´Yo puta´, I. Pisano

"Yo puta", Isabel Pisano, Plaza & Janés, 2004.

Fue actriz, trabajó para Fellini en “Casanova” y para Bigas Luna en “Bilbao”. La RAI la envió a cubrir las guerras de Líbano, Chad, Iraq, Bosnia y Somalia, y los golpes de Estado de Pakistán y Paraguay. En España se han traducido siete de sus libros, que tratan temas tan diversos como la biografía de Bigas Luna; la política, “A solas con Arafat”, o la novela erótica. El best seller “Yo puta” (Plaza & Janés) es una investigación del mundo de la prostitución, del que se ha hecho una obra de teatro en Suecia y, bajo al dirección de Bigas Luna, una película que ya ha vendido en 60 países. Ahora Isabel Pisano publicará “Yo terrorista”, los grandes atentados del siglo XX contados por sus autores.

-Usted se ha sumergido en el mundo de la prostitución.

–Sí, y he entendido muchas cosas.

–¿Qué cosas?

–Mire, a mí las putas de lujo no me dan ninguna pena, pero las niñas que vienen del Este son una tragedia. Como lo son las nigerianas a las que explotan bajo la amenaza del vudú. Hay un tráfico infame.

–Usted estuvo en Sarajevo durante la guerra.

–Fui enviada por el diario italiano “Il Giornale” y entrevisté a niñas de 12 años que se vendían a los cascos azules de la ONU por un cigarrillo. La prostitución en las guerras es espeluznante. Las niñas vírgenes son para los soldados, y las mujeres con cierta experiencia para los oficiales.

–¿Por qué se vendían por un cigarillo?

–El cigarrillo era el único ansiolítico que conocían para soportar los constantes bombardeos. Otros casos muy dramáticos que viví sucedieron en Kuwait durante la invasión de Saddam. Muchachas filipinas que servían en casas se quedaron sin trabajo y sin poder sacar sus ahorros del banco.

–¿Se prostituyeron temporalmente?

–Sí, un periodista italiano les propuso relaciones sexuales a cambio de dinero y vendieron su cuerpo hasta que tuvieron dinero suficiente para volver a su país.

–Cada año 7.000 niñas desaparecen en Nepal.

–Acaban en los burdeles de India. La mitad de las prostitutas de Bombay son nepalíes: encuentras niñas de siete años. Ese tráfico creciente de niñas se debe a la creencia de que los niños no transmiten el sida. Asia tiene un millón de esclavos sexuales.

–En Europa prefieren las ucranianas.

–Así es. Ucrania es uno de los países con mayor número de mujeres inmigrantes que terminan en la prostitución. Y las rusas están en la prostitución en más de 50 países. En Israel y Turquía a las prostitutas las llaman “natashas”.

–¿Cómo son tratadas estas mujeres?

–Viven en régimen de esclavitud y entregan la mayor parte de lo que ganan a los proxenetas como deuda contraída por haber sido introducidas en los países.

–¿Cómo llegó a ellas?

–La Comunidad Juan XXIII, en Italia, alberga a 1.100 ex prostitutas que forman un ejército de rescate: cada noche salen a las calles para convencer a sus compatriotas de que abandonen la esclavitud. Pude ver sus cicatrices: las torturan si no consiguen el dinero que se espera de ellas.

–¿Cómo viven?

–Anna, una muchacha nigeriana, me contó que las alojaban en un garaje; sin baño, sin ventanas. Dormían en medio de sus propios excrementos. Todas las noches los mafiosos iban y las lavaban con una manguera de agua fría a presión y las sacaban a la calle. Entre ellas había niñas de 9 años. Eso está ocurriendo en Italia.

–Según el Instituto Nacional de Justicia americano, se trafica anualmente con más de cuatro millones de personas.

–Sí, la mayoría son mujeres y niños para la industria del sexo en todo el mundo. La tecnología de la información es un elemento clave en la explotación sexual. Le puedo dar ejemplos espeluznantes.

–Adelante.

–La página web Rape Camp (campo de violación), de Camboya, muestra literalmente esclavas sexuales asiáticas. Las mujeres están atadas y con los ojos vendados mientras son sometidas a toda clase de vejaciones. La página web anima a que las humilles según tus propias preferencias.

–¿Y los autores no están en la cárcel?

–El Ministerio de Asuntos de la Mujer camboyano denunció al propietario de la página, un tal Sandler, un americano que fue arrestado, pero su web siguió porque está localizada en un servidor de Estados Unidos.

–¿Se pudrirá en la cárcel?

–Fue condenado a cinco años por tráfico de personas, pero las autoridades americanas intervinieron y Sandler fue deportado tras haber confesado que utilizaba a mujeres traficadas, esclavas compradas de una mafia a otra y vendidas cientos de veces.

–¿Ha llegado la modernidad a los burdeles de carretera?

–Ahora son hipermercados del sexo que ofrecen desde bonos de descuento de fin de semana hasta peluquería. El público adolescente es el más asiduo los fines de semana.

–¿Prostitutas extranjeras?

–En un 90%. Según datos de hace cuatro años de la Guardia Civil, hay 953 locales de carretera en el extrarradio de las grandes ciudades en los que trabajan 10.000 prostitutas.

–¿Cuál es el caso que más le ha tocado?

–Me vienen a la cabeza dos extremos, uno es el de Ramona, una brasileña de 10 años que trabaja en un prostíbulo en Sierra Pelada, en medio de la jungla amazónica. El otro es el de Ho Chi Min, una prostituta de Hanoi que podría tener entre 70 y 100 años.

–Hábleme de ellas.

–El marido y los hijos de Ho Chi Min murieron en la guerra, sus hijas desaparecieron en algún oscuro lupanar para soldados americanos. Ella sobrevivía: los soldados hacían cola ante su barraca, se abrían la bragueta y le metían el sexo en su boca desdentada. La preferían a las pequeñas prostitutas.

–¿Y Ramona?

–Es una de las niñas que da una pausa de placer a los “garimpeiros”. Van todas desnudas, con unas pequeñas braguitas, el pecho no les ha crecido todavía. El 99% están enfermas: sífilis, gonorrea, paludismo, fiebre amarilla. No viven más de 30 años.

LV, Ima Sanchís, 20/05/2004.