"El Manifiesto de Euston: otra trampa", L. Castaldi

El Manifiesto de Euston: otra trampa

"Un'altra trappola: il Manifesto di Euston"
por Luigi Castaldi

En su Filosofía del rechazo (en: Diario de los errores, Rizzoli 1976) Ennio Flaiano le aconseja a su lector de "no firmar manifiestos". El consejo de Flaiano tiene la cifra dolorida del escepticismo por cada forma de participación ("no te convoques con los que la piensan como tú") y asociativa ("cada grupo puede ser golpeado, anexado, utilizado, instrumentalizado"), en el registro de la misantropía de quien ha padecido más de una cruel herida ("todo es utilizado contra ti"), que lo lleva hasta una desconcertante apología de la inacción ("no prefieras nada").

No son éstas las razones que me empujarían a rechazar una firma al pie del Manifiesto de Euston, si nunca alguien viniera a pedirmela. Flaiano aconsejó: "Negarse, pero sin precisar la razón de tu rechazo, porque también ésta sería torcido, anexa, utilizada". Yo querría motivar las razones de mi no, aún cuándo también fueran torcidas, anexas o utilizadas. Son diferentes de las que Massimo Adinolfi ha expresado en un artículo suyo en LeftWing (17.4.2006) y que han hecho escribirle a Christian Peñón: "A. yo resulta que haya escrito de ello, criticándolo, solamente la revista on line LeftWing (qué es aquel tipo de izquierda italiana que hace siempre la movida blairiana y luego nada más) (Camillo, 23.4.2006)."

Las de Massimo Adinolfi (de su artículo retomaré un paso que sintetiza muy honestamente los contenidos del Manifiesto de Euston) son críticas - como decir - "de izquierda". Las mías, en cambio, son críticas - diría - de una posición liberal que rechaza la ancha instrumentalización que los neocon han intentado del liberalismo y, todavía más, del libertarismo. Son críticas que, en parte, siguen las que Massimo Teodoro ha expresado respecto a la especiosa e instrumental función de las listas que de vez en cuando Il Foglio de Juliano Ferrara propone a la firma de los usuales simplones, ancorché de acreditada y prestigiosa medición intelectual>(qué es aquel tipo de izquierda italiana que hace siempre la movida blairiana y luego nada más) (Camillo, 23.4.2006)."

Las de Massimo Adinolfi (de su artículo retomaré un paso que sintetiza muy honestamente los contenidos del Manifiesto de Euston) son críticas - como decir - "de izquierda". Las mías, en cambio, son críticas - diría - de una posición liberal que rechaza la ancha instrumentalización que los neocon han intentado del liberalismo y, todavía más, del libertarismo. Son críticas que, en parte, siguen las que Massimo Teodoro ha expresado respecto a la especiosa e instrumental función de las listas que de vez en cuando Il Foglio de Juliano Ferrara propone a la firma de los usuales simplones, ancorché de acreditada y prestigiosa medición intelectual: los habría suscrito "de la A a la Z, pero no en el contexto en el que fueron propuestos. (entrevista en Radio Radical a cura de Massimo Bordin, 24.4.2006 - h.23.00) Dije "en parte", porque mis razones no parten de la certeza que los extensores del manifiesto de Euston sean de la misma pasta de Ferrara; es seguro, en cambio, que (no sé cuánto scientemente) han construido una trampa.

Así Massimo Adinolfi sintetiza los contenidos del Manifiesto: "se empieza con el pleno reconocimiento del valor universal de la democracia y el rechazo de cualquiera justificación de los régimenes autocráticos. Se condena cada y cualquier violación de los derechos humanos, en cada parte del mundo. Los derechos laborales son incluidos entre los derechos humanos, y es reconocido el fundamental sentido demócrata de las organizaciones sindicales. Se sustentan las políticas a favor de la igualdad, pero se deja pragmáticamente abierta la cuestión de cuales sean las formas mejores de organización de la vida económica. Se apuesta sobre el desarrollo, pero se exige que sea acompañado por una reforma de los organismos económicos internacionales para que la globalización se traduzca en mayor justicia social. Se apoya la campaña por la cancelación de la deuda de los países pobres. En el plano de los principios, se afirma el valor de la libre expresión de las ideas, también cuando ellas se hacen críticas respecto a las tradiciones religiosas. ...> En el plano histórico, se vuelve a llamar a las revoluciones democráticas del siglo dieciocho y los empujones igualitarios, socialdemócratas, feministas y anticoloniales de los dos siglos siguientes, pero se formula también, en nombre de la honestidad política, un juicio inequívocamente negativo sobre el movimiento comunista internacional. En el plano de la política internacional, se niega el anti-americanismo por principio, se propugna la fórmula de los dos estados para la solución del conflicto israelo-palestino, y se estigmatiza con fuerza cada forma de anti-sionismo, en especial cuando pretende alimentar las graves tensiones que atraviesan el área medioriental. En general, de la neta afirmación del valor irrenunciable de los derechos humanos se hace descender una forma no blanda de internacionalismo democrático, estableciéndose el derecho/deber de injerencia en los asuntos interiores de un Estado cuando los derechos sean patentemente violados. Es condenado el terrorismo sin más, y a la par se niega cualquiera interpretación del 11 de septiembre que, para justificar o también sólo para explicar, ponga aquel crimen en relación con las políticas de los Estados Unidos de América". Debería estar todo ok, no? Siendo "amerikanos con el kippa", como han querido los radicales siempre llamarse, podríamos decir "all right", ¿cierto? No es así.

