"África empobrecida por las ayudas", D. Taino

George Bush quizás tenga razón en hacerse el tacaño con los africanos. Y Bob Geldof y Bono erróneas buenas intenciones. Un estudio apenas publicado exhibe que, desde 1970, el volumen de ayudas recibido por los Países en desarrollo ha sido contrariamente proporcional al crecimiento de este últimos. Mejor: que las ayudas han frenado el desarrollo, han sido contraproducentes. El economista sueco Fredrik Erixon, autor del estudio, está convencido de ello.

Según Erixon, la razón por la que, después de décadas de declaraciones de buena voluntad y 400 mil millones de dólares de sostén occidental, África queda en condiciones económicas y sociales pésimas es que las ayudas no funcionan cuando se es afortunado, y hacen mal en la mayor parte de los casos. A pocas semanas del G8 de julio en Escocia, que tendrá en el centro de las discusiones la lucha contra la pobreza, y a pocos días de las marchas y de los grandes conciertos de beneficencia, previstos en todo el mundo, que lo acompañarán, éste es el ataque hasta ahora más fuerte al Rock Star Economics, aquel complejo de teorías que hizo populares a músicos y actores que sustentan la necesidad de duplicar enseguida las ayudas a los Países más pobres. "Los economistas-rock star ven el mundo con gafas rosas -sustenta Julián Morris, director del Internacional Policy Network (IPN), el instituto británico que ha publicado el análisis-. Su convicción de que las ayudas vayan a beneficiar a los pobres es pobre y mal enfocada. La realidad es que las ayudas premian la quiebra y refuerzan regímenes que de otra manera habrían sido expulsados."

Los datos llevados por Erixon enseñan que a medida que las ayudas a África aumentaron del 5% del Pil continental (1970) al 18% (1995), el crecimiento del Pil per cápita se derrumbó del 15-17% a negativo; para remontar a mediados de los noventa cuando las ayudas han vuelto a bajar. El estudio sustenta que si los gobiernos occidentales hicieran como ha solicitado Jeffrey Sachs, el economista que ha estudiado la estrategia ONU para erradicar la pobreza, y como ha propuesto el primer ministro británico Tony Blair, es decir si aumentaran las ayudas al África de 25 mil millones de dólares el año, "las consecuencias podrían ser desoladoras. Demasiado a menudo las ayudas han hecho más mal que bien, especialmente en África. Han agigantado las élites políticas y quitado poder al hombre común."

Erixon refuta desde la raíz la teoría indiscutida por décadas según la que las ayudas extranjeras tendrían la fuerza de dar el empuje inicial a una economía y romper así el "círculo vicioso de la pobreza". Dice en realidad, el economista, "los Países no son pobres porque falten calles, escuelas u hospitales. Faltan estas cosas porque son pobres. Y son pobres porque no tienen las instituciones de una sociedad libre, los que crean las condiciones de base para el desarrollo económico". En otras palabras, la condena a la pobreza es la ausencia de derechos de propiedad, de leyes y normas, de mercados abiertos, de gobiernos honestos y no intervencionistas, de comercio extranjero. Las ayudas, por el contrario, tienen dos tipos de efectos negativos: desplazan la atención del problema verdadero, es decir de la creación de instituciones que funcionan; y sobre todo empujan a los márgenes las inversiones privadas, dan recursos a régimenes despóticos para seguir oprimiendo, minando la democracia, perpetuando la pobreza.

¿Algún ejemplo en la historia moderna de África? Entre otros, los casos de Zimbabwe, de Uganda, de Congo. El estudio del IPN -que ha sido publicado junto a centros de búsqueda de Sudáfrica, Hong Kong, India, Ghana, Israel y Nigeria- analiza en general los efectos de las ayudas sobre el crecimiento y descubre que siempre son negativos. Y como ejemplo a seguir presenta (aparte China e India) Botsuana, que se ha dotado de buenas instituciones económicas y ha tenido una baja "interferencia" de ayudas extranjeras, con el resultado que su tasa de crecimiento en los pasados 30 años ha estado "entre los más altos del mundo" y la renta per cápita es hoy de ocho mil dólares el año, contra los menos de mil de muchos países africanos. No se ha dicho, en fin, que el concierto más virtuoso sea el del rock.

Danilo Taino, Corriere della Sera, 16-VI-05