´Playas igualitarias´, Eulàlia Solé

El primer paso hacia la igualdad en el uso de las playas lo dio la democracia alcanzada tras la muerte de Franco. En la costa desaparecieron las playas privadas, y desde entonces todos los ciudadanos tienen derecho a gozar del mar, la arena y el sol sin exclusiones. El siguiente paso fue de orden personal, y se refiere a la igualdad entre hombres y mujeres para mostrar el torso desnudo, disfrutar de la caricia del agua por un igual y secarse al sol sin molestas humedades.

Esta libertad de los cuerpos hace años que está conseguida, y en lo que concierne a las mujeres se ha dado en denominar top less. Hace ya tanto tiempo que la opción de bañarse sin sujetador se ha instaurado que resulta sorprendente que aún se levanten voces en contra.

Algunas personas consideran que la visión de pechos femeninos por parte de niños y niñas es inapropiada, así que son precisamente estas personas las que otorgan una connotación dañina a un hecho natural. La mirada de los pequeños es tan genuina como las conchas que hallan en la arena o el oleaje que les hace reír, como el seno de las mujeres o el pecho de los hombres. Los chiquillos disfrutan con el mar y con sus juegos sin que les importe lo más mínimo si una señora usa bañador de una pieza o bikini, o si toma el sol en top less. No introduzcamos en su universo nociones sexuales que no vienen al caso y que sólo ensuciarían su mente.

Y más allá aún está la aberración de considerar que los chicos o los hombres pueden sentirse afectados por el busto desnudo de las mujeres. El que tenga problemas en este sentido los tendrá en todas partes y a todas horas, más por los generosos escotes de última moda que por la presencia de mujeres de todas las edades, incluso muy mayores, disfrutando libremente y con naturalidad del aire, el agua y el sol.

Es extraño que esa libertad y esa naturalidad molesten a ciertas personas, como si el placer inocuo de los demás interfiriera en el suyo propio. Así como nadie opina sobre el bañador de sus semejantes, nadie debería opinar sobre el trozo de piel que se enseña. Las playas no son ni un cabaret ni un club de alterne, y si excepcionalmente ocurriera una obscenidad, con bañador o sin él, para eso está la autoridad. Dejen a la gente actuar con una libertad que no coarta la de los demás.

Eulàlia Solé, socióloga y escritora, 29-VIII-08, lavanguardia