entrevista a Alain Minc, economista y analista

Hijo de un dentista polaco nacionalizado francés, nació en París en 1949. En su currículo luce los títulos de ingeniero de la Escuela Superior de Minas y diplomado en la Escuela Nacional de Administración. Inspector general de Finanzas, dimitió del cuerpo para entrar como director en Saint Gobain, que también dejó para trabajar con el hombre de negocios Carlo de Benedetti, en la sociedad Cerus, de la que fue administrador general. Después ha sido miembro de diversos consejos de administración y de grupos de reflexión influyentes. Prolífico ensayista, es autor de numerosos libros y en el mundo de la política es hoy un hombre próximo al presidente Nicolas Sarkozy, al que aconseja en temas culturales.

Economista y empresario atípico, ensayista prolífico e intelectual inquieto, Alain Minc (París, 1949) es un agudo observador de la realidad cuyo consejo es atentamente escuchado por los grandes patronos franceses y por el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, del que es amigo personal. Minc, a quien esta amistad costó el cargo de presidente del consejo de supervisión de Le Monde,cree que lo peor de la crisis ya ha pasado y que nos enfrentamos a un periodo de recesión económica convencional.

La crisis ¿es el final de un mundo como sostienen algunos analistas?

No. El pasado fin de semana estuvimos al borde del precipicio. Si no hubiera habido el plan de los gobiernos europeos y éste no hubiera sido aceptado por los mercados, hubiéramos entrado en lo desconocido. Lo que ha sucedido, en mi opinión, es que hemos vuelto a una crisis clásica, que se va a traducir en una ralentización económica. Es cierto que, a la salida de este periodo, encontraremos un sistema bancario que nadie hubiera imaginado hace unos años: por la presencia temporal de los Estados en el capital de los bancos, pero sobre todo por un increíble movimiento de concentración que va a producir, en cada país, un oligopolio bancario. Y eso tendrá consecuencias graves, pues no debemos olvidar que si hemos vivido una crisis de las finanzas locas, son estas mismas finanzas locas las que han permitido un crecimiento loco durante siete años. No hay que contentarse con mirar la situación del instante, la crisis de hoy, hay que observar la secuencia de los últimos siete años.

¿La economía saldrá penalizada?

Vamos a entrar en un universo en el que las nuevas reglas, la existencia de oligopolios financieros, el rechazo a los excesos, van a poner límite al crecimiento. Vamos a crecer, pero el sistema estará más constreñido. Verá cómo en cuatro o cinco años, el deseo de desregulación será tan fuerte como lo es hoy el deseo de regulación. Lo que quiere decir que no hemos entrado en otro mundo. Hubiéramos entrado en otro mundo, un mundo desesperado, si el plan hubiera sido rechazado el lunes pasado. Hoy estamos en uno de los ciclos propios del capitalismo. El paso de un periodo de desregulación a otro de regulación es la respiración del sistema capitalista.

No comparte usted la idea de que es una crisis comparable a la de 1929.

Hay una inmensa diferencia: lo que desde el 8 de agosto del 2007 están haciendo los gobiernos y los bancos centrales. Si lo que se está haciendo actualmente se hubiera hecho en 1931, probablemente Hitler no habría alcanzado el poder en Alemania. El drama de la crisis del 29 es que cuando la crisis bursátil se transformó en crisis bancaria, se dejó caer a los bancos y el sistema se hundió en un efecto dominó. Hoy, la reacción ha sido inmediata para impedir, precisamente, que el dominó caiga. La diferencia es gigantesca. El resultado es que vamos a tener una ralentización real pero que será gestionable. En mi opinión, va a haber un decrecimiento del -1%, quizá del -2%. Hemos de pensar que si llegáramos a un -5%, lo que no va a suceder, volveríamos al poder adquisitivo del año 2000. No podemos decir que nuestros países fueran pobres en el año 2000. Vamos a pagar un precio leve.

