´Kinder sospecha´, Màrius Carol

Tarde o temprano habrá que pedir pruebas psicotécnicas, además de votos, para aquellos que se dediquen a la política, a la vista del grado de estulticia que acumulan en ocasiones los Parlamentos. La última insensatez la ha aportado el Bundestag alemán, donde una comisión parlamentaria ha recomendado a la Cámara Baja que prohíban los Kinder Sorpresa, esos huevos de chocolate que incluyen un pequeño juguete en su interior, envuelto en una bolsa que a su vez está encerrada en una cápsula de plástico. El motivo no es otro que la obligación de separar alimentos y juguetes en productos a la venta.

Los huevos Kinder son una patente de 1974 de la empresa italiana Ferrero y, a punto de cumplirse 35 años de su comercialización, han recibido la noticia publicada por el prestigioso diario Die Welt con tanta preocupación, por lo que puede suponer para sus ingresos, como escepticismo, por el exceso de celo en la protección de la infancia alemana, que no es el resultado de ningún caso de asfixia o intoxicación en el país. Es más, diariamente se consumen millones de estas golosinas sin que se tengan noticias que cuestionen su seguridad alimentara o que planteen que suponga algún peligro para la salud. Es más, la Unión Europea, en una directiva dictada hace veinte años, autorizó su venta sin problemas.

Realmente, debería tranquilizar al Banco Central Europeo y a la Comisión Europea que Alemania se dedique a debatir asuntos de tanto calado como los huevos Kinder. Con la tremenda crisis económica sobrevenida, que los diputados germanos anden preocupados por las golosinas sólo puede ser una broma o la constatación de que el panorama se vislumbra despejado, cosa que no parece. Sobre todo cuando hace apenas dos semanas la canciller Angela Merkel expuso la grave situación que vive Alemania y planteó un listado de duras medidas a impulsar para revitalizar la economía, que incluía la reforma del mercado laboral. Contrastando, por cierto, con la comparecencia del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en las mismas fechas, que ante las dificultades puso su mejor sonrisa y anunció que no habría recortes en política social.

Sorprende que cuando no hay ninguna noticia que pueda cuestionar la venta de esos huevos de cacao, los declaren bajo sospecha ilustres diputados como Miriam Grub, del Partido Liberal (FDL). A su juicio, los niños no distinguen entre juguetes y alimentos, así que no queda más remedio que pensar que la enseñanza alemana pasa por un grave periodo de crisis de identidad.

A lo mejor porque me ha tocado comprar montones de huevos Kinder me siento solidario con la multinacional pastelera italiana. Ante esta noticia sólo queda exclamar, como un día hizo Federico Trillo en otro Parlamento: "¡Manda huevos!".

11-VIII-08, Màrius Carol, lavanguardia