´Astro indolente´, Xavier Bru de Sala

Hará poca gracia, o ninguna, a los que a su alrededor orbitan, pero no cabe duda de que en el universo de la política española campa un solo astro, llamado PSOE, y que en su polo norte reina Rodríguez Zapatero, sentado en su trono de príncipe no tan pequeño. El resto, o bien bagatelas a las que ir mareando, o bien, ya en la oposición, intentos de resituarse, por el momento no muy exitosos. Todo se puede torcer en cualquier momento, pero es hora ya de certificar y poner el sello a la tranquilidad, casi diría placidez si no fuera palabra tabú en política, con la que Zapatero tiene encauzada su segunda legislatura. No hay competencia, amenaza ni otra tempestad que el, para ellos manso aunque persistente, aguacero de la crisis económica. Ante ella, el contramaestre Solbes se calza botas de agua, chubasquero, gorro amarillo, sale un instante a cubierta y se limita, con una redoblada cachaza, a rebajar las previsiones de crecimiento y tal. Nada de hacer algo, por ejemplo, para que los bancos tengan liquidez y den facilidades de crédito, no ya a los compradores de pisos, sino a las pequeñas y medianas empresas, a las que se está restringiendo hasta propiciar que la crisis se vaya extendiendo.

Eso de la crisis, el Gobierno se lo toma como lo del agua en Catalunya, pero al revés: aquí ha llovido, y en cuanto a la creciente desaceleración, ya escampará. Algún día bajará el petróleo. Algún día se venderán unos cuantos pisos e incluso algún que otro coche de importación. Mientras, el ministro Corbacho expulsa inmigrantes a la chita callando, a fin de que no engrosen demasiado la lista de parados, y aquí paz y allá gloria. ¿En qué han quedado los famosos propósitos de cambio de motores que impulsen la sociedad y la economía española hacia el conocimiento? Ya me harán una lista de las medidas tomadas, con las correspondientes dotaciones presupuestarias, a fin de que la construcción ceda el puesto, como impulsor principal de la economía, a los sectores punta de los países avanzados. Lo peor y lo mejor de esta legislatura es, por este orden, que no nos conduce a ninguna parte, pero que no lleva a término, por no llevar, ni la menor maniobra falsa, contraproducente o perturbadora. Vamos despacito por donde íbamos más deprisa, pero sin nuevo modelo. Las conjeturas a raíz de la composición del Gabinete han quedado en nada. Pero ni cunde el pánico ni se hunde nada, no hay zozobra ni crispación, salvo en el PP, de manera que esta vez la política no contribuye a estropear la economía. Tampoco adelantará un cambio de signo. España es el paraíso del liberalismo bien entendido, del Estado no mínimo, pero sí escaso y bovino, en el que los grupos de poder siguen en sus tan boyantes como vigilantes puestos. La sociedad irá tirando como pueda, a su aire, o mejor dicho adaptándose mal que bien a los vientos que soplen desde las procelosas cuevas globales. Sobra indolencia. Faltan estímulos para ponerse las pilas.

2-VI-08, Xavier Bru de Sala, lavanguardia