"Fantasía roja", Iván de la Nuez

Fantasía roja
Iván de la Nuez; Debate; 142 pgs. 14,50 euros.
Sartre tropical (y otras farsas)
Ferran Sáez Mateu, lavanguardia/culturas, 16-VIII-06.

El intelectual orgánico cubano Roberto Fernández Retamar publicó en 1971 un opúsculo titulado Calibán donde correlacionaba ese peculiar personaje shakespeariano con la psicología de la revolución de 1959. Retamar escribe siempre sicología,que en griego significaría literalmente ciencia de los higos;cosas de la ortografía revolucionaria, supongo. Iván de la Nuez (La Habana, 1964) acaba de publicar Fantasía roja. Los intelectuales de izquierdas y la revolución cubana,un brillante ensayo que, simultáneamente, retoma y reduce al absurdo las ideas de Fernández Retamar, aunque sin citarlo ni aludirlo en ningún momento. El Calibán de Shakespeare proviene de su temprana lectura de Montaigne, que a su vez se basa en las crónicas de Jean de Léry, entre otros. Calibán, en definitiva, no es nada más (ni nada menos) que una abigarrada yuxtaposición de fantasías europeas proyectadas sobre el imaginario bon sauvage del Nuevo Continente. Para entender cabalmente el libro de De la Nuez, conviene retener esos precedentes: espejos filosóficos reflejando imágenes espectrales del Trópico, a menudo con resaca de mojitos.

Ese flujo de mistificaciones exóticas nunca ha cesado; sólo ha cambiado de color. Durante la segunda mitad del siglo XX fue básicamente rojo. En 1960, Jean-Paul Sartre viajó a Cuba para rendir pleitesía al Che Guevara. Debido a su estrabismo, o quizás a una insolación, Sartre creyó ver un paraíso donde otros divisaban una dictadura latinoamericana más, convertida azarosamente a la fe marxista debido a coyunturas de la Guerra Fría. Sartre no fue ni el primero ni el último en transformar la isla caribeña en la feliz tierra del rey Utopo. A su manera, Graham Greene había hecho lo mismo pocos años antes. Luego vinieron personajes tan diversos como Manuel Vázquez Montalbán, el músico Ry Cooder o los cineastas Oliver Stone y Wim Wenders, sin contar las masivas romerías vacacionales procedentes de Europa a principios de los años 90, a medio camino entre la mitomanía izquierdista, la fascinación por el exotismo decadente de La Habana y el puro turismo sexual y alcohólico.

Iván de la Nuez dibuja los entresijos de esa fantasía roja en un tono ácido pero a la vez contenido y matizado (menos en las últimas páginas, donde el vitriolo fluye a litros). Nada que ver, en este sentido, con ciertos textos de Guillermo Cabrera Infante, por ejemplo. Excepcionalmente bien escrito, el ensayo de Iván de la Nuez se hace una pregunta difícil de responder sin apelar a una amalgama muy compleja de factores: ¿por qué la lucidez de ciertos intelectuales europeos y norteamericanos de izquierdas parece quedar anulada justo al rozar el aeropuerto de La Habana? Un auténtico misterio. ¿Cómo puede ser que el pensamiento crítico se derrita ante las inacabables peroratas de Fidel Castro? Fantasía roja no es un libro redactado desde el resentimiento ideológico - su autor se declara reiteradamente de izquierdas- ni tampoco desde ningún trauma biográfico. De hecho, no es una obra sobre la revolución cubana y sus protagonistas fundacionales, sino sobre su recepción en la cultura - y digo cultura,no política- europea. Por ello resultan especialmente acertados sus análisis sobre determinados productos culturales, ya sea una novela de Belén Gopegui o un disco de Ry Cooder.

Hay otro aspecto del libro de Iván de la Nuez que conviene destacar: su entrañable descripción de una infancia revolucionaria.El autor, que tiene exactamente la misma edad que quien escribe estas líneas, se adentra en un territorio sentimental que siempre había sido capitalizado por las generaciones anteriores. No hay aquí escenas épicas de Sierra Maestra ni tampoco historias de precariedad económica de los años noventa, ambas reflejadas en docenas de documentales. Aquí aparece otra Cuba intermedia,menos vistosa pero mucho más interesante de cara al futuro. Es bastante probable que sea precisamente esa generación, no la de los viejos exiliados de Miami, la que acabe tomando las riendas del país. "Mi viaje", cuenta Iván de la Nuez, "se produce a contracorriente de esos intelectuales de la izquierda occidental fascinados por Cuba. Y ese camino inverso, pese a los agravios que han caído sobre él, se deja leer también como una alternativa revolucionaria". Para quien sepa entender, queda dicho.