Declaración de Duda Razonable sobre William Shakespeare

Isabel Gortázar es miembro del Consejo Directivo de The Marlowe Society en el Reino Unido. Si alguno de los lectores desea adherirse a la Declaración de Duda Razonable, puede hacerlo en la página www.doubtaboutwill.org

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El 8 de septiembre del 2007, una serie de académicos y actores capitaneados por Sir Derek Jacobi (Yo Claudio)y Mark Rylance, ex director artístico del Globe Theatre, solemnizaron la firma de una Declaración de Duda Razonable (Declaration of Reasonable Doubt),referida a la autoría de las obras atribuidas a William Shakespeare.

El personaje histórico, William Shaxper (o Shaxberd), que había abandonado Stratford y a su familia para buscarse la vida en Londres, obtuvo en 1593/ 4, de forma nunca explicada, parte de la propiedad de una compañía de actores. En pocos años dicha compañía hizo famosas una serie de obras, algunas anónimas, cuya autoría se le adjudicó mucho después.

Shaxper se hizo millonario como empresario de la compañía. Pasados unos años se retiró a su Stratford natal, se compró una gran casa y se dedicó al comercio de granos. A su muerte en 1616 un elaboradísimo testamento puso de manifiesto que no tenía un solo libro. Esto, unido al hecho de que no se le conoce formación académica alguna y al curioso dato de que sus hijas crecieron analfabetas, llevó a intelectuales como Mark Twain, Charles Dickens y Sigmund Freud, entre otros, a sospechar que en la autoría de Shaxper había gato encerrado.

La falta de pruebas, sin embargo, ha permitido a los Stratfordianos atrincherarse detrás de su hombre durante más de cuatro siglos. El llamado Primer Folio,un volumen publicado en 1623 que contiene varias de las obras de teatro más importantes de los últimos dos milenios, indica claramente que el autor es William Shakespeare.Sin embargo, de las treinta y seis obras que contiene el Primer Folio,sólo dieciséis habían sido publicadas con anterioridad y, de las dieciséis, sólo nueve obras llevaban el nombre del presunto autor.

Por otra parte, dicho nombre aparecía algunas veces como Shake-spear,lo cual sugiere un alias tras el que se escondería un autor que, blandiendo la lanza de Pallas Atenea (the Spear-shaker),se disponía a denunciar a los estamentos políticos y religiosos de su tiempo. El dramaturgo que estaba blandiendo lanzas en los escenarios ingleses en 1592/ 3 era Christopher Marlowe, autor de dos obras subversivas: Eduardo II y Dr Faustus. Marlowe,tan sólo dos meses mayor que William Shaxper, era ya famoso por siete obras de teatro cuando se le dio por muerto en 1593, antes de cumplir los treinta años; en cambio no se ha encontrado ninguna obra atribuida a Shakespeare anterior a 1594 .

Durante cuatro siglos decenas de investigadores han estudiado las posibilidades de una lista de candidatos a la autoría. A comienzos del siglo XX, dos nombres lograron situarse en paralelo en la pole position:el Conde de Oxford y Francis Bacon. Sendas Sociedades desarrollan una actividad encomiable para demostrar que su hombre era Shake-spear;a pesar de su dedicación aún no lo han logrado. Además, el Oxford Book of Sixteenth Century Verse contiene poesías de casi todos los candidatos, incluidos Bacon y Oxford. Incluso si no hubieran querido firmar una vulgar obra de teatro, cualquiera de ellos se habría sentido orgulloso de reclamar la autoría de los 154 Sonetos, así como de los poemas largos atribuidos a Shakespeare.¿Por qué necesitaba un alias el autor de los Sonetos?

Los defensores del Conde de Oxford se empeñan en ignorar lo siguiente: a) Que existe una abrumadora evidencia de que varias de las obras, notablemente La Tempestad,son posteriores a su muerte en 1604; b) Que en Enrique V se omite la presencia histórica de un Conde de Oxford en la batalla de Agincourt; c) Que la obra Bueno es lo que bien acaba (All´s Well that Ends Well) es, reconocidamente, una denuncia del comportamiento de Oxford con su mujer, Anne Cecil. La idea de que Oxford-Shakespeare pudiera describirse a sí mismo como el fatuo protagonista Bertram de Rousillon es aberrante. No sólo es que Oxford no era Shakespeare,sino que parece que Shakespeare era enemigo de Oxford o, al menos, era amigo de sus enemigos.

