militancia opositora democrática de la abogacía

El barrio de los abogados de Islamabad, Ayub Market, se ha convertido en un símbolo de la oposición al autoritarismo. Quinientos letrados impecablemente vestidos con traje negro, camisa blanca, corbata oscura y pañuelo en la pechera, hormiguean por calles de una extrema modestia, donde mecanógrafos teclean las cartas de los analfabetos. Entran y salen de despachos minúsculos que dan a la calle, en plantas bajas de cristales sucios. Con cuatro sillas incómodas y una mesa como todo mobiliario, parecen oficinistas de una empresa en quiebra. Y de algún modo es así, aunque habría que ver qué se fastidió antes, si Pakistán o su sistema judicial. Desde marzo pasado, se han convertido en punta de lanza en la lucha contra la dictadura, al grito de "fuera Musharraf". Han pagado su arrojo con cargas policiales, cientos de detenciones y algunos muertos. Un atentado contra una concentración organizada por ellos en la capital, de apoyo al defenestrado presidente del Tribunal Supremo, Iftijar Chaudhry, causó 16 víctimas. Luego, durante el estado de excepción decretado en noviembre, siguieron aguantando sobre sus hombros el peso de la resistencia a la arbitrariedad, mientras los partidos políticos fracasaban a la hora de movilizar a las masas.

Hoy mismo, 300.000 abogados de todo Pakistán reanudan una huelga general que observarán todos los jueves, "hasta que se restaure la Constitución, sin las enmiendas introducidas durante el estado de excepción, y se rehabilite en su cargo a los 60 jueces - trece del Supremo- expulsados por Musharraf por mantenerse fieles a ella", afirma Niazalah Jan Nazi, un abogado próximo al Partido Popular de Pakistán (PPP), de la difunta Bhutto. La filiación política es muy habitual en la profesión. Uno de los líderes de la revuelta, Feisel Rafik Malik, no esconde su militancia en la Liga Musulmana N, de Nawaz Sharif. Ni su opinión sobre Musharraf: "Es la primera vez en nuestra historia que un dictador militar arrastra en su descrédito al ejército. Hay un odio generalizado hacia ellos. Pero también hay descontento entre los jóvenes oficiales". "La gente está harta de sus privilegios y de que se apropien del 80% del presupuesto. Han colocado a militares en todos los organismos posibles: en la misma Oficina de Desarrollo de Islamabad el 40% de sus empleados son militares. Cuando se jubilan, pueden contar con tierras, una buena casa y una misión diplomática, además de reservarse una pensión mucho más alta que las civiles. Mientras, un juez gana menos de 250 euros al mes".

Los abogados retoman hoy el hábito de cerrar las puertas durante una hora, cada mediodía, y marchar en manifestación, vociferando sus reivindicaciones entre hileras de casas que parecen de juguete. Cuando se les pregunta por qué sólo la clase alta ha seguido la estela de sus protestas, responden que la mayoría de los pakistaníes bastantes problemas tiene con la subida de los precios. Sobre el aplazamiento de las elecciones, no tienen dudas: "No tiene otro objetivo que asegurarse de que la Liga Q obtiene algunos escaños y evitar una victoria abrumadora del PPP". ¿Quién mató a Benazir? "El establishment".

Sobre su mesa cuelga un calendario del 2008 con la foto de Chaudhry, bajo arresto domiciliario, como otros 26 jueces. "Si esta vez vuelve a haber pucherazo nos encaminamos a una guerra civil", sentencia Malik, mientras los demás asienten.

3-I-08, J.J. Baños, lavanguardia