´El laboratorio austriaco´, Pilar Rahola

HC es todo un líder. Se presenta con aires de cantante de rock, rapea con los jóvenes, hace mítines en las discotecas, se viste de Che Guevara (con estrella azul), e incluso es el protagonista de su propia tira cómica. "Viva HC Stra-CHE", gritan sus seguidores. Y añaden: "Queremos a HC, adiós al Che, un rebelde social con corazón y encanto". Su nombre completo es Heinz-Christian Strache y, desde ayer, es el ganador simbólico de las elecciones austriacas. Más joven que Jörg Haider, el resultado de su partido, el FPÖ, no ofrece dudas: ha pasado del 11% al 18%. Si sumamos a ello el resultado del partido homólogo, el BZÖ de Haider, que ha pasado del 4,11% al 11%, la conclusión es evidente: la extrema derecha ha conseguido, en Austria, cerca del 30% del total de votos. Y ello con el añadido de que ninguno de sus líderes maquillan su ideología, tanto en su mirada tierna hacia el nazismo como en su obsesiva demagogia contra los inmigrantes que trabajan en Austria.

Ya en su momento, la comunidad judía austriaca puso el grito en el cielo cuando Strache - cuyo abuelo perteneció a las temibles Waffen SS- pidió que se excluyera la negación del holocausto del Código Penal, y otro de sus líderes, Wolfgang Zanger, habló de las "políticas positivas" de Hitler. El partido de Haider no se quedó a la zaga en sus coqueteos con el nazismo, con el añadido de que el padre de Haider fue un entusiasta de la Anschluss y un enfervorizado militante nazi. Respecto a la inmigración, su postura la resume una frase del FPÖ: "Cada mujer rubia con ojos azules, es decir, cada mujer con el alemán como lengua materna, tiene que tener tres hijos, porque de lo contrario nos sobrepasan las turcas". A partir de aquí, llamadas a la procreación de "austriacos", ataque furibundo al islam (Susanne Winter, candidata a la alcaldía de Graz, la segunda ciudad del país, dijo que Mahoma escribió el Corán durante "un ataque epiléptico"), prohibición de edificar mezquitas y un discurso populista que se concentra en la malvada expresión "Austria para los austriacos".

Según los analistas del país, el hecho de que los jóvenes de 16 años pudieran votar por primera vez ha sido un factor clave en la popularidad de HC y en el auge de la extrema derecha. Mezcla de judeofobia e islamofobia a partes iguales, su discurso se apuntala en un pérfido pero eficaz edificio ideológico que suma populismo social con xenofobia, y que mezcla, también a partes iguales, a guerrilleros de extrema izquierda con líderes de la extrema derecha. El Che y Hitler, en un delirante binomio. Y así, utilizando la crisis económica, la falta de expectativas de los jóvenes, el desconcierto ideológico y la presencia de miles de extranjeros, tanto Haider como Strache han vendido demagogia simple para la enorme complejidad social del momento, y su pólvora ha sido dinamita electoral.

Lo más preocupante de las elecciones austriacas es su hipotético carácter de laboratorio. ¿Ocurre en Austria lo que puede ocurrir en España? El populismo xenófobo de Herr HC, ¿puede cuajar entre los que escuchan a un Anglada cualquiera? No tengo ninguna duda de que el huevo de la serpiente puede anidar en nuestra sociedad, no en vano los partidos ultras, cuyo leitmotiv era la nostalgia del franquismo, ahora centran sus discursos en la inmigración, aprovechando el hueco que han dejado los partidos clásicos, la mayoría atrapados en el buenismo paternalista.

La inmigración es una realidad, un beneficio y también un problema. Y hay que tratar el tema con todas sus antipáticas aristas. No hacerlo implica dejar terreno libre a la demagogia xenófoba. Ese es, quizás, el aviso amargo que nos envía Austria: que, o tratamos el tema con madurez responsable, sin tapujos ni miedos, o lo tratarán, sin complejos, los herederos del fascismo. Alguien se aprovechará de los errores del Estado de bienestar. Y no serán precisamente los que pueden protegerlo.

30-IX-08, Pilar Rahola, lavanguardia