´´Rehab´, sí, sí, sí´, Martina Klein

Hay amores que matan, y el amor de los fans de Amy Winehouse es un buen ejemplo, porque va en camino de acabar con esta fugaz estrella a la que ya le pesa más el postizo de la cabeza que sus huesos. Cada vez que el público le aplaude una de sus resacas o coqueteos con el rehab,su futuro profesional, y su vida, pierden brillo. Pero qué más da, mientras entretenga a las fieras hambrientas de espectáculo. Un mundo en el que hoy estás y mañana no, se lleve lo que se lleve por delante.

La Winehouse, a sus 24 años y con dos discos en el mercado, ya es multimillonaria, y el revuelo que levanta a su paso no es proporcional al mérito profesional. Aún no. De hecho, aunque su voz recuerde a una diosa negra y el disco que la ha llevado a la fama tenga una excelente calidad musical según la crítica especializada, el estilo de sus trabajos, el soul, no deja de ser un placer para una minoría y, sin embargo, sus vídeos se ponen sin descanso en MTV y sus canciones suenan a todas horas en la radio. Hoy el soul de su Back to Black,su segundo disco y más galardonado, está en boca de todos. Pero lamentablemente, la imagen dantesca de ella y sus resacas, también. Curiosamente, lo que la ha hecho así de grande. Hablando en plata, lo que esta mujer ha suscitado es morbo puro y duro.

La gente disfruta viendo la desfachatez de lo políticamente incorrecto en vidas ajenas. Le gusta presenciar un suicidio público, y vibra mucho más aún al comprobar que estos continuos suicidios, lejos de fulminar al personaje, lo engrandecen hasta el punto de crear tendencia y manadas desaforadas de fans.

Ayer empezó en Madrid el festival de Rock in Rio, y de lo único que se habla es de si la dichosa Amy estará en condiciones para su cita con el escenario. Pero mucho me temo que su jauría de fans, más que verla dominando su repertorio y sus capacidades, preferirían verla tambalearse, cubata en mano y balbuceando letras incomprensibles, como lo hacía hace unas semana en el festival homónimo de Portugal, y de cuyas imágenes se hicieron eco todos los medios de comunicación.

De eso se quejaba Gordon Brown, primer ministro británico, que aunque se declaraba fan de la cantante, criticaba a los medios por favorecer el endiosamiento de ciertos personajes gracias a sus abusos con las drogas.

La semana pasada la niña era ingresada por un enfisema pulmonar debido al abuso del crack, y ante el pánico de su querido público, el representante afirmaba que la dueña del cardado más famoso de las últimas décadas cumpliría con todos sus compromisos profesionales, contradiciendo a papá Winehouse que decía que la criatura no volvería a actuar hasta que estuviese recuperada, a base de sopitas y humildad. Pero qué sabrá ese hombre

Con mánagers y fans como estos, quién necesita enemigos!

28-VI-08, Martina Klein, lavanguardia