terrorismo y transición política

Un coche explotó ayer frente a la embajada de Dinamarca en Islamabad, capital de Pakistán, causando al menos seis muertos y 24 heridos. Aunque la autoría no fue asumida por nadie, dicho atentado es probablemente la represalia islamista por la publicación de caricaturas de Mahoma en un semanario satírico danés el 2005.

La instrumentalización de las viñetas por parte de grupos islamistas provocó disturbios en el mundo musulmán en el 2006, con 50 muertos, cinco de ellos en Pakistán. En febrero, en respuesta a un frustrado atentado contra el dibujante danés Kurt Westergaard - que había representado al profeta con turbante explosivo-, varios medios volvieron a publicar las viñetas en nombre de la libertad de expresión de la que se enorgullece Dinamarca. La respuesta en la calle en Rawalpindi - la gran ciudad vecina a Islamabad- se limitó entonces a algunas decenas de manifestantes. No obstante, el número dos de Al Qaeda, Al Zauahiri, hizo un llamamiento hace seis semanas a los musulmanes "para infligir daño a Dinamarca como muestra de apoyo a nuestro profeta".

De las víctimas del atentado de ayer sólo se sabía anoche que perdieron la vida un empleado de la limpieza de la embajada y tres policías, todos ellos pakistaníes. Otro empleado - con pasaporte danés- resultó muerto y otra trabajadora, de nacionalidad brasileña, herida. Dinamarca sustituyó hace tiempo a su embajador por un encargado de negocios. La mayor parte de su reducido personal diplomático trabaja y reside en el mejor hotel de la ciudad bajo estrictas medidas de seguridad.

También es el caso de los diplomáticos de Holanda desde que estalló la polémica por el cortometraje Fitna,del político Geert Wilders, en el que vincula islam y terrorismo. No obstante, Dinamarca seguía resolviendo asuntos de visados, con personal pakistaní, en su embajada del centro de la ciudad, donde se ha producido el atentado. La detonación de unos 40 kilos de explosivo abrió un socavón de un metro, arrasó la fachada de la legación danesa, y causó daños en un edificio de la ONU cercano y en la residencia del embajador de India.

Este es el tercer atentado contra intereses occidentales desde que el partido que apoya al general Musharraf fue derrotado en las elecciones de febrero. Al poco tiempo, una ONG británica sufrió un atentado mortífero, al igual que un restaurante italiano de Islamabad frecuentado por extranjeros (uno de los pocos que sirve alcohol). En este último ataque murió una ciudadana turca y un británico resultó herido, al igual que varios estadounidenses - agentes del FBI- que investigaban un atentado contra la fiscalía pakistaní.

Desde el asesinato del periodista estadounidense Daniel Pearl en el 2002, los occidentales habían quedado al margen de la violencia política en el país, que el año pasado alcanzó su clímax, con 4.000 muertos. A diferencia de la legación danesa, la embajada de España está en el llamado enclave diplomático, de acceso restringido. Los diplomáticos norteamericanos y británicos, por ejemplo, tienen prohibido salir a comer fuera de esta zona o de los hoteles de cinco estrellas.

Los ganadores de las pasadas elecciones - el Partido Popular de Pakistán (PPP), de la asesinada Benazir Bhutto, y la Liga Musulmana de Nawaz Sharif (PML-N)- han ido de la mano con los pastunes del ANP en su apuesta por la reconciliación nacional, lo que incluye el diálogo con los talibanes locales. Dicha política ha conseguido que el líder talibán pakistaní, Betula Mehsud, declarara el mes pasado una tregua. La ola de atentados antioccidentales, de autoría discutida, deslegitima dicha política y supone un soplo de aire para Pervez Musharraf, cada vez más acorralado como presidente. Hasta el punto que, el jueves pasado, una reunión de urgencia entre el jefe del ejército, Pervez Kiyani, y Musharraf dio pie a rumores de dimisión inmediata de éste. No obstante, al día siguiente, cuando se confirmaba que Musharraf cedía finalmente a Kiyani la residencia de jefe del Estado Mayor, Musharraf recibía una llamada de George W. Bush en la que el presidente norteamericano le reafirmaba su apoyo como baluarte en la lucha antiterrorista en Pakistán y Afganistán.

Pakistán se encuentra al principio de una delicada transición, en la que los partidos aspiran a apartar a los militares del centro de la escena política. El paquete de reformas constitucionales acordado este fin de semana entre el PPP y la PML-N prevé que el botón nuclear pase a manos del primer ministro - actualmente Yusuf Raza Gilani, del PPP-, que también tendría en exclusiva la capacidad de declarar la guerra.

3-VI-08, J.J. Baños, lavanguardia

Dinamarca encajó ayer con indignación pero con entereza el atentado contra su embajada en Islamabad. "Condenamos con firmeza este atentado, totalmente inaceptable", declaró el ministro de Asuntos Exteriores danés, el conservador Stig Moeller. "Con esta acción criminal, sus autores pretenden destruir las relaciones entre Pakistán, su población y Dinamarca", añadió.

"Se trata de un ataque contra Dinamarca y los valores que representa, concretamente la libertad de expresión", declaró por su parte el viceprimer ministro, el conservador Bendt Bendtsen.

Y es que las autoridades danesas son conscientes de que todo lo que represente a su país es objetivo de los musulmanes violentos desde que la prensa danesa publicó en el año 2005 unas caricaturas de Mahoma. Desde este día, Dinamarca encarna todos los valores occidentales odiados por los islamistas.

Por esta razón, Copenhague reforzó la seguridad en todas sus embajadas desde febrero, a raíz de las protestas en el mundo islámico por la reimpresión de los dibujos del profeta. En abril, siguiendo el consejo de sus servicios secretos, el gobierno danés desalojó sus embajadas en Argelia y Afganistán, ante el peligro de atentados terroristas. Hasta ahora seguían funcionando en direcciones secretas y con personal nativo.

3-VI-08, lavanguardia