´Liberalismo no es populismo´, C. Gasòliba

El primer ministro italiano Berlusconi, además de su enfrentamiento en el programa de RAI 1 In mezzora con su presentadora, ha provocado recientemente otras polémicas relacionadas con sus apariciones televisivas. Hace unas semanas, en el conocido programa Porta a porta,se presentó como liberal, provocando un intenso debate en círculos intelectuales y políticos italianos que le negaron tal condición. En una carta abierta también se la negó el presidente del grupo de los liberales y demócratas europeos en el Parlamento Europeo, Graham Watson, un británico, profundo conocedor de la política italiana.

En Europa hay políticos de derecha y también de extrema derecha que se atribuyen la etiqueta de liberales. Recordemos el Partido Liberal ruso o el austriaco de Heider. También se da en España. En la reciente convención nacional del PP, éste se definió como liberal y el ex presidente Aznar y dirigentes del PP se definen como liberales, pero sus diputados en el Parlamento Europeo, al igual que los de Forza Italia de Berlusconi, no están en el grupo de los liberales y demócratas, sino en el grupo popular, con los conservadores británicos o los neogaullistas de Chirac. A escala internacional, no están en la Internacional Liberal, sino en la conservadora Internacional Demócrata de Centro. Sus políticas y actuaciones no son liberales, son populistas.

La presidenta del Partido Liberal Europeo, Annemie Neyts, en su conferencia en Barcelona, con motivo de recibir el Memorial Ramon Trias Fargas 2006, nos alertó sobre la amenaza de los populismos en Europa. Los populistas intentan ejercer el poder con el apoyo de la opinión pública en beneficio propio y sin tener en cuenta el interés general. Usando mensajes muy simples, con el apoyo de campañas muy potentes para influir en la opinión pública, a menudo con un fuerte apoyo y control de los medios de comunicación, como se ha denunciado con insistencia en el caso de Berlusconi, consiguen imponerse y obtener el apoyo de la sociedad a costa del funcionamiento adecuado de las instituciones democráticas y de una utilización perversa de los términos por los que conocemos las diversas opciones políticas, la liberal entre ellas.

Utilizando sólo una parte del credo liberal, básicamente la correspondiente a la economía de mercado, se atribuyen la adscripción liberal, olvidando el resto, como la tolerancia, el respeto y la defensa de los derechos humanos, la lucha contra el intervencionismo, el respeto al derecho de los pueblos (recordemos la defensa determinante de los liberales de la recuperación del autogobierno en Escocia y la oposición furibunda de los socios conservadores del PP, o del propio PP, en relación con el Estatut), la transparencia y el buen gobierno. No, todos estos aspectos fundamentales en el liberalismo no los vemos en la actuación política de estos falsos liberales y auténticos populistas.

Deben recordarse los principios que fundamentan el liberalismo, los que apoya y defiende la Internacional Liberal, constante defensora de los derechos humanos en el mundo, la transparencia y el buen gobierno, la independencia de los medios de comunicación, las sociedades abiertas y democráticas, el Estado de derecho y la separación de poderes. No es una casualidad que los profesores de derecho político definan a las sociedades que se rigen por estos principios como democracias liberales, no como democracias populares.

Carles Gasòliba, lavanguardia, 20-III-06