´´Prestad atención a lo que oís...´ (Marcos 4: 24)´, Quim Monzó

Anteayer iba yo en un taxi por la calle Entença y, poco más arriba de Rosselló, vi una furgoneta de la Guardia Urbana que se ponía en marcha. Me fijé en ella porque, en los laterales - al menos en el derecho, el que yo veía-, llevaba escrita la palabra "Accidents". Traté de imaginar qué características deben tener las furgonetas de la Guardia Urbana que se dedican a los accidentes, en qué deben diferenciarse de las normales. El tráfico era denso y avanzábamos poco a poco. Al cabo, la furgoneta policial quedó situada unos cuantos coches más atrás, en el mismo carril que el taxi en el que iba.

Entonces, entre Còrsega y París, una voz metálica, de altavoz, resonó en la calle: "El de la furgoneta gris, ¡deje el móvil!". Giré la cabeza. Nunca había oído a una patrulla de la Guardia Urbana utilizar el altavoz del techo para llamar la atención de un automovilista por una infracción. Me fascinó. Se me ocurrieron diversas cosas. Una: si hablar por móvil mientras se conduce está castigado con multa y retirada de puntos, ¿por qué no lo multaron inmediatamente? ¿Por la pereza de bajar? Dos: ¿por qué se dirigieron al hombre en castellano? ¿Presupone la Guardia Urbana que los que cometen ese tipo de infracciones son siempre castellanohablantes, igual que lo presuponen los bancos que, en los cristales de sus sucursales, colocan avisos sólo en español en los que se lee: "Caja fuerte con apertura retardada". Tres: ¿es habitual en Catalunya que los coches de la policía adviertan de esa forma a los conductores y me lo había perdido hasta ahora?

Estos últimos tiempos se leen a menudo noticias - de medio mundo- sobre los altavoces que, cada vez más, se incorporan a las cámaras de vigilancia policial que hay en las calles. Es el paso siguiente al del altavoz de la furgoneta que vi en acción anteayer. Esos altavoces sirven para ordenar a la gente que camine por la acera y no por la calzada. Para - en ciertas celebraciones masivas, como las de Nochevieja- indicarles la mejor forma de salir del magma, cuando la concentración ha acabado. En Middlesbrough, en Gran Bretaña, tiras un papel al suelo y un altavoz cercano te riñe y te ordena recogerlo inmediatamente. Cuando lo haces y lo tiras a la papelera, el altavoz te da las gracias.

Que en las calles hubiese altavoces controlados por las autoridades sonaba antes a régimen dictatorial. En la Corea de Kim Jong Il aún se utilizan para difundir las consignas políticas. Pero ahora, en esta versión occidental, poca gente se queja. Y, en cambio, ¿se imaginan hace treinta años? Todo quisqui hubiese puesto el grito en el cielo, y hubiese dicho que era algo inaceptable, digno del 1984 de Orwell y de aquel terrible Gran Hermano que a todos controlaba. Pero, en un mundo donde Gran Hermano ya no es más que un programa de tele, a la gente le parece de maravilla y, si hubiese más cámaras con altavoces, más de maravilla le parecería.

lavanguardia, 5-XII-07.