"Contra las tabacaleras, leyes antimafia", J. Samet

Jonathan Samet, doctor, principal perito en el proceso antitabaco en EE.UU, entrevista de Lluís Amiguet en lavanguardia/lacontra, 8-I-2004.

Tengo 58 años y en toda mi vida sólo he fumado una calada. Nací en Virginia, ex estado tabaquero. Soy catedrático de epidemiología de la John Hopkins. Para vivir sano, esté siempre ocupado, trate a gente interesante y no fume. ¿Por qué aquí no multan a quienes fuman en el aeropuerto? Colaboro con la Agència de Salut Pública de Barcelona.

-A la industria tabaquera de Estados Unidos le estamos aplicando la legislación antimafia...

-¿No es un poco exagerado?

-Es justo y necesario. El argumento del Departamento de Justicia es que el tabaco es una sustancia dañina que es consumida gracias a crímenes cometidos por las multinacionales tabaqueras como fraude, publicidad engañosa y conspiración para ocultar información de interés público.

-Supongo que tendrán pruebas.

-Estamos demostrando que las principales tabacaleras conspiraron efectivamente para que no trascendieran a la opinión pública los informes médicos que demostraban que el fumador pasivo sufre mayor propensión a padecer cáncer de pulmón o enfermedades coronarias.

-¿A cuánto asciende la indemnización?

-Son 200.000 millones de dólares: su cifra de beneficios, porque la ley antimafia precisamente deja muy claro que, cuando existe conspiración para el crimen, la organización mafiosa, en este caso las tabacaleras, no puede en ningún caso retener el importe de los beneficios de sus crímenes.

-¿No habrá apelaciones?

-Claro, pero no creo que prosperen: ya hay una sentencia precedente en el estado de Florida. La cuestión que se dirime ahora es: ¿hubo conspiración de las multinacionales para ocultar información al consumidor?, y parece que estamos logrando demostrar que sí. El fallo lo sabremos esta primavera.

-Veo que se han puesto duros ustedes.

-Mucho más que en España, desde luego. Espero que recapaciten. Acabo de pasar por el aeropuerto de Barcelona y es inaudito que aquí todo el mundo pasee con el cigarrillo en la mano sin que nadie le llame la atención pese a los carteles que prohíben fumar.

-La policía tiene otras prioridades.

-Ya no es la policía: ¡cualquiera les hubie-ra afeado su conducta!Yademás, en Estados Unidos ningún agente de seguridad hubiera tolerado ni la primera calada fuera de la zona de fumadores. La multa les disuadiría.

-¿Hasta dónde van a llegar en Estados Unidos? ¿Prohibirán el tabaco?

-No creo, pero estoy muy esperanzado por los enormes progresos que hemos realizado. Hace veinte años publicamos el primer informe rotundo del Cirujano General sobre los perjuicios del tabaco. Entonces fumar era socialmente tolerado; hoy el consumo del tabaco en EE.UU. ha bajado un 25 por ciento.

-¿Encarcelarán a los fumadores?

-No es una broma. El tabaco mata y llevamos ya medio siglo de estudios clínicos que no dejan de descubrir y demostrar más y más efectos nocivos del tabaco. Estoy orgulloso de haber dedicado mi carrera a transformar esa evidencia científica en acción social para desterrar el tabaquismo.

-¿Cree que en España es posible una causa general antitabáquica como en EE.UU.?

-Tenemos legislaciones muy diferentes, pero la Organización Mundial de la Salud impulsa la Convención Mundial contra el Tabaco y ya la han ratificado 37 de las 50 naciones necesarias para hacerla efectiva.

-¿El camino son los macroprocesos?

-En mi país han asestado un golpe terrible a las tabacaleras, que han perdido el poder, el prestigio y el dinero de antaño.

-No se rinden: se van al Tercer Mundo.

-Eso es lo que más me preocupa ahora: ver como Philip Morris y los demás gigantes del sector invierten fortunas en publicidad en todo el Tercer Mundo y países en desarrollo. El gran pastel es China.

-Allí hay mucho cáncer en potencia.

-¡Un paraíso para las tabacaleras! Piense que ahora mismo hay 350 millones de fumadores en China y esto sólo es el principio. Pero la gran tentación es que sólo el 5 por ciento de las mujeres chinas fuma... ¡imagínese lo que puede crecer todavía ese mercado!

-Pero es un monopolio estatal.

-Sí, China Tobacco tiene el monopolio, pero me temo que pronto se abrirá a tentadoras ofertas multinacionales. Otro escándalo es la Japan Tobacco, la tercera tabacalera del mundo, que, al comprobar que los japoneses fuman menos porque tienen acceso a la información que les demuestra que el tabaco les mata, se ha lanzado a conquistar mercados menos informados en todo el planeta.

-¡Menudos son los japoneses exportando!

-Es el Estado japonés el que controla la Japan Tobacco y está exportando muerte sin el más mínimo escrúpulo.

-¿No dramatiza usted?

-Intento salvar millones de vidas de niños, mujeres y hombres de los países más pobres del planeta. Son víctimas de un crimen.

-¿Han estimado esos daños?

-Si sigue la tendencia tercermundista, el tabaco causará mil millones de muertes este siglo en esos países pobres.

-Terrible pandemia.

-Pero, además, piense que estos países, ya con graves problemas sanitarios, necesitan todos sus recursos clínicos para combatir otras enfermedades y van a tener que desviarlos a los daños causados por el tabaco.

-¿El fumador es culpable?

-Es una víctima y un enfermo.

-¿Por puro vicio?

-Creo que la respuesta está en los estudios que demuestran que la predisposición a las adicciones es hereditaria, genética.

-¿Cree que el tabaco acabará siendo, como es hoy el rapé, arqueología adictiva?

-Creo que durará este siglo, pero no hay marcha atrás. Cuando eliminas el tabaco, por ejemplo de una oficina, la gente se acostumbra al aire puro y se vuelve intolerante al humo y piensa "¿cómo pudimos soportar la porquería del humo alguna vez?"


Me fascinaba el poder del humo sobre personas aparentemente inteligentes, así que he preguntado a más de cuarenta personajes cómo dejarlo en el libro Fumar para contarlo y me he encontrado con la vida amenazada de Joan Manuel Serrat, que lo superó con el dulce apoyo de sus dos hijas; con el deceso tabáquico de don Fernando Lázaro Carreter, que llevaba Rex, muy apropiado, a don Juan de Borbón en el exilio; con el amor propio de Carmen Alborch, dispuesta a ser "gordita feliz" por ganar kilitos al abandonarlo, o con el sexo sacrificado de Reverte: "Ahora que ya no fumo hago menos el amor, porque antes sólo lo hacía por el cigarrito de después". Empezaron a fumar para ensanchar el camino de sus vidas y casi se pierden. Gracias por haber regresado.