En cuanto a Francis Bacon, una pregunta sería por qué, en 1623, con su carrera política arruinada y, por tanto, sin nada que perder, este hombre permitió que las que hubieran sido sus mejores obras se publicaran bajo el nombre de otra persona. Asignando la autoría a

William Shakespeare,el Primer Folio dejó sin gloria - ni beneficios económicos- a cualquier otro candidato, y a Sir Francis le interesaba el dinero incluso más que la gloria.

En el siglo XIX sus escritos filosóficos y científicos produjeron admiración; hoy sabemos que no descubrió nada importante. Salvo los Ensayos y la inacabada New Atlantis,donde manifiesta una misoginia incompatible con las heroínas shakesperianas, el resto de sus obras yacen olvidadas. Sus seguidores, sin embargo, no se arredran: sir Francis no es solo el autor de las obras de Shakespeare y Spencer, sino posiblemente de los Ensayos de Montaigne e incluso del Quijote.

También ha aparecido en internet un artículo curioso. El autor, de cuyo nombre no quiero acordarme, dice que, como es evidente que una misma persona escribió las obras de Marlowe y las de Shakespeare,y como es, también, evidente que Bacon escribió las obras de Shakespeare,esto significa que

Bacon escribió las obras de Christopher Marlowe. (Aún no he perdido la esperanza de leer algún artículo sugiriendo que Bacon escribió La República de Platón.)

Existen también los defensores de la llamada Teoría del Grupo.Proponen que las obras del Primer Folio están escritas por varios autores. Esto no es imposible, pero la cuestión no es saber quién escribió

Cymbeline o Timón de Atenas,sino quién escribió Hamlet;así que la Teoría del Grupo no nos resuelve nada. ¿Quién queda?

La aparición en 1925 de un informe firmado por el forense de la Reina, W. Danby, sobre la muerte de

Christopher Marlowe el 30 de mayo de 1593, demostró que la versión oficial de un Marlowe borracho, protestando por la cuenta en una taberna en Deptford, y apuñalado en defensa propia por el criado de su mejor amigo, es altamente improbable. Algunos historiadores proponen que fue asesinado por razones políticas. Tal teoría resulta tan absurda como la versión oficial que ahora se pone en duda.

Es improbable que alguien decidiera involucrar a más de veinte personas, incluidos el forense de la Reina y los miembros del jurado, para asesinar en Deptford a un joven dramaturgo. Una puñalada anónima en un callejón oscuro de Londres era mucho más fácil.

Lo cierto es que a finales de mayo de 1593, John Whitgift, arzobispo de Canterbury, recogía pruebas para condenar a Marlowe por herejía. Igualmente en mayo (el 25) de

1521, durante la Dieta de Worms,

Martín Lutero fue declarado hereje; su futuro inminente, como el de

Marlowe, era la hoguera. Pero el

Elector de Sajonia se ocupó de esconderle, poniéndole a salvo de las autoridades eclesiásticas. Lutero fue dado por muerto y pasó un tiempo escondido en el Castillo de Wartburg. La protección del Elector le salvó la vida y once meses más tarde pudo salir de su escondite. En el caso de Marlowe, la intervención del forense de la Reina (Queen´s coroner)y el frívolo contenido de su informe hacen pensar que el homicidio pudo ser un truco para distraer al arzobispo y evitar que los amigos de Marlowe fueran interrogados bajo tortura para averiguar su paradero. La elección de Deptford, lugar de donde zarpaban los barcos para el continente, es también sospechosa.

