´Cría cuervos´, Xavier Batalla

ver también:
- dossiers de actualidad > Pakistán: el país de la bomba nuclear islámica
- dossiers de actualidad > Afganistán (/Pakistán), Big Game y guerra crucial
- noticias > transnacional
- noticias > Asia
- opiniones > de Ahmed Rashid
- opiniones > de Xavier Batalla


India mira hacia Pakistán cada vez que una bomba estalla en su territorio. Es una constante histórica, no una manía. India y Pakistán han librado tres guerras (dos por Cachemira y una por la independencia de Bangladesh, el antiguo Pakistán Oriental) desde su trágica independencia, en 1947.

Nehru, un indio fabiano educado en Cambridge, construyó una India democrática, socializante, unida y laica. La idea fundacional del Pakistán musulmán nunca estuvo clara, aunque la voluntad de su fundador, Mohamed Ali Yinnah, no fue un Estado islámico. Pero Pakistán no nació democrático, socializante, unido y laico. India no es ahora socializante ni está muy unida ni es demasiado laica, pero los herederos de Yinnah se apresuraron a instrumentalizar el islam, único factor de unidad en un país con dos dictaduras - la militar y la religiosa-y fracturado en etnias rivales.

La obsesión de Pakistán es India. Primero, porque considera que le quitó Cachemira, y segundo, porque asistió militarmente a Bangladesh en su nacimiento. Estos hechos explican el porqué de que su servicio de inteligencia militar (ISI) haya alimentado a los islamistas en Cachemira y a los talibanes en Afganistán, territorio donde los pastunes, mayoritarios, no han renunciado a crear un Pastuntán independiente con los pastunes que el tiralíneas británico dejó en Pakistán. En 1947, Afganistán votó en contra del ingreso de Pakistán en la ONU. Esta hostilidad histórica convenció a los pakistaníes de que debían apoyar a los talibanes, panislamistas y no nacionalistas. Y Benazir Bhutto se prestó al juego. Fue en su segundo mandato (1993-1996) cuando surgió el talibán, pero Bhutto terminó siendo víctima de los radicales.

Después del 11 de septiembre, los generales pakistaníes se aliaron con Washington y abandonaron (aparentemente) a los talibanes. Pero la obsesión siguió siendo India. Bush ha entregado diez mil millones de dólares al ejército pakistaní, pero, según diplomáticos occidentales, el dinero no se ha empleado en Afganistán, sino en Cachemira.

India vuelve a apuntar ahora, después de los atentados de Bombay, hacia Pakistán. "La clave está en si los indios ven la mano del ISI", ha dicho a The New York Times un oficial estadounidense. En Washington, temeroso de un conflicto entre sus dos aliados, que son potencias nucleares, circulan versiones que dan crédito a Pakistán, que niega toda implicación y dice que también es víctima del terrorismo. Pero India mira a Pakistán.

Nada se sabe con certeza sobre la autoría de los atentados de Bombay. Si ha sido la mano oficial pakistaní, unos miembros renegados del ISI, la red de Bin Laden o el genio islamista pakistaní que se niega a regresar a la botella por considerarse traicionado. Pero Pakistán crió cuervos y los alimentó para derrotar a los soviéticos en Afganistán. Estados Unidos trazó el plan y puso dinero, como Arabia Saudí, y Pakistán se convirtió en el refugio de los guerrilleros islamistas, a quienes adiestró. Cría cuervos.

30-XI-08, Xavier Batalla, lavanguardia