(Birmania:) ´Socialismo Johnnie Walker´, Joaquín Luna

Hay fronteras antipáticas de entrada -un aeropuerto saudí, por ejemplo- o aún de salida -Tel Aviv-. Luego están las fronteras surrealistas: el aeropuerto de Rangún, donde en los noventa operaba una troupe de aduaneros militares que se cobraban en botellas de Johnnie Walker la vista gorda con la originalidad de que el pasajero dejaba el equipaje de mano, entraba en la zona duty free y regresaba con el whisky que, ¡oh!, olvidaba ipso facto.

Birmania no era un país atrasado y sin futuro en 1948, año de la independencia. Tampoco fue una víctima en el tablero de la guerra fría - a diferencia de la martirizada Camboya- y si hoy está como está es por gentileza de la junta militar que gobierna desde 1962. Parapetada en el "socialismo a la birmana" (autarquía e ineficacia), la junta ha perfeccionado la extorsión y el saqueo de un país rico en recursos que ha visto pasar de largo la prosperidad asiática. La dignidad birmana tiene rostro y es hermoso (Aung San Suu Kyi, Nobel de la Paz, que ha preferido desde 1989 el arresto domiciliario al exilio en Oxford). También mártires: los de las revuelta de 1988 y el 2007. Pero la junta militar no cae. Ahora deberá esforzarse para que su previsible ineficacia en la gestión de la asistencia internacional no ponga en riesgo el monopolio.

7-V-08, Joaquín Luna, lavanguardia