´Aborto´, Martina Klein

Marta no se llama Marta, es el nombre que ha elegido para contar su historia. Pero Marta tampoco es Marta, sino un número asignado entre los miles que investigar por abortos ilegales en este país. Marta tiene 31 años y ha sido portada de un periódico de gran tirada nacional como una voz entre las tantas que arrastran un nuevo trauma añadido a la desgarradora experiencia que es, en sí, la interrupción de un embarazo (en este caso, deseado).

No poseo muchos datos sobre su experiencia personal, ni falta que me hacen, ya bastante ha tenido la pobre con la invasión física y personal a la que se ha visto sometida; me limito a los datos que sí tengo para identificarme con su dolor y perplejidad, que son su edad y sus ganas de tener un hijo. Ella ha propuesto un nombre falso, no así su experiencia, que vendría a ser algo así:

Marta quedó embarazada a los 28 años. Un hijo deseado para el que quiso desde el primer momento todo lo mejor, por eso se dejó aconsejar y optó por practicarse la amniocentesis a pesar de no estar en edad de riesgo (a lo mejor había antecedentes en la familia o los médicos vieron alguna irregularidad en los reconocimientos). La amniocentesis es una práctica que encarna un mínimo riesgo y que consiste en la extracción de una pequeña muestra de líquido amniótico (el que envuelve al feto). De ella se pueden diagnosticar defectos congénitos, cromosómicos y genéticos. Y así como alguna vez puede tocarte la lotería, a Marta le tocó en desgracia ser la mujer que pierde el embarazo por culpa de esta práctica. Perdió tanto líquido amniótico que los médicos dictaminaron que el embarazo ya no era viable, y le recomendaron que abortara, pero no en su clínica, por objeciones médicas.

Fue derivada a una clínica abortista privada, donde sacaron de su cuerpo el del que iba a ser su hijo. Hasta ahí otra versión, más o menos injusta o tremenda, de la dolorosa vivencia por la que pasan decenas de miles de mujeres españolas al año.

Marta hizo lo posible por olvidar y enterrar el amor a ese ser buscado y querido que crecía en su interior. Tuvo suerte al quedarse embarazada de otro niño al que le transmitía un nuevo amor nacido de las cenizas del anterior, y en esas estaba cuando la Guardia Civil la llamó a comparecer como testigo y a contar los detalles de aquello que intentaba con todas sus fuerzas olvidar.

El lema feminista: "Nosotras parimos, nosotras decidimos", no sólo está en tela de juicio, sino de actualidad. Sí, parimos. Natura nos ha bendecido con ese poder, pero aún no decidimos si estamos en condiciones de hacerlo, ni sobre nuestra intimidad y el derecho a no expresar lo que se desgarra cada vez que se recuerda la pérdida de un hijo.

Marta ya es mamá. Pero nadie le quita el disgusto por partida doble al que se ha visto expuesta. Es su derecho expresarlo, como también debería serlo el no hacerlo.

12-IV-08, Martina Klein, lavanguardia