´Necesitamos un movimiento de regeneración cívica´, Enrique Gil Calvo

Enrique Gil Calvo, sociólogo y analista político. Tengo 61 años. Nací en Huesca y vivo en Madrid. Casado, una hija. Soy doctor en Sociología y profesor de Sociología Política en la Universidad Complutense de Madrid. Soy un social-liberal agnóstico. Publico La lucha política a la española (Taurus).

Esto de la política parece un reality show…

Ya las cortes de las monarquías del absolutismo y del despotismo ilustrado eran escenarios teatrales donde se representaba un espectáculo para las elites.

Ahora es masivo.

La llegada de la democracia ha universalizado el espectáculo de la pompa del poder. Un espectáculo con dos caras, la constructiva y seductora (el sueño de Obama, que crea un espejismo para atraer a las masas como si fuera el Flautista de Hamelin; lo que intentó Rajoy con su niña),y la pesadilla.

¿La amenaza del derrumbe?

Exacto, sembrar el miedo al adversario, crear un escándalo para destruir la reputación del oponente. Y así está España.

Los políticos hablan de un enfrentamiento social que no está en la calle.

La clase política está dividida en tres Españas: conservadora-liberal, progresista-europea y nacionalista; su sentido se lo da el enemigo. Rajoy nos salva de los nacionalistas; estos, de Madrid, y Zapatero, de Rouco. Pero los ciudadanos no nos dejamos contagiar.

Nos produce abstención y cinismo.

Tener políticos puramente destructores harta e indigna a la ciudadanía.

¿Y por qué insisten?

Primero, porque no saben hacer otra cosa, y porque generar tensión e incertidumbre les parece eficaz a corto plazo de cara al resultado electoral. Nos estimulan para que vayamos a votar no a favor de, sino en contra de. Eso explica por qué esta última campaña, tan llena de recriminaciones, producirá mayor participación de la que parecía.

En este circo, ¿qué papel desempeñan los medios de comunicación?

Es un negocio. Cuanta más bronca, más audiencia. La prueba está en estos dos debates, que de contenido político, cero, pero bronca, mucha, y la audiencia por las nubes.

¿Se acabó lo de la prensa libre?

¿Alguna vez fue libre? En la transición, todos los políticos eran antigolpistas y con ellos, la prensa. Cuando se consolida la democracia, esa misma prensa se alinea en trincheras políticas y pasa a ser tendenciosa contra el adversario político.

Hemos visto como en el análisis de los debates preelectorales la figura del periodista objetivo ha desaparecido.

Cuando hay polarización, ambos bandos empujan a los independientes a tomar partido y acallan las voces de los que no lo hacen.

Aun así, me niego a pensar que los ciudadanos seamos idiotas.

Por eso votamos al mal menor o nos abstenemos como postura de rechazo.

Y otra cosa increíble es que, aunque pierdan, todos dicen que ganan.

Si reconociesen su derrota, tendrían que dimitir y perder su poder clientelar. Los políticos son conseguidores y están lucrándose con el tráfico de influencias, con todo el amplio abanico de negocios de la política, que va desde la recogida de las basuras (como en el caso de Nápoles) hasta las grandes obras firmadas por arquitectos estrella.

¿Ya no quedan políticos honrados?

La mayoría de ellos no son estafadores, pero están en los nudos de unas redes clientelares de tráfico de influencias donde circulan miles de millones de euros, y no es que se los queden ellos, sino que les dan un poder real muy superior al poder jurídico que se ventila en los órganos legislativos.

¿Qué hacemos?

Sólo se nos convoca ritualmente una vez cada cuatro años para que los reelijamos o los echemos, pero como nunca reconocen su derrota, siguen en el poder desde la oposición. La democracia no es más que un método para intercambiar gobernantes. Necesitamos un movimiento de regeneración cívica y ciudadana no manipulada por políticos.

También desde los medios se banaliza la política.

Se hollywoodializa,pero es sólo ruido de fondo. El peligro mayor del debate político en España es que lo importante queda fuera de la agenda. Nadie ha tratado en esta campaña uno de los problemas más profundos de nuestra democracia: la corrupción político-inmobiliaria, que es lo que está detrás de la burbuja que acaba de estallar.

Y no es el único tema urgente.

Otro problema muy gordo es el bloqueo de la emancipación juvenil y femenina. Tenemos el récord europeo en incapacidad de vivir de forma independiente por empleo precario, bajo poder adquisitivo de los salarios e inaccesibilidad a la vivienda. Bloqueo que causa la más baja natalidad de Europa.

Pretenden arreglarlo con cheques bebé y rentas de emancipación.

Los expertos sostienen que eso no funciona, sólo sirve para ganar elecciones, y ni eso, ya que los dos bandos ofrecen lo mismo.

¿De qué es síntoma la crispación?

Se debe a la crisis ideológica de la izquierda europea. A falta de ideas, se limitan a satanizar a la derecha.

¿Por el otro bando?

No hay crisis ideológica; al revés, hay un rearme. Su problema es el desclasamiento y empobrecimiento de las clases medias, a las que pretenden enardecer con crispación. Políticos y medios han convertido la política en una mala película de buenos y malos que sólo interesa a los espectadores por el suspense de quién ganará al final, de ahí que las encuestas nos hayan vendido empate cuando no está nada claro.

El diagnóstico del panorama político de Gil Calvo no hace concesiones ni a la derecha, ni a la izquierda ni a los nacionalismos, todos enzarzados en demonizar al otro, en presentarse ante el votante como el salvador del desastre. No exime de responsabilidad a la prensa, "en teoría independiente, pero partidista en la práctica". Entre todos nos venden una película de buenos y malos de la que todos se benefician, y los votantes acudimos a votar al mal menor por miedo a que gane el mal peor. "Necesitamos una rebelión cívica, pero soy escéptico porque la ciudadanía es muy conformista. Pero puede que un día la abstención adopte proporciones de rechazo absoluto de la clase política".

7-III-08, Ima Sanchís, lacontra/lavanguardia