La Unión Europea, convocada extraordinariamente por la crisis caucásica, más que caer en la tentación de practicar il motto "a' la guerre comme a' la guerre", sea ésta fría o caliente, debe recuperar el espírito de los padres fundadores que en el momento en el que se iniciaba la guerra fría respondieron poniendo en el centro de su acción política la búsqueda de la paz mediante la protección y promoción de las libertades individuales a garantizar con la afirmación del derecho internacional. Aquella visión política estratégica del 1956-7 representa aún hoy un posible antídoto a los vientos de guerra de agosto de 2008.
Se pide tanto tanto a Moscú como a Tbilisi de someterse a las indagaciones independientes de las competentes instituciones supranacionales con jurisdicción sobre las violaciones de los Derechos Humanos y del derecho de guerra. Pero la UE debe caracterizarse claramente por plantear la cuestión, tanto a sí misma como a rusos y americanos, de los derechos de ciudadanía para millones de personas que viven en la región transcaucásica, desvinculandolos de la soberanía nacional absoluta, que ha demostrado, una vez más, ser letal. Evidenciar sólo la necesidad de garantizar seguridad y estabilidad no nos hará avanzar ni un milímetro hacia una verdadera tregua el debilísimo cese el fuego de agosto.
1-IX-08, notizieradicali