En su opinión no hay, pues, riesgo de una catástrofe económica. ¿Se puede decir que lo peor ha pasado?

Hemos estado a un milímetro de una catástrofe financiera, económica, política y social. Ahora, lo peor ha pasado. Estamos frente a verdaderas dificultades económicas y, pues, sociales. Pero que ya conocemos , que ya hemos pasado y que sabemos gestionar.

El descontento social provocado por la crisis ¿puede dar alas a la extrema izquierda como vaticina el líder de la LCR francesa, Olivier Besancenot? ¿Resurgirán las ideas comunistas?

Habrá insatisfacción, debido al aumento del paro, pero - quizá me equivoco- no será inmensa. Vamos a vivir el aumento del paro como un fenómeno temporal. Las ideas comunistas no van a volver en ningún caso. Pienso que habrá una rechazo extremo al sistema, pero que nunca ofrecerá alternativa. El comunismo era un sistema alternativo. El fascismo de los años treinta era un sistema alternativo. Hoy no hay sistema alternativo.

Entonces, la propuesta realizada entre otros por Nicolas Sarkozy de refundar el capitalismo ¿tiene sentido?

No se va a refundar el capitalismo. Va a haber una regulación mucho más fuerte del sistema financiero, un periodo de más estricta reglamentación. Pero no una refundación del capitalismo.

Escribía usted recientemente que Marx es quien mejor ha analizado el sistema capitalista...

Soy uno de los raros que piensa que el mejor analista de la economía de mercado es Karl Marx. Marx fue el primero en comprender la increíble fuerza de la globalización y de la ampliación progresiva de los mercados bajo la dinámica capitalista; el único en ha pensar a la vez la economía y la sociedad. Evidentemente, las clases sociales no son hoy como en la época de Marx. Pero no podemos hacer como si las clases sociales no existieran.

Marx, pese a haber profetizado el fin del capitalismo - una crisis final que no se producirá-, es el que mejor comprendió la capacidad de regeneración del capitalismo, la forma en que en cada crisis el capitalismo sale más fuerte.

Fue el primero en explicar que la crisis es la respiración del sistema.

Si el sistema capitalista no está en crisis, sí parece que sea el caso del modelo ultraliberal de Thatcher y Reagan de los años 80...

No, no... La crisis de hoy, de acuerdo con la teoría de los ciclos, es la crisis que acompaña al crecimiento. Un crecimiento que respondía a un modelo caracterizado por tipos de interés extremadamente débiles. Son los tipos de interés muy bajos los que han permitido la financiación increíble del crecimiento económico y que han provocado hoy esta crisis de amplitud sin precedentes.

Estados Unidos ¿va a salir debilitados de esta crisis, frente a Europa y los países emergentes de Asia?

Sí y no. No hay que subestimar nunca la flexibilidad de la economía americana y de su capacidad de recuperación. Estados Unidos está más afectado que nosotros, pero se recuperarán más fuerte y más rápido que nosotros. En segundo lugar, muchos otros actores saldrán debilitados. Rusia, por ejemplo, cuya arrogancia se está hundiendo con la bajada del precio del petróleo. China, en cambio, resultará menos afectada y se mantendrá muy potente. No hay que ver de estas últimas semanas sólo los elementos negativos: el pasado mes de julio todo el mundo temía la estanflación, a causa del alza de los precios del petróleo y las materias primas. La estanflación la conocimos en los años 70 y no es fácil de combatir. Hoy el riesgo es el estancamiento o la recesión. La diferencia es que una recesión es dolorosa pero de ella se sale rápido, mientras que de la estanflación se sale muy lentamente. Desde cierto punto de vista, y aunque pueda resultar paradójico, la situación es menos inquietante hoy que en julio pasado.

La respuesta unitaria de los gobiernos europeos, aplaudida por los mercados, ¿es el reflejo de una Europa política que emerge o es más bien la presencia en el momento preciso de un presidente, en este caso Sarkozy, con un liderazgo excepcional?

