´Gallináceos y engallados´, Baltasar Porcel

Publicamos el pasado jueves la carta de un lector, en la que razonaba que si el conseller de Educació de la Generalitat ha acordado con el embajador francés en Madrid que su idioma, en retroceso planetario, sea enseñado en la escuela catalana, ello debiera concordar con que el catalán entrara en el sistema escolar del Rosellón, donde siendo a pesar de ser allí el idioma propio es brutalmente vetado por el Gobierno de París desde hace tres siglos.

Pero indago y aseguran que al conseller catalanista y de progreso ni se le ocurrió la idea. O sea, que se mantuvo gallináceo. Aunque a mí el francés no me moleste, y constituye mi tercera lengua. Pero me repugna el genocidio que comete su Estado con el catalán. Queda ahí el famoso decreto de Luis XIV en que lo prohíbe, así como que los roselloneses estudiaran en la Universidad de Barcelona, para que no se contaminaran.

Y los cónsules franceses aquí suelen enfadarse cuando oyen que el escultor Maillol o el mariscal Joffre eran catalanes, además de hablarlo en su vida diaria. Y en el siglo XVIII resultaba ya tan fuerte esta coacción que el astrónomo y político Francesc o François Aragó, de encopetada familia rosellonesa, al ir a estudiar a París era avergonzado por su origen geográfico e idiomático. Gracias al cual pudo salvar su vida en Mallorca. Y es que durante la invasión napoleónica se hallaba en el monte S´Esclop, en mi pueblo, efectuando la medición de un arco del meridiano y le tomaron por espía, pero hablando su catalán natal pasó por mallorquín, y escapó.

Alexis de Tocqueville, además, analiza que la vieja Francia regional, social y cultural no fue destruida por la Revolución con su centralismo, dictado por el siniestro Robespierre, sino que ya lo había sido por el jacobinismo bajo el mismo y físicamente grosero Luis XIV. Al que copió al venir a España nuestro, y su devastador nieto, Felipe V, barriendo igualmente la universidad, el idioma y las instituciones propias, para colonizar Catalunya. De tal palo, tal astilla. Con la retahíla que les siguió también borbónica, empezando por Carlos III y hasta el aventajado hijo adoptivo de todos ellos, Francisco Franco.

El conde Ciano, chulapo yerno de Mussolini, dice en su diario citando a Serrano Súñer que Hitler pretendía devolver el Rosellón a España, para así desmembrar Francia. Pero Serrano me lo negó, alegando que Ciano había entendido mal. Aunque eso entrara en dicha Alemania, que jugó tal carta en Bretaña, donde se formó un colaboracionismo nazi paralelo al de Vichy. Lo que enfureció a De Gaulle y, al terminar la guerra, quiso ahogar la cultura bretona.

Ah, y los franceses engallados también se indignan al enterarse de que el idioma conocido de la Virgen María en el Cielo es el occitano, pues en él le habló en Lourdes a Bernardeta.

19-XI-08, Baltasar Porcel, lavanguardia