La dudas suscitadas por el Informe Danby (y compartidas por el Decano de la Abadía de Westminster, que puso un signo de interrogación junto al 1593 en la loseta de la Abadía) permitieron incluir a Christopher Marlowe en la lista de candidatos a la autoría. Un profesional del teatro, un gran innovador y además políglota es el candidato ideal. Los Stratfordianos han reconocido que si Marlowe no hubiera existido, nunca habría habido un Shakespeare;no lo saben bien. Esta opción explicaría tres cuestiones: a) ¿Por qué Shakespeare plagiaba líneas de Marlowe constantemente? b) ¿Por qué era necesario un alias para sus obras, incluidos los poemas? Y c) ¿Cómo pudo Shakespeare crear un vocabulario de más de veinte mil vocablos - Milton usa ocho mil- salvo que supiera griego, latín, español, francés, italiano y probablemente hebreo , además de inglés? Estudiante de teología y espía itinerante por Europa, Marlowe nos da el perfil adecuado.

Si el episodio de Deptford fue una charada, la intervención del Forense Danby sólo puede entenderse - como en el caso del Elector de Sajonia-, con la complicidad de la reina. Únicamente dos personas tenían en 1593 el necesario ascendiente para convencer a Isabel I de un plan tan arriesgado de cara al Arzobispo: el viejo Secretario de Estado, Lord Burghley, y el gran favorito Conde de Essex, miembros ambos del Consejo Privado del Reino. Estos dos hombres eran, además, los más indicados para valorar la importancia de un agente secreto. Probablemente la idea fue de Essex (cuya lealtad a su gente es notoria); la reina accedió, y Lord Burghley obedeció.

Pues bien: según el informe citado, los únicos testigos (aparte del homicida)interrogados por el Forense son un agente de Essex y un agente de Lord Burghley. O sea, verde y con asas.

No sabemos realmente lo que pasó después de aquel fatídico 30 de mayo de 1593; ni podemos decir con seguridad qué cadáver era el que se enterró en lugar de Christopher Marlowe en el cementerio de la Iglesia de San Nicolás, en Deptford. Pero sí podemos hacer conjeturas plausibles basadas en la combinación de hechos históricos, las claves que nos dan los textos de las obras y algunas pistas prometedoras que han ido surgiendo y que encajan perfectamente. Es una labor de investigación que no desagradaría a Hercules Poirot, y de la que van surgiendo casi tantas teorías y variantes como investigadores hay en la tarea. La exposición de incluso la más simple de dichas teorías superaría los límites de este artículo.

Sin embargo, es de justicia averiguar quién fue Shakespeare,quizá el más grande humanista y poeta que ha dado Occidente en dos mil años de historia. Los anglosajones le deben su riquísimo idioma; la literatura le debe lo que el Stratfordiano Harold Bloom ha descrito como la invención del ser humano.Yo tengo claro quién fue: las obras de Marlowe anteriores a 1593 son a las obras de Shakespeare lo que las obras tempranas de Mozart son a las tardías.

La leyenda negra que surgió en torno a Kit Marlowe ya en 1593, y que se mantiene viva para proteger al Ídolo de Stratford y a los intereses de su ciudad natal, ha llegado a extremos aberrantes. El adjetivo de espía se escupe con el mismo desdén que el de hereje,e incluso que el de homosexual,con tonos decimonónicos. Marlowe era hereje y era espía; aunque probablemente no era homosexual, eso no debería importar a nadie a estas alturas, ni en un sentido ni en otro.

Los espías suelen ser denigrados por los países cuyos planes entorpecen; el caso de Marlowe es sangriento porque sus servicios a la corona inglesa han sido denigrados no tanto por los enemigos de Inglaterra, sino por sus desagradecidos compatriotas: durante el reinado de Isabel I, ni la vida de la reina ni la independencia del país hubieran durado dos asaltos sin la labor de sus espías. En fin, nadie mejor que Shakespeare sabía que el lenguaje se manipula y que una misma palabra sirve para enaltecer o condenar.

Resumiendo: quienes creemos que Marlowe es el verdadero Shake-spear,agradecemos el esfuerzo de Oxfordianos, Baconianos y Grupistas por enterrar al ídolo de Stratford. Preferiríamos, sin embargo, que dejaran de alimentar la leyenda negra que pesa sobre Kit Marlowe, a quien parecen tener un miedo cerval. Porque tendría triste gracia que nos quiten a William Shaxper, con su duda razonable, para colocarnos otro impostor.

23-IV-08, Isabel Gortázar, culturas/lavanguardia

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