Pienso que los países europeos han comprendido muy rápidamente que no había respuesta nacional a la crisis...

No todos...

Cierto. Alemania ha sido muy lenta. Pero ha acabado por comprender. Y es verdad también que ha habido la suerte de tener como presidente del Consejo Europeo a un dirigente muy voluntarioso. Lo que caracteriza a Nicolas Sarkozy - del que soy un amigo muy cercano- es que se fija un objetivo y, como buen abogado, luego negocia y construye un consenso. Eso es lo que ha hecho. El objetivo que se ha fijado es concertar nuevas reglas entre los europeos y luego imponérselas a los americanos. Hay una gran consecuencia institucional a sacar de lo que ha pasado: es la mejor justificación del tratado de Lisboa. Se ve bien que el papel de presidente del Consejo Europeo existe con una condición: que sea ejercido por una personalidad de rango mundial. Un [ Jean-Claude] Juncker [ primer ministro de Luxemburgo], sean cuales sean sus cualidades, no podría haber hecho lo que ha hecho Sarkozy. Tony Blair habría podido. O Felipe González... Es un trabajo para una star.Hay un tercer elemento: hasta el 4 de noviembre [ fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos], Nicolas Sarkozy es el hombre más poderoso del mundo. A partir del 4 de noviembre ya no lo será. Se trataba de forzar esto para lograr, en nombre de Europa, el acuerdo de los americanos al proceso de concertación internacional. El hecho de que Europa se haya dado cuenta hasta qué punto es necesaria la unidad en periodo de crisis, ¿quiere ello decir que está dispuesta a unirse más en periodo normal? Desgraciadamente, no estoy seguro. De todos modos, se ha logrado ya algo muy positivo, que es el acercamiento del Reino Unido al continente. Que Gordon Brown haya participado en la reunión del Eurogrupo era algo inimaginable hace pocas semanas.

La crisis ha demostrado que el modelo de crecimiento de España, basado en el sector de la construcción, tenía enormes riesgos...

Habrá que juzgar la evolución de la economía española a la vez teniendo en cuenta el crecimiento formidable que ha tenido y la crisis que va a tener. Hará falta ver la secuencia completa. No se puede hablar hoy de catástrofe y olvidar que antes ha habido el milagro. Pero lo que me ha llamado más la atención en estas semanas ha sido algo más político. Y lo siento más cuanto que en los últimos años he sido un gran defensor de España. Encuentro que España ha estado políticamente ausente. España es una de las mayores potencias europeas, su buena gestión ha hecho que sea el único grande de Europa en tener una situación presupuestaria excepcional y debería haber podido pesar mucho mucho más.

¿A qué lo atribuye?

No sé si el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha reaccionado suficientemente como político. Nicolas Sarkozy lo ha hecho, Gordon Brown también. Encuentro que Zapatero no ha buscado jugar con las cartas políticas que tenía en la mano. Me pregunto si no es el reverso de Sarkozy. Sarkozy es mejor en periodos de crisis que en periodo ordinario. Quizá Zapatero es mejor en periodo ordinario que en un periodo de crisis. En todo caso, es una lástima.

¿Cree que Felipe González lo hubiera hecho mejor?

Sí. Felipe González logró el milagro político, en un momento en que España era mucho más débil que hoy, de sentarse en la mesa de los grandes de Europa. No hay más que ver cómo gestionó su relación con [ Helmut] Kohl y [ François] Mitterrand. Tenía menos cartas en la mano. Pero eso se llama talento. Ha sido una desgracia para Europa que Felipe González rechazara la presidencia de la Comisión Europea cuando Kohl y Mitterrand se la propusieron. Y ha sido una lástima para Europa que no haya querido dejarse tentar por la posibilidad de ser el primer presidente del Consejo Europeo si el tratado de Lisboa hubiera sido aprobado.

19-X-08, Ll. Uría, lavanguardia