īNi de Marte, ni de Venusī, Mārius Carol

Un estudio de la revista Science revela que en las sociedades con una mayor emancipación femenina las niñas y los niños obtienen prácticamente los mismos resultados en las pruebas numéricas, acabando el tópico de que las mujeres están genéticamente menos dotadas para las matemáticas que los hombres. Es decir, que por más que el informe PISA establezca que los chicos sacan mejores notas en matemáticas y las chicas les superen en letras, eso no es resultado tanto de la genética como de la sociedad. Así se da el caso de que las islandesas obtienen mejores puntuaciones que los islandeses, porque las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres, mientras que las turcas se quedan atrás en números porque las mujeres de este país están lejos de alcanzar un marco igualitario. Así que no es cierto que los hombres seamos de Marte, ni las mujeres de Venus, como sugería un libro de John Gray. Todos somos del mismo planeta.

La sociología resulta más útil que la biología para establecer diferencias entre hombres y mujeres, por más que gentes como el ex rector de Harward, Lawrence Summers, argumentara hace apenas un par de años que la penuria femenina en investigación científica podía explicarse en términos genéticos, algo que por cierto le costó la dimisión a causa del revuelo que formaron sus palabras. Pero el problema no es que hubiera sido políticamente incorrecto, sino que el tiempo ha demostrado que resultaba científicamente falso. En cualquier caso, el profesor Summers debía saber más de ciencia contemporánea que de historia de la ciencia, porque Teano de Crotona fue una de las figuras más relevantes de la Grecia clásica. Ella escribió tratados de matemáticas, física y medicina en el siglo VI a. C., además de casarse con Pitágoras en su senectud, que se interesó tanto por sus encantos naturales como por sus conocimientos adquiridos. A la muerte, ella y sus dos hijas se dedicaron a difundir la ciencia por Grecia y Egipto. Pero hay muchos más ejemplos de mujeres que demuestran que las matemáticas no son cosa de hombres. Es el caso de otra dama de rompe y rasga como Hipatia de Alejandría, que estudió con Euclides y Arquímedes. Por no citar, en siglos más próximos, a Maria Gaetana Agnesi (primera catedrática de matemáticas de la historia), Ada Byron (hija del poeta) o Emmy A. Noether (madre de los fundamentos del álgebra del siglo XX).

Lo de las matemáticas es un lugar común como que las mujeres no saben leer mapas, que, por otra parte, en tiempos del GPS no es tan importante, aunque pocos inventos han evitado más discusiones entre parejas. También hubo quien utilizó el tópico para vender un libro de psicología aplicada. Como si todos no supiéramos que los hombres pierden más fácilmente el norte que las mujeres, sin que necesite decírnoslo Science.

11-VI-08, Màrius Carol. lavanguardia