recelosa colaboración nuclear militar Pakistán-USA

Pakistán es hoy, para la Administración Bush, una pesadilla igual o aún peor que Iraq e Irán. Washington mueve todos los hilos para prevenir una caótica desestabilización de su aliado y miembro del club nuclear. Pero la desconfianza viene de lejos y, por si acaso, según reveló ayer The New York Times,desde hace seis años EE. UU. proporciona a Islamabad una ayuda secreta para que controle al máximo su arsenal atómico y sea casi imposible que un grupo terrorista acceda a una de sus armas y la use.

El diario tenía la información desde hace más de tres años, pero el Gobierno le rogó que no la divulgara por razones de seguridad. Algunas filtraciones en Pakistán sobre el tema hicieron inevitable que Washington pusiera fin al veto informativo, pero sin dar detalles.

El programa de ayuda secreta, con un costo de 100 millones de dólares, habría consistido en la formación de personal especializado pakistaní en EE. UU., la construcción en el país asiático de un centro de entrenamiento sobre seguridad nuclear y la entrega de material - desde helicópteros hasta equipos de detección de radiactividad- para proteger las instalaciones atómicas pakistaníes y detectar una posible sustracción de un arma. El programa, creado después del 11-S, es gestionado por los departamentos de Energía y de Estado. Está inspirado en iniciativas parecidas llevadas a cabo con estados de la ex Unión Soviética después de 1991.

Pese a la colaboración bilateral, existe un fondo de gran recelo mutuo. Los pakistaníes, celosos de su soberanía, no desvelan dónde guardan el material más sensible ni la cantidad de uranio enriquecido que producen. Temen que Washington pudiera destruir su arsenal en caso de crisis. Los norteamericanos, por su parte, tampoco están dispuestos a compartir con los pakistaníes todos los adelantos tecnológicos. Uno de ellos, considerado la herramienta clave para la protección de las armas atómicas, es el conocido por el acrónimo Pals (del inglés permissive action links o enlaces de acción permisiva). Se trata del sistema de códigos y autorizaciones integrados en el arma, sin los cuales ésta no puede ser detonada. En Washington se impuso la idea de que facilitar a Pakistán esta tecnología suponía mostrarle demasiados detalles sobre cómo funciona el propio arsenal estadounidense. A los pakistaníes tampoco les entusiasmaba pensar que EE. UU., al darles la tecnología, pudiera incluir algún dispositivo secreto, un botón asesino remoto, para desactivar sus armas.

E. Val, lavanguardia, 19-XI-07.