Viñetas europeas y libertad de expresión (A. Rafat)

La historia de las viñetas sobre el islam y el profeta Mahoma, publicadas primeramente por daneses y luego por periódicos suecos y franceses empieza a ser preocupante. La decisión de un editor francés de despedir al director de su periódico por haber publicado una viñeta, tal como las amenazas del nieto del ayatollah Khomeini de hacer emitir algunas fatwa contra quien ha dibujado y quién ha publicado estas viñetas, tienen que ser consideradas amenazas muy serias a la democracia y a la libertad de expresión.

Sin querer entrar respecto a las viñetas en cuestión, que según las muchas sensibilidades pueden ser consideradas ofensivas o menos, no es admisible que en los países que se definen democracias laicas y seculares, los editores hagan marcha atrás por temor de retorsiones de parte de grupos terroristas como Al Qaeda, o bien de gobiernos antidemocráticos y autoritarios como la República islámica y Arabia Saudí. De este paso, utilizando el arma de la amenaza y el terrorismo, el fundamentalismo islámico logra no sólo manipular la opinión pública en los países con régimenes totalitarios, sino también imponer su voluntad y sus códigos morales a un mundo que sigue definiéndose libre y demócrata.

La decisión de editores y directorios de periódicos europeos de despedir a los mismos directores y de imponer la mordaza a los mismos redactores, es interpretada por los terroristas y los fundamentalistas islámicos como una victoria y un hundimiento de la democracia en una Europa que vive con la psicosis de los atentados terroristas. Ceder sobre las viñetas danesas, que no encuentro tampoco personalmente obras maestras de la sátira, significa bajar el precio que las democracias están dispuestas a pagar por defender las libertades conquistadas con años de dura lucha y con grandes sacrificios. La eliminación del director del periódico francés por haber decidido publicar una viñeta sobre el islam, contiene un mensaje deprimente por quién en los países islámicos se bate por la democracia y la libertad de expresión. Un periodista iraní o saudí, sirio o libio, que vive detrás de los barrotes por haber intentado expresar las mismas opiniones, y que considera a Occidente el baluarte de las libertades civiles e individuales, se siente completamente abandonado e indefenso viendo a Europa incapaz de resistir las amenazas del fundamentalismo y el autoritarismo árabe-islámico, y de defender a los mismos periodistas de los ataques de grupos, personas y gobiernos antidemocráticos.

La defensa de la libertad de información y expresión en Occidente, que no significa, como querrían hacer pasar los gobiernos y los grupos autoritarios, compartir las opiniones que expresa un individuo o un periódico, sino sencillamente el reconocimiento del valor del pluralismo, es quizás la ayuda más eficaz que el mundo libre puede proveer a quien combate contra el fundamentalismo y por la democracia.

Ahmad Rafat, arabiliberali.it, 3-II-06