´¡Uy, uy, uy!´, Germà Bel

Hay algo que intranquiliza en algunos diagnósticos sobre la economía española, compartidos en influyentes medios políticos y empresariales. Parece decirse que la crisis es culpa de las prácticas financieras en EE. UU. (subprimes, falta de regulación...), que ha caído de forma imprevisible sobre España y que cuando escampe en EE. UU. ya escampará aquí. Mientras tanto, se añade, quizá algunas ayudas (subvenciones, vaya) a algunos sectores muy afectados por la coyuntura ayudarían a aguantar la espera hasta que las cosas regresen a la normalidad. Este diagnóstico es erróneo (claro que quizá no sea sincero) y acentuar las subvenciones que se siguen de este puede obligarnos a afrontar una crisis más larga y más profunda de lo que ya se prevé, que no es poco.

¡La crisis en España no es culpa de Estados Unidos! Nosotros somos como Estados Unidos (a nuestra escala). Acumulamos desde 1998 una burbuja inmobiliaria (precios disparatados, para ser claros) a la altura de los peores estados de EE. UU. Nuestro desequilibrio exterior supera el 10% del PIB, mayor incluso que el de EE. UU., con las consiguientes necesidades de financiación exterior, muy difícil en el entorno actual.

Estos han sido los grandes desequilibrios de fondo de la economía en Estados Unidos y también en España. En EE. UU. hay que añadir el desequilibrio fiscal provocado por la temeridad de los neocon,que contrasta con la política fiscal mucho más sana de España, que ofrece ahora colchón para que trabajen los multiplicadores fiscales anticíclicos. Además, aquí hemos tenido una buena regulación y supervisión bancaria, pero no debemos ser muy pedantes al respecto: tenemos nuestras propias subprimes, en forma de sobretasación de hipotecas. Y si no hemos sufrido las subprimes es porque no hemos ido a los mercados globales a ofrecer dinero para comprar activos (como los países con superávit exterior), sino que hemos ido - como Estados Unidos- a buscar dinero ofreciendo nuestros activos como respaldo.

La crisis financiera es global, pero algunos países tienen rasgos propios. España es uno de ellos. Habíamos llegado a situaciones insostenibles en sectores como el de construcción/ inmobiliario, con casi el 15% del PIB en el sector, o en el déficit exterior. Y lo insostenible no se puede sostener. Se acabó - al menos por muchos años- un modelo basado en el crédito barato, con tipos de interés negativos, que hacía bueno casi cualquier plan de negocio.

Que sectores como el de la construcción residencial regresen a dimensiones normales en la actividad económica será doloroso. Las ayudas o subvenciones dirigidas a sostener los precios de la vivienda o a demorar el ajuste sólo van a conseguir que este sea más largo y más doloroso todavía. Y también que se mantenga por más tiempo su traslado a otros sectores. Porque, otra vez, lo insostenible no se puede sostener, por muchos recursos públicos - merecedores de mejores destinos- que se le apliquen.

11-XI-08, Germà Bel, lavanguardia