es que los problemas de Bin Laden van más allá de Iraq. Destacados clérigos y antiguos militantes ponen en cuestión la legitimidad misma de la autoridad de Bin Laden como portavoz en nombre del islam y los musulmanes. El mes pasado, uno de sus más destacados mentores saudíes, el predicador y erudito islámico Salman al Odah, escribió una carta abierta reprochándole el "fomentar una cultura de los atentados suicidas que ha causado derramamiento de sangre y sufrimiento y que ha ocasionado la ruina a comunidades y familias enteras de musulmanes".

La Al Qaeda de Bin Laden había sufrido otro devastador golpe interno con la renuncia de uno sus principales teóricos, Abdul Aziz el Sherif, a los extremismos (incluido el asesinato de civiles y la elección de objetivos en función de la religión y la nacionalidad). En los últimos meses, El Sherif - colaborador durante mucho tiempo de Zauahiri y autor de lo que ha llegado a conocerse como la guía de Al Qaeda para la yihad- ha pedido varias veces a los militantes que desistan del terrorismo y ha escrito una refutación contra sus antiguos seguidores.

A principios de octubre, Abdulaziz al Ashaij, gran muftí de Arabia Saudí, emitió una fetua prohibiendo a los saudíes lanzarse a la yihad en el extranjero y acusó a Bin Laden y los regímenes árabes de "transformar a nuestra juventud en bombas andantes para conseguir sus propios objetivos políticos y militares".

La Al Qaeda iraquí tiene hoy opciones limitadas e intenta ganar tiempo. Sin embargo, aunque acosada y débil, dista de estar acabada. El breve momento de autocrítica de Bin Laden muestra que, aunque escucha, le resulta difícil evitar que una nave se hunda tras haber sido arrojado por la borda.

 

 F. A. GERGES , profesor de Asuntos Internacionales, y de Política Árabe y Musulmana, en la Universidad Sarah Lawrence (Nueva York), acaba de regresar de una estancia de 15 meses en Oriente Medio. Traducción: Juan Gabriel López Guix
lavanguardia, 15-XI-07.