'...mucho va todavía de la lectura de los signos hasta el trance último en que, convertidos los signos en cosas, las cosas se lean como signos...' (p. 39)
'...La escritura, que fija (en imagen, por más lineal y cursiva que ella sea) los recuerdos y las tradiciones de un momento, a disposición del conjunto de hombres letrados de cualquier tiempo, rompe con ello mismo la continuidad y la riqueza del flujo del recuerdo de la persona y de las tradiciones de los pueblos, en que no hay momento fijo y cada uno no se manifiesta más que viniendo a ser el que le sigue; al procurar la posibilidad de una fidelidad literal al productp, corta la corriente de perpetua infidelidad que en la reviviscencia del recuerdo hiponoético y en la continuación de las tradiciones era fidelidad constante al proceso mismo, y al preparar ideas de los hechos, sojuzga y estorba la producción de nuevos hechos según su tirmo...' (p. 42/43)
'...Inseparable de la creencia en el Destino y el Progreso de la Humanidad que a esta fase de la conciencia histórica caracteriza, una idea o fe domina, más o menos declaradamente, las mentes de los científicos y de sus clientes: la de que se trata de saber Todo, aunque haya de ser, naturalmente, entre todos, según el epigrama de Juan de Mairena, y que cada actividad de las llamadas de investigación está contribuyendo a construir y perfeccionar ese saber de Todo. No hace falta apenas que les indique que tal idea o fe implica la de que hay en algún sitio Alguien que lo sabe todo, como el Dios omnisciente de la vieja Teología, y que a los hombres lo que les toca es apresurarse a acabar de saber lo que está sabido...' (p. 54)
