´Ladrillos en solfa´, Xavier Bru de Sala

A pesar de que los nuevos equipamientos no son prioridad y presentan contraindicaciones graves, los socialistas vuelven a la carga.

Tanto la Casa Gran de Barcelona como la de Catalunya ultiman preparativos para lanzar una nueva oleada de equipamientos culturales. Tras las bibliotecas, en buena hora programadas, construidas y puestas en marcha, las escuelas de música. Tras ellas, las de enseñanzas artísticas. ¿Es que no saben hacer nada más que poner ladrillos? No son los ladrillos los que van a inserir a la cultura en la nueva economía del conocimiento. Resulta además que una de las particularidades del proyecto consiste en prescindir por completo, y por tanto aniquilar, buena parte de las escuelas privadas de música. Idealmente, todas, aunque alguna pudiera sobrevivir. Algunos de los que se ganan la vida enseñando música pueden hacerse en principio la ilusión de que saldrán beneficiados, pues la administración pública paga mejor. A medio plazo, cuando se acabe de desertizar el entorno, no va a ser así. Peor aún, la diversidad actual de tendencias, estilos y metodologías pedagógicas se vería reducida al más estalinista de los uniformismos.

Aquí se han unido la estrategia del PSC, consistente en proporcionar nuevos servicios universales a la población - y uno de ellos es entretener a los vástagos de las familias a la salida de la escuela-, con la inclinación enfermiza de los responsables de las administraciones por construir. Cualquiera que tenga un cargo ya se cree faraoncito y pretende legar sus pequeñas pirámides a la posteridad. Quieren edificios, funcionarios, contratados, sin importarles a quien quitan el pan, convencidos de que la actividad propia de la administración genera beneficios a su alrededor, sin atisbar fórmulas imaginativas de eficiencia sinérgica mucho mayor. Preparaos pues para nuevas mareas de equipamientos. Autoconsumo autosuficiente. Así de simplón, de modo axiomático, acrítico y poco menos que fundamentalista. Bueno, pues en este caso, el planteamiento debería ser ligeramente distinto al de las bibliotecas: éstas son públicas o no son. Escuelas de música, las hay a cientos en Catalunya, con formas diversas de titularidad.

Antes de cerrarlas por decreto, de extender enseñanza degradando lo mejor, volviendo romas las puntas de lanza, sería imprescindible un estudio de impacto, orientado a la concertación. Para enseñar música no es necesario poner más ladrillos. En vez de nuevos equipamientos, equipar mejor para la música a los que ya existen, empezando por todo el sistema escolar, siguiendo por los centres cívics,las sedes de asociaciones con solera, a menudo infrautilizadas, y teniendo siempre a la vista las escuelas que ya funcionan.

Los prolegómenos huelen a conflicto, y serio. Si los socialistas cierran la red de escuelas privadas van a depauperar los niveles altos y por lo tanto empobrecer el panorama y ensombrecer el futuro. Hay soluciones, pero todas pasan por dialogar, imaginar y concertar.

XAVIER BRU DE SALA, 9-I-08, culturas/lavanguardia