En la versión en italiano, trad. Mario Ristoratore, en Il Foglio - 26.4.2006, se lee al capítulo B (Principios generales), punto 1 (Por la democracia): "Nosotros atribuimos gran valor a las costumbres y a las instituciones, precursoras de buen gobierno, de aquellos países en los que se han arraigado las democracias liberales y pluraliste". "Costumbres"?. Que término traduce "costumbres" en el texto original? Leemos: "We value the traditions and institutions, the legacy of good governance, of those countries en which liberal, pluralist democracies have taken hold"; entendemos que el término es "traditions"; apreciamos la elección del traductor, que nunca -estamos seguros de ello- habría traducido "liberal" con "liberal" o "conservativas" con "reaccionario"; pero es ésta la trampa en la que se cae "liberales" y puede encontrarnos "liberales conservadores"; y el traductor? Como podría traducir, esta vez en inglés, el traductor"? Neocon", no encuentra otra solución.

Cuál sería el problema? El ideologismo de la izquierda quiere limitar la autodeterminación del individuo en el su actuar económico; y entonces los neocon combaten a la izquierda desde posiciones liberales (en realidad: liberistas). Pero qué hacen cuándo quiere el ideologismo de la derecha conservadora limitar la autodeterminación del individuo en el su actuar para poner un ejemplo- sexual? Se casan con el fundamentalismo del protestantismo americano o el tradicionalismo de la Iglesia católica. Aquí, dónde estaría su intrínseca vis liberal? Dónde estaría, aquí, el principio liberaldemocratico que casa con la regla que dice "una cabeza, un voto" a la idea de la autodeterminación del individuo? Volvemos a las andadas. Cuándo pensamos en la autodeterminación del individuo, el individuo que tenemos en mente es "yo". Cuánto más la sociedad se parezca a "yo", tanto más me es fácil ser liberal; cuándo más la sociedad se aleja de "mí", tanto más me es fácil apostar por la "persuasión", sobre la llamada a las "viejas, queridas cosas de siempre" -puedo llamarle indiferentemente "tradiciones" o "costumbres"-. "Yo" se convierte en la síntesis de "persuasión" y "lugar común": quiere conservar para conservar. El -neo es el contexto, el mero contexto.

Irving Kristol bien lo ha explicado en su reciente viaje a Italia: "qué es exactamente el neoconservatorismo? ...> hace pocos años he dicho (y, ay de mí, también escrito) que el neoconservatorismo tuvo las mismas calidades distintivas en los suyos primeros años de vida, pero qué ahora le fue absorbido en la corriente jefe del conservadurismo americano. Me equivoqué; y el motivo por que me equivoqué es que, desde los días de su nacimiento entre los decepcionados intelectuales liberales de los años setenta, lo que definimos 'neoconservadorismo' ha sido una de aquellas subcorrientes intelectuales que sólo de vez en cuando aparecen en superficie. No es un 'movimiento', en el sentido que sus adversarios opinan. El neoconservatorismo es lo que Marvin Meyers, el reconocido historiador de la América jacksoniana, ha llamado una 'persuasión', que se manifiesta de vez en cuando, pero de modo discontinuo, y cuyo significado profundo sólo es comprendido en retrospectiva". He aquí -toh, caso!- el manifiesto de Euston me propone justo ésto: aceptar para el futuro una "retrospectiva."

Y hay un dato que me da convicción respeto de esta manía de "llenar de sentido" la democracia que es una idea fija de los neocon. Poco más allá de la manifiesta representación: además "Rechazamos el punto de vista según (relativismo cultural) el que en determinadas naciones o poblaciones los derechos humanos fundamentales no son aplicables". Scientemente o no, el empleo que se hace de lo que en el texto original es "the cultural relativist view according to which these basic human rights guacamayos not apropiados for certain nations or peoples" es instrumental: de modo sugestivo (alusión) pospone a aquel "vacío de sentido" que sabemos bien en cuál modo Joseph Ratzinger querría llenar con la ayuda de sus milicias de creyentes devotos y el batallón de zuavos de apoyo de sus ateos devotos.

Pasa toda entera en el Manifiesto de Euston la mistificatoria equivalencia, que Ratzinger quiere que se avale "laicamente", entre la idea que los elementos de una cultura tengan que ser comprendidos y juzgados en el ámbito de la misma cultura (hasta "justificarlos") y el que la verdad (ética, historiadora, cultural, etcétera) sea Una, revelada, basada en el principio de las raíces cristianas de occidente, en la no demostrada e indemostrable (porque insubsistente) equivalencia entre cristianismo (ni eso: entre catolicismo) y democracia.

Es verdad, el Manifiesto de Euston gasta una señal contra los "teócratas iliberales", como si sólo existieran en el mundo islámico, y concede que "todos tienen que sentirse libres de criticar cualquier idea o concepción del mundo, comprendida la religión", para luego afirmar: "Hacemos caso a las voces y las ideas liberales o a conservadoras que pueden contribuir a reforzar las normas y las prácticas democráticas y las batallas por el progreso de la humanidad". Las conservadoras ya han estado casi completamente alistadas por el programa de restauración iliberal de la Santa Sede, aunque (y cuando) descarnadas de toda referencia al núcleo teológico de la fe: la doctrina social de la Iglesia es de ello el andamio, y la Iglesia concede alguna cosilla ("la guerra justa", un cierta apertura al "capitalismo compasivo", etcétera), pero la norma (en sentido estadístico) del perfil antropológico y cultural de esos "liberales conservadores" son los Pera, los Ferrara, los Mantovano, etcétera.

Daniele Capezzone lo ha firmado, este Manifiesto, yo no lo habría firmado. De las razones de Ennio Flaiano contra el firmar cualquier manifiesto tomaría, en este caso, sólo aquel letal "todo es utilizado contra ti."