fin de la cuenta atrás en Kosovo

Las pocas dudas legales que quedaban en la Alianza Atlántica sobre la permanencia de sus tropas en la provincia serbia de Kosovo tras su probable declaración de independencia quedaron ayer superadas en Bruselas. Los ministros de Exteriores aliados acordaron ayer el mantenimiento de la misión militar KFOR, independientemente del rumbo que tome el territorio y mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas "no decida lo contrario". Para la organización militar, la resolución 1244 de la ONU que avaló el despliegue de la KFOR en 1999 es una base suficiente para mantenerse en la zona. En el terreno político las cosas están menos claras y la Unión Europea ha fracasado hasta ahora en su intento de consensuar su posición frente a una declaración unilateral de independencia, que no todos dicen estar dispuestos a reconocer.

El Consejo de Seguridad se reunirá el próximo lunes para examinar el informe de la troika de mediadores internacionales, compuesta por Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, divulgado ayer. En él, la troika constata el fracaso de las negociación con las partes, que no han cedido en la cuestión de la soberanía, pero no propone qué pasos dar ahora. Ese día se cumple el plazo fijado por las Naciones Unidas para una solución negociada, pero se da por sentado que los kosovares esperarán semanas o incluso meses antes de dar cualquier paso. La declaración sólo triunfará si es concertada con la comunidad internacional y ayer Condoleezza Rice, secretaria de Estado norteamericana, instó a los aliados europeos a apoyar una transición suave para la provincia.

Los países aliados se comprometieron a dar una "respuesta contundente" a cualquier atentado "contra la seguridad de sus habitantes, sin distinción", y a reforzar sus dotaciones sin dilaciones en caso de necesidad (ya hay dos batallones en reserva). Las tropas aliadas no tendrán restricciones geográficas ni de movimiento, como ocurre con los efectivos de algunos países, una decisión con la que se pretende evitar situaciones como la producida en el 2004, cuando las fuerzas de la OTAN no pudieron reprimir los actos de violencia. La KFOR cuenta actualmente con más de 16.000 soldados (casi 600 de ellos españoles) y se prepara para responder a posibles actos de violencia, proteger infraestructuras y enclaves cruciales y ayudar en posibles evacuaciones. La tensión en la zona derivó ayer en un enfrentamiento entre miembros de la KFOR y la población de Gorazdevac, un enclave de mayoría serbia en el centro de Kosovo.

En el comunicado final del encuentro, los ministros aliados instaron a serbios y kosovares a abstenerse de "cualquier acto o declaración que comprometa la seguridad de Kosovo o en otra zona de la región". Preocupa el auge de la retórica nacionalista en Serbia, representada por el primer ministro Vojislav Kostunica (uno de sus asesores dijo anteayer que la guerra es "una opción legítima"), pero los aliados confían en que se imponga la línea menos dura del presidente Boris Tadic. Los mediadores aseguraron ayer que durante las negociaciones tanto los albanokosovares como el Gobierno serbio se han comprometido a no utilizar la violencia o las amenazas. Tadic descartó ayer en una entrevista el recurso a la guerra o a la violencia para afrontar los planes secesionistas de la provincia de mayoría albanesa. "Pondría en peligro cualquier posibilidad de que Kosovo siga formando parte de Serbia e iría contra los intereses de nuestros ciudadanos", declaró Tadic, perteneciente a las fuerzas proeuropeas serbias. Advirtió además que Belgrado prepara una retahíla de medidas diplomáticas y legales para contestar a la posible declaración de independencia - que consideran una violación del derecho internacional-, también para tomar represalias contra los países que reconozcan al nuevo Kosovo. Serbia desea prolongar las conversaciones con Pristina para dotar al territorio de plena autonomía dentro del Estado serbio, una posición que defenderá junto con Rusia en la próxima reunión del Consejo de Seguridad. Tanto Washington como Bruselas dan por agotada la vía de la negociación.

Los intentos de los países miembros de la Alianza Atlántica por acercar posiciones con Rusia sobre el futuro de Kosovo fracasaron de nuevo. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, que participó en Bruselas el consejo OTAN-Rusia, reiteró a los jefes de la diplomacia aliados que "una solución fuera del marco de Naciones Unidas sentará un precedente", no sólo en los Balcanes. "No contribuirá en absoluto a la estabilidad de Europa", dijo, tras advertir a los países que apoyen la secesión de Kosovo que se adentran "en una resbaladiza pendiente". El análisis ruso de la situación es diametralmente opuesto al que hace Washington. Según Rice, lo que no aportará estabilidad a los Balcanes es "ignorar la realidad" de Kosovo.

Los aliados admitieron ayer que las relaciones con Rusia atraviesan "una fase delicada", tras constatar la falta de acercamiento en cuanto al futuro de Kosovo, las sanciones contra el régimen iraní, el despliegue de un sistema de defensa antimisiles por parte de EE. UU. junto a su frontera o la suspensión por parte del Kremlin de su participación el Tratado de armas convencionales (FACE). Este acuerdo internacional, que regula el despliegue y volumen de armas convencionales entre ambas partes, será suspendido por Moscú el próximo 12 de diciembre. Los aliados descartan un rearme ruso, pero consideran prioritario alcanzar una solución. Lavrov afirmó que seguirán negociando, tras insistir en que el tratado debe revisarse "desde varios puntos de vista".

B. Navarro, lavanguardia, 8-XII-07.

Entre tanto, se apunta al trance de las elecciones presidenciales en Serbia, previstas para el 20 de enero. Para Estados Unidos y la UE, una victoria ultranacionalista es un riesgo añadido. Al margen de las últimas declaraciones incendiarias en Belgrado, Kostunica dijo ayer a una delegación de serbios kosovares que "los serbios de Kosovo serán siempre ciudadanos de Serbia". Léase como se quiera.

F. Flores, lavanguardia, 8-